Semanario Hebreo. 3 de enero de 2013.
El 27 de enero es el día que la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó como «Día Internacional de Recuerdo del Holocausto».
La resolución 60/07 data de noviembre del 2005. Se eligió esta fecha-27 de enero- ya que en ese día del año 1945, el campo de concentración- exterminio de Auschwitz fue finalmente liberado por el ejército soviético.
La resolución arriba mencionada fue también aprobada por nuestro país e inmediatamente implementada, conmemorándose año tras año en la fecha mencionadao alrededor de la misma-este tan importante día de recordación para los judíos en particular y para toda la Humanidad en general.
Se denomina «Holocausto » al exterminio de Seis Millones de judíos, entre los cuales alrededor de un millón y medio de niños y adolescentes, acaecido durante los años de la Segunda Guerra Mundial.
El Holocausto fue una tragedia específica y singular en la historia, que radica no solamente en la cantidad de judíos asesinados-prácticamente dos veces la población de nuestro Uruguay-sino en la intencionalidad, y en los objetivos: lo que los nazis querían era acabar con todo el pueblo judío.
No obstante la monstruosidad y la singularidad de la tragedia, no podemos ni debemos aislarla de otros genocidios que han ocurrido en la historia, antes y después. Al mismo tiempo, en relación a dicha hecatombe también debemos recordar el trato despiadado del que fueron objeto especialmente los gitanos, los homosexuales, loa discapacitados presos por razones políticas e ideológicas etc.
No podemos olvidar la muerte injusta de millones y millones de personas durante la terrible conflagración mundial a la cual estamos haciendo referencia.
Por sobre todo, el Día del Recuerdo del Holocausto nos debe llevar a reflexionar sobre algunos puntos.
Los nazis fueron derrotados pero el nazismo no desapareció. Y el nazismo es un peligro, no solo por su antisemitismo genocida sino también por ser racista antidemocrático, antisocialista, anticomunista, antiliberal y totalmente intolerante a todo lo que se le oponga.
Atenta contra todos los valores esenciales del ser humano. Debe quedar claro, por si aún no lo está. También debe quedar claro que la democracia debe enfrentar al totalitarismo con todos los medios legales a su disposición.
Nunca más debe ocurrir que un movimiento o partido nazi participe de la vida social y política de cualquier país y, peor aún-consecuencia de lo anterior- que suba al poder amparado en la democracia como lo fue en Alemania desde enero de 1933. De ser así la democracia se anula a sí misma. Las consecuencias están a la vista y –reiteramos- no solamente por lo que le ocurrió al pueblo judío. Debido al ascenso del nazismo al poder, tuvo lugar la Segunda Guerra Mundial. Como consecuencia de la misma murieron decenas de millones de personas; buena parte de Europa se destruyó. Partes de otros continentes, países y ciudades también.
La discriminación no desapareció: sigue existiendo abierta o encubierta. En todas partes. También en nuestro país. Recientes episodios lo han corroborado.
Ya sea contra pueblos, etnias, razas, religiones; ya sea contra determinada orientación sexual o por razones de género. NO HAY NADA QUE JUSTIFIQUE NINGUNA CLASE DE DISCRIMINACION.
NADA.
Ante la discriminación, las medidas deben ser ejemplarizantes. Pero el paso previo y fundamental-el primer paso-debe ser la educación.
Educación humanista. Educación en valores. Desde la más tierna infancia y en todos los ámbitos posibles. Comenzando por el Hogar. Y sobre todo en el aula: en la educación inicial, primaria, secundaria y terciaria.
En esta materia, si bien se ha hecho, aun queda mucho por hacer.