Publicado en Semanario Hebreo el 27 de Agosto de 2015.
El año de Bar y Bat Mitzvá es el momento en que cada joven judío comienza a conectarse con su cultura e historia milenaria, con sus raíces, con su pueblo, para darle su propia forma y lugar en la identidad que está conformando.
Es por este motivo que dentro del programa educativo de GUILI, uno de los módulos con mayor relevancia en el proceso que los chicos están viviendo es el módulo de Shoá.
Este mes los chicos tuvieron la oportunidad de poder escuchar el testimonio de la señora Irene Brunstein “Omi” y la posibilidad de visitar el Museo del Holocausto en la Comunidad Israelita Central (Kehilá), guiados por la docente y voluntaria del museo Sandra Veinstein.
Este encuentro permitió a los chicos y sus familias un acercamiento personal a un episodio lamentable de nuestra historia. Un contacto entre dos generaciones, en la cual los jóvenes que preparan la bar y la bat, luego de escuchar el testimonio de Omi, asumieron la importancia de transmitir su historia a amigos y familiares, así como la responsabilidad de adoptar una actitud frente a los hechos discriminatorios que ocurren todos los días a su alrededor.
En la charla surgieron cuestionamientos de parte de los adolescentes y sus familias que abrieron el diálogo tanto con Irene, como con su hija y Sandra, preguntas como ¿Cómo hiciste para llegar a Uruguay? ¿Qué significa para vos ser una apátrida? ¿Por qué es importante seguir transmitiendo lo que ocurrió?
Previo a este encuentro los chicos habían tenido actividades sobre la historia de la Shoá, vieron la película “La Ola” en su primera versión, y tuvieron encuentros de reflexión conjunta sobre la temática. Si bien fue una experiencia muy movilizadora, es desde el testimonio de Irene y lo trabajado en los encuentros previos que enfatizamos la importancia de seguir trabajando en la construcción de una sociedad mejor a través de la educación. Creemos que debemos dejar la palabra tolerancia de lado, para hablar de coexistencia, de aceptación del otro en su diferencia, entendiendo que es esa diferencia la que nos enriquece como personas y la interacción con el otro lo que nos hace crecer.
Es muy importante para nosotros agradecerles a Rita y a Sandra por abrirnos las puertas de la Kehilá y guiarnos con su calidez y paciencia tanto por el museo como por la Biblioteca del Centro Recordatorio. También agradecerles a Irene y a su familia el habernos permitido escuchar su historia, aun teniendo que revivir momentos muy tristes y difíciles para ella.
“El pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla” George Santayana