Por André Vasconcelos. Publicado en el Semanario Hebreo el 19 de Noviembre de 2015.

El rey David escribió las siguientes palabras: “Mi vida está apegada a ti; tu mano derecha me sostiene. Los que buscan mi vida para destruirla caerán en las profundidades de la tierra” (Tehilim 63: 9,10 ). En este texto, la palabra שואה es traducida al castellano como destruir. Los enemigos del rey David querían destruir su vida y su reinado, sin embargo la historia demostró que ninguno de ellos logró de hecho, destruirlo. Tomando este texto como ejemplo podemos proponer, homiléticamente, que el antisemitismo es mucho más antiguo y está más enraizado en la sociedad de lo que suponemos. No obstante, tal como la historia de David, el antisemitismo moderno también vio frustrado su objetivo.

Asumiendo que el antisemitismo insiste en ser parte de la modernidad, el Centro Recordatorio del Holocausto tiene como una de sus misiones concientizar a la sociedad sobre lo sucedido en la Shoá, promoviendo visitas guiadas al Museo, charlas con los sobrevivientes, literatura especializada, además de diversas actividades.

El pasado martes 27 de octubre, tuve el privilegio de guiar a dos grupos, el primero del Liceo de Atlántida y el segundo del Liceo de Piriápolis, totalizando más de 60 personas entre alumnos y docentes. La visita al Museo es precedida por una corta charla sobre la Shoá. Ésta tiene como objetivo introducir a los alumnos en el tema, ya que en la mayoría de los casos pocos están familiarizados con la historia.

Las reacciones son diversas. Algunos, ya sean docentes o estudiantes, son más sensibles y lloran al ver las fotos, como de hecho ocurrió en la última visita. Otros no parecen muy afectados. No obstante, todos reconocen la monstruosidad perpetuada por los nazis, la cual no tiene paralelo histórico.

La visita no tiene como objetivo emocionar a las personas por medio de imágenes fuertes, aunque no haya ningún problema en esto, y si enseñar aquello que de hecho ocurrió.

Vale destacar que la pregunta más frecuente hecha por ellos es: “¿Por qué los nazis hicieron esto?”. Esta es una buena, aunque difícil, pregunta. No creo que una simple respuesta sea satisfactoria. Aún así, considero que la respuesta a esta cuestión es la clave para que esto no vuelva a suceder. Determinar cuál fue la enfermedad social que condujo a la Shoá nos ayudará a utilizar el medicamento correcto para curarla.

Para Zigmunt Bauman esta herida continúa abierta. En su libro Modernidad y Holocausto él menciona: “Es cierto, el Holocausto ocurrió hace medio siglo [ahora ya pasaron 70 años desde la culminación de la 2ª Guerra Mundial]. Es cierto, sus Centro Recordatorio del Holocausto Shoá, es necesario recordar para que nunca vuelva a suceder ANDRÉ VASCONCELOS resultados inmediatos se desvanecen con rapidez en el pasado. La generación que lo vivió casi ha desaparecido. Pero – y este es un pero siniestro – aquellas características de nuestra civilización, otrora familiares y que el Holocausto convirtió de nuevo en misteriosas, siguen formando parte de nuestra vida: no han desaparecido y, por tanto, tampoco ha desaparecido la posibilidad del Holocausto” (Bauman, 2011, pag. 109).

En cuanto preservemos la memoria e invirtamos en la educación de una nueva generación, esta posibilidad será reducida.

Mi deseo como voluntario y guía del Centro Recordatorio del Holocausto, es que todos vivamos en una sociedad más tolerante. Si cada uno de nosotros aprendiésemos y enseñásemos a otros a respetar las diferencias, nuestro mundo, sin ninguna duda, sería otro. Que las palabras del primer versículo del salmo 133 sean reales en nuestra vida: “He aquí, cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía!”

Bibliografia: Bauman, Z. Modernidad y Holocausto. 6.ed. Madrid: Sequitur, 2011.