POR PROF. ANDRÉS SERRALTA – CENTRO RECORDATORIO DEL HOLOCAUSTO
A medida que se fue acercando la fecha del cincuentenario del Genocidio Armenio, las diferentes comunidades de la diáspora armenia esparcidas por el mundo –en buena medida a consecuencia del genocidio- incrementaron su actividad en sus respectivos países de acogida. Su objetivo fue lograr que los estados que habitaban reconocieran el carácter genocida de las masacres masivas de las que fueron el principal objetivo durante el período 1915 -1923.
En esa época el panorama internacional en relación al reconocimiento del Genocidio Armenio era muy poco alentador. Ningún país hasta ese momento había accedido a esa petición de los sobrevivientes, sus hijos o sus nietos. La República de Turquía se erguía triunfante, exhibiendo los triunfos de su política negacionista activa ante quienes reivindicaban que se conociera la verdad histórica.
Los países con comunidades armenias, desoyeron el reclamo, en forma casi unánime. Sólo uno de ellos de dignó a reconocer el Genocidio Armenio: Uruguay. Fue la piedra angular del proceso de reconocimiento internacional.
Ese paso inaugural no estuvo exento de un cierto tono moderadamente esperanzador de cara al futuro. Al discutirse en la Cámara de Representantes el proyecto de ley – que sería luego la ley 13.326- el diputado Enrique Beltrán manifestó que el genocidio: “empieza a despertar aunque sea voces modestas, pero empieza a despertar voces de los más lejanos confines del mundo, ya sea para formular una protesta, para estimular una inquietud o para denunciar la vigencia de una llaga es porque la causa armenia, a pesar de todos los pesares, y a pesar de ese exterminio, terminará por realizar definitivamente su vocación y su destino” (Diario de Sesiones de la CC.RR., Tomo 509, 1965: 315 citado en Desena y Serralta, 2015: 228).
Así como lo pensó Beltrán en abril de 1965, nosotros también sostenemos que nuestra voz, junto a la de otros seres de buena voluntad, puede generar una necesaria diferencia para lograr derrotar todo tipo de negacionismo.
El reconocimiento, la difusión y enseñanza sobre los genocidios es un camino difícil, que a veces puede parecer un esfuerzo estéril ante los obstáculos que deben afrontarse. Sin embargo, en la décadas siguientes, aquellas modestas voces se trasformaron en múltiples reconocimientos y sobre todo, en un enorme colectivo de personas que le han demostrado a los descendientes de las víctimas, que no estuvieron ni están solos en su reclamo.
Bibliografía
Desena, M. y Serralta, A. (2015). Genocidio Armenio 1915 -1923. Antecedentes, perpetración y consecuencias. Montevideo: Ediciones de la Plaza.