Marchar por la vida, en memoria de los muertos.

Marchar por la vida, en memoria de los muertos.
17 mayo, 2016 administrador

Por Ana Jerozolimski desde Cracovia. Publicado en Semanario Hebreo el 5 de mayo de 2016.

Cuando estas líneas sean publicadas, estaremos caminando desde Auschwitz a Birkenau o quizás ya hayamos llegado a la zona de los crematorios de Birkenau, donde se lleva a cabo la tradicional ceremonia recordatoria de Iom Hashoá- en la Marcha por la Vida. El nombre no es casual: ese recorrido lo hicieron los judíos víctimas de los nazis hacia su propia muerte. Hoy lo hacen miles y miles de judíos de Israel y el mundo todo, vivos y orgullosos, con el corazón repleto de recuerdos y dolor, sí, por sus antepasados asesinados, pero con la cabeza erguida, envueltos en general con la bandera del Estado judío, independiente y soberano. Esta es la primera vez que pisamos Polonia, cuna de rica vida judía durante cientos de años y al mismo tiempo, símbolo en gran medida de la barbarie nazi, que erigió en su territorio la máquina de la muerte. Tenemos claro que convivieron aquí dos expresiones totalmente opuestas de lo que el ser humano es capaz: por un lado, el antisemitismo y odio, y por otro, el humanismo de quienes arriesgaron sus vidas para salvar judíos. Unos y otros deben ser recordados .Para estar alertas, los primeros. Para saber agradecer y no perder esperanza en la condición humana, los segundos. Polonia hoy, aunque también en su seno hay expresiones antisemitas, enaltece la memoria de los salvadores.

Antes de la Marcha por la Vida en la que estaremos participando cuando estas páginas lleguen a manos de nuestros lectores, participamos en la Jagiellonian University de Cracovia en el Simposio Nuremberg, señalando los 80 años desde las leyes raciales de Nuremberg y los 70 de los juicios homónimos. “Odio y Justicia”, es el subtítulo del evento, recordando por un lado lo terrible de las leyes racistas aprobadas en la reunión del partido nazi en Nuremberg, preludio del Holocausto, y por otro la importancia de los juicios llevados a cabo después de la guerra.

El evento, organizado por la “Marcha por la Vida”, por la mencionada universidad y el Centro Raoul Wallenberg de Derechos Humanos, convocó a una serie de destacados juristas y Jueces Supremos para analizar las lecciones históricas de aquellos años oscuros, pero también su dimensión actual.

“Esto no es sólo sobre el pasado. Es una advertencia sobre el presente y el futuro”, declaró el profesor Irwin Cotler, ex Ministro de Justicia de Canadá, uno de los organizadores del simposio, recalcando que la intolerancia no ha desaparecido. “Judíos fueron asesinados en Auschwitz por antisemitismo”, agregó.”Pero el antisemitismo no murió en Auschwitz”.

Cuando de lecciones se trata, es clave conocer la dinámica que condujo a la Shoá, para poder reconocer señales preocupantes de fenómenos de odio, también hoy. Por eso es importante recordar-citando nuevamente a Cotler- que la Shoá y otros genocidios posteriores, no empezaron en las máquinas de la muerte sino en la incitación. ”Todo comenzó con las palabras, no con las cámaras de gas”.

Y la Shoá, cabe agregar, fue posible no solamente por la maquinaria del Estado nazi utilizada para el asesinato, y no solamente por la incitación y las palabras de odio, sino por la indiferencia y la inacción de la comunidad internacional.

En una entrevista durante el simposio, el Profesor Luis Moreno Ocampo, que fue el primer Fiscal en el Tribunal Penal Internacional, nos dijo claramente: no basta con los criminales que imparten órdenes, para que se cometa el crimen. Es la indiferencia alrededor la que los hace posibles.

Robert Badinter, ex Ministro de Justicia de Francia, compartió con los presentes su apreciación pesimista de la situación. Recordó que el Holocausto fue posible en la sociedad más culta y educada de la Europa de entonces, donde se cultivaba el amor al arte y la música. Era la sociedad europea en la que los judíos se destacaban en profesiones libres y una gran variedad de puestos y trabajos, mucho más allá de su proporción (1%) en la población general. Eso no impidió que su país los trate como infrahumanos.

Las leyes raciales racistas de Nuremberg, aprobadas en horas y ratificadas por el Parlamento alemán de Hitler el 15 de setiembre de 1935, sucedieron a la república de Weimar, cuya constitución democrática casi no tenía parangón. Las ideas que llevaron a Nuremberg, no nacieron súbitamente de la nada. El 58% de los ciudadanos alemanes, que fueron los que votaron en noviembre de 1932 en favor del partido nazi, no sabían que pocos años después su país se convertiría en una máquina asesina, pero con su voto, tiraron abajo a la democracia. Rectores universitarios, abogados y jueces, se convirtieron en parte del sistema nazi. El alto nivel intelectual y educativo, no fue, evidentemente, garantía de altura moral.

Un emotivo mensaje filmado fue enviado al simposio por la Embajadora de Estados Unidos en las Naciones Unidas Samantha Power. Amerita su traducción íntegra, pero nos limitaremos a algunos de sus párrafos, en los que contó sobre uno de los testigos en los juicios de Nuremberg. “El 27 de febrero de 1946, el día 69º del Tribunal de Nuremberg, se llamó a Abraham Sutzkever a prestar testimonio. Era un poeta de 33 años que había vivido en Vilna durante la ocupación nazi, el primer judío y sobreviviente que prestó testimonio en Nuremberg.

El juez que presidía la sección, pidió a Sutskever dos veces que se siente mientras habla al tribunal. Y dos veces, Sutzkever se negó, optando por mantenerse de pie durante todo su testimonio. Más tarde, escribió: “Hablé de pie, como si estuviera recitando el Kadish por aquellos que murieron”. Y tenía muchos a quienes llorar”.

Sutskever perdió en la Shoá, ante todo, a su bebé recién nacido. Y entre otros, a su propia madre. En las cámaras de gas, ante las fosas comunes y en el diario ensañamiento de los nazis, murieron los bebés de otros padres, las madres de otros niños y otros hombres.

A ellos y a todos los seis millones los recordaremos hoy en la “Marcha por la Vida” de Auschwitz a Birkenau. Bendita sea su memoria. 

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