Una hoja en blanco es a veces despiadada… comenzar las primeras líneas es difícil cuando hay mucho para expresar y no se sabe por dónde empezar y si va a llegar a ser suficiente para describir tanto.
Cuando una vida tan profunda, tan enorme se pierde en el plano físico, duele mucho, aunque hay personas cuyas vidas permanecen, puesto que son muchos universos completos que nos dejan reflexionando por siempre.
Ese el caso de Jack Fucks (Z”L).
Además me remueve mucho porque era vecino cercano en la ciudad natal de mi mamá Ana Benkel de Vinocur (Z”L) mi tío Enrique Benkel (Z”L) y por supuesto de mis abuelos (Z”L).
Hace muchos años cuando mamá leyó un libro de Jack -seguramente el primero- se dio cuenta por sus descripciones, que eran vecinos muy cercanos de la ciudad de Lodz y que se habrían cruzado muy asiduamente. Por lo tanto mamá se comunicó con él telefónicamente a Buenos Aires y como Jack antes veraneaba en Punta del Este la acompañamos a conocerse en la primera oportunidad que se dio. Estuvimos todo el día y los dejamos conversando porque esos recuerdos eran infinitos.
Mi tío jugaba al football con chicos del barrio en Lodz y se dieron cuenta que si bien no eran amigos íntimos se habrían juntado muchas veces para jugar.
Jack sufrió el ghetto de Lodz como ellos y luego fue evacuado a Auschwitz como ellos dos. Luego tuvo otro destino, pero eran hermanos de cautiverio. Y eso es imborrable, intransferible.
Escribió libros, dio charlas, fue entrevistado mil veces, filmado en la película avalada por la Shoah Foundation de Steven Spielberg “Algunos que vivieron” dirigida por Luis Puenzo. Quise volver a verla ahora y no pude, su voz tan peculiar me dolió demasiado. Y recuerdo muy bien “El
árbol de la muralla”.
De personalidad vibrante, uno se sentía en su presencia ante alguien que había que escuchar y admirar.
Vaya que vale la pena esforzarse en la vida. Recuerdo perfectamente cuando estuve en Buenos Aires hace unos años en el evento que organizaba José Moscovitz (Z”L) siendo Presidente de Sherit Hapleita en Argentina, celebrando la finalización de la guerra. Fui invitada como representante
uruguaya y surgieron varias actividades y no me daba el tiempo, no podía con todo lo que había que hacer, pero decidí al menos ir a visitar a Jack y por favor si valió la pena!
Antes que nada él tenía que cocinarle a la persona que lo visitaba. Yo ya había almorzado pero él me quería agasajar y me cocinó en mi presencia y tuve que comer de nuevo, jaja, una ternura! Por supuesto sabía que yo era la hija de sus vecinos en Lodz, pero más allá de ese plus, le gustaba
cocinarle a todos sus visitantes. Y hasta me ofreció que volviera a Baires que él me hacía una copia de la llave de su casa, más hospitalario que Jack imposible, porque además abría no sólo su casa sino su corazón. Tuvimos intercambios de mail por sus artículos.
Y su conversación tan profunda tan sustanciosa, esa voz… De esas personas que uno quisiera que vivieran por siempre. De esas personas que cuando se van de este mundo físico, se siente que el mundo estará un poco menos brillante, más débil como si le faltara alguno de los colores al arco iris. Pero sin dudas dejó al mundo mejor a su paso.
Debemos aprender de tu fortaleza de espíritu y seguir aunque con un nudo en la garganta, pero siempre para adelante con fuerza y convicción en nuestra misión de la memoria.
Buen viaje Jack!
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