Por Prof. Rita Vinocur. Publicado en Semanario Hebreo el 11 de Enero de 2018.
La vida a veces presenta grandes sorpresas. Y algunas son bellísimas. Ex alumnos de hace casi 25 años atrás se pusieron en contacto con su profe de inglés del Liceo Nº 30 que además los había llevado al Museo de la Shoá en el año 1993.
Que se acordaran de aquella época con tanta nitidez y cariño y que las redes sociales hayan conspirado en el buen sentido, es un privilegio. Andrés Alberro y Alicia Campo fueron mis ex estudiantes protagonistas. Alicia vive en Montevideo y Andrés vive en Alemania. Todo ocurrió a través de una publicación de Shoá en Facebook, y Andrés me contactó y luego este hermoso encuentro con ellos dos, que en lo que a mí respecta queda para la historia. Gran emoción al verlos es poco decir, la vida los fue moldeando como grandes personas de bien. Qué alegría recibir a jóvenes así que renuevan las esperanzas en la humanidad.
Y qué bueno fue ver su reacción al volver a nuestra sede del Centro Recordatorio del Holocausto que fue donde estuvieron en 1993 para recibir la charla previa al Museo –que fue brindada en ese momento por mamá, Ana Benkel de Vinocur (Z”L) junto a todo su grupo -como hice con todos los grupos que tuve en Secundaria. Mamá siempre se prestaba a recibir a todos mis alumnos con mucho entusiasmo y les brindaba su testimonio sobre sus experiencias en la Shoá, tras el cual visitaban el Museo. Quedaban impactados. Emocionante que se acordaran de ciertas anécdotas que ella relató…
Cuando se educa con amor y pensando en el ser humano ante todo, eso permanece por siempre. Ahora al escribirlo vuelvo a sentir ese sentimiento de alegría de haber sido también una pequeña parte de su educación positiva. Vaya que vale la pena la educación. Siempre digo que los educadores tenemos la posibilidad de sembrar el bien con semillas que nunca sabremos si verán la luz o no y hasta dónde llegarán, pero si algunas llegan, eso ya es suficiente.
Y ese mismo día tuvimos otra visita impresionante: Anett Quaas nuestra queridísima voluntaria alemana de hace 6 años atrás, quien ya había venido a trabajar en nuestra Institución durante varios meses e hizo una tarea formidable. Fue la base para que más voluntarios trabajaran en procesar las Hojas de Testimonio que fueron tomadas en base al proyecto Toda Persona tiene un Nombre creado en Yad Vashem, Jerusalem con los nombres de personas asesinadas en la Shoá brindadas mayoritariamente por sobrevivientes que residen o residieron en Uruguay.
Nuestra institución había dicho sí a su oferta de voluntariado y eso fue antes que cualquier otro país. Por eso vino a Uruguay, conoció a su actual esposo y ya tienen un niño de 4 años. Increíble historia. Ahora permanecerá unos meses en Uruguay y la tendremos nuevamente con nosotros y luego retornarán a Alemania. Y el cariño que cultivó sigue siempre intacto.
También tuvimos la oportunidad junto a Sandra Veinstein y Melina Moreira, de recibir a un visitante nuevo que vive en Brasil, quien vino por primera vez interesado en la Biblioteca y el Museo, Roberto Tavares y agradecidos por su interés.
Y siguieron los bellos encuentros. Recibimos nuevamente al Prof. Jorge Caccia quien es becario del curso de Shoá de Yad Vashem este mes de enero y esperemos se incorpore a futuros proyectos de interés común. Bienvenido todo el que quiera unirse a nosotros.
Muchos recuerdos entrelazados con intensas emociones. Un digno broche de oro de 2017 para el CRH.