Por Silvina Cattáneo. Publicado en Semanario Hebreo el 27 de junio de 2019.
Una jornada conmovedora tuvo lugar en el Centro Recordatorio del Holocausto el 17 de junio. La docente Sandra Veinstein honró la memoria de su padre, Samuel Veinstein (Z’’L), quien fuera sobreviviente de la Shoá, a un año de su muerte. En compañía de docentes del Instituto Yavne, representantes de Proyecto Shoá y miembros del CRH, relató la historia de su padre en un ambiente de profunda emoción. Samuel Veinstein (Z’’L) nació en Hotin, territorio rumano, en 1935, poco antes de que se transformara en territorio soviético. Con la invasión del ejército nazi en 1941 comenzó para Samuel (Z’’L), el menor de la familia, una odisea llena de pérdidas, hambre y una enorme lealtad de parte de su padre, quien no cejó en proteger a su familia de la muerte a manos de los nazis. Cuando el territorio fue recuperado por el ejército soviético Samuel (Z’’L) presenció una postal dolorosa: ver a su padre, un hombre regido por el honor y el deber, enlistarse en el Ejército Rojo. Falleció luchando contra el régimen nazi. Su hermano mayor murió después de la guerra en un terrible accidente, convirtiendo al joven Samuel (Z’’L) y a su madre en los únicos sobrevivientes de la familia. Llegaron a Montevideo en 1948 donde el país los recibió con dos regalos invaluables: paz y libertad. Además de la pasión futbolística que Samuel (Z’’L) compartió con sus nietos, dejó en su hija Sandra una enrome pasión por recuperar la historia familiar y transmitir a las nuevas generaciones lo que sucedió y como lo vivieron sus protagonistas. A través de fotos, música, mapas y anécdotas fue posible realizar un recorrido junto al pequeño Samuel (Z’’L) y su historia de supervivencia en una Europa en guerra. Una de sus últimas imá- genes compartidas fue la foto de un Samuel (Z’’L) sonriente abrazado a sus nietos, Mauricio y Sebastián Taranto. Transmitir, educar e inspirar continúan siendo los objetivos de los docentes del Centro Recordatorio del Holocausto, motivación sintetizada en las palabras de Eli Wiesel que Sandra Veintein eligió como homenaje a su padre: “¿Pero hay esperanza? ¿Hay esperanza en el recuerdo? Tiene que haberla. Sin esperanza, el recuerdo sería morboso y estéril. Sin recuerdo, la esperanza estaría vacío de significado, y por sobre todo, vacía de gratitud”.