El CRH y la formación docente: «Para que no se vuelva a repetir»

El CRH y la formación docente: «Para que no se vuelva a repetir»
4 mayo, 2020 administrador

«Maestra, para que no se vuelva a repetir»

El Centro Recordatorio del Holocausto y la formación docente en Uruguay

Durante el 2019, en medio de los preparativos para la reinauguración del Museo de la Shoá de Uruguay, tuvimos la oportunidad de conocer a Adriana de Vera, estudiante del Magisterio en Educación Primaria en el Instituto de Formación Docente “Juan Amos Comenio” de Canelones. Como trabajo final debía presentar una clase sobre una temática específica del área de Ciencias Sociales: ella eligió la Shoá. Se acercó al CRH, conversó con los docentes, se preparó con ahínco y mucha creatividad y presentó una clase, en una escuela pública, para chicos de 11 años explicando uno de los momentos más oscuros de la historia de la humanidad. ¿El resultado? Nota máxima y alumnos que la sorprendieron con sus respuestas. Aunque la entrevista se realizó el año pasado, celebramos que los tiempos hayan dilatado su publicación para poder compartirla en un momento en que todo rayo de esperanza es invaluable.

 

Por Silvina Cattáneo, publicado en Semanario Hebreo el 24 de abril de 2020.

¿Cómo surgió, ya con hijos adolescentes, la idea de estudiar Magisterio?
Yo no sabía que me gustaba ser maestra. Siempre ayudé en la escuela, fue presidenta muchos años en la Comisión de Fomento y las maestras que tuvieron mis hijos fueron las propulsoras de que yo este acá. Su amor por mis hijos, su vocación, creo que me contagiaron. Además, me ayudaron un montón en algunas cuestiones familiares. Las maestras fueron como el pilar de mi decisión. Ahí descubrí que tenía que devolver un poco de eso que me habían dado y cuando mis hijos crecieron comencé a hacer el liceo nocturno y bueno, al culminar el ciclo básico ya sabía que quería seguir Magisterio.

¿Cómo conociste el Centro Recordatorio del Holocausto?
En mi segunda pasantía -se hacen dos por año, una en primer año (niños de 6 y 7 años) y la segunda en sexto (niños de 11 y 12 años)-, cuando me dieron los temas, tenía que dar Segunda Guerra Mundial. Me apasiona la historia, toda, y en el parcial final donde se evalúa si pasás o no al siguiente año, me dieron varios temas de Ciencias Sociales, elegí los genocidios y en especial el
genocidio judío. Bueno, cómo encaro este tema, me dije, y me pareció muy importante acercarme primero para después  transmitírselo a los chicos. Tengo una maestra que fue docente de mis hijos y que ahora es mi amiga, Fernanda Damiano y ella es muy cercana a Rita (Vino- cur, Directora del Museo de la Shoá de Uruguay) y le pedí que hiciera el contacto para que yo pudiera tener una entrevista. Y bueno, fue surgiendo, Rita me dio una entrevista, luego me comentó de la Biblioteca. Todo se
fue dando, me enamoré del tema y bueno, llegamos a dar el parcial con un éxito rotundo. Nota 12 (la máxima calificación).

¿Tuviste algún recelo al tener que hablar de un genocidio con chicos de entre 11 y 13 años?
En realidad, me parece que todos debemos conocer nuestro pasado, que es necesario, como los niños bien nos dijeron: “Maestra, para que no se vuelva a repetir”, esa frase vino de los alumnos, que tienen muy presente que la historia se debe conocer
en su totalidad, incluso estos hechos puntuales, para que no se vuelvan a repetir. Ellos tienen que ser seres críticos y esto los hace reflexionar, los hace preguntarse “por qué”, por qué alguien tan malo, como lo llaman ellos a Hitler, puede hacer esa cosa tan fea que es un genocidio. La ayuda de Sandra Veinstein, (docente del CRH) al explicarme que el tema no tenía que ser morboso, eso también me ayudó a pensar que le tenía que dar otro giro para no mostrar solo la parte mala de las cámaras de gas y demás, que sí era necesario mostrar los campos de concentración, los guetos, todo lo que pasaron, pero siempre vinculándolo a la reflexión.

¿Cuál fue la actitud de tus evaluadores cuando anunciaste el tema?
Mi maestra, Carmen Palomeque, me apoyó siempre. A ella le interesa el tema de la guerra, es muy sensible y creo que se necesita de sensibilidad para poder presentarlo. Me comentaron que hacía mucho, mucho tiempo, que no se daba este tema. En
realidad la II Guerra Mundial se da siempre, pero no el genocidio judío. Sin embargo mis superiores respetaron mi decisión y creo que la nota, un número no es el fin, pero sí refleja la recepción que tuvo. La escuela donde hice la pasantía se llama Juana
de Ibarbourou, es la No226 y está en la ciudad de Las Piedras, Canelones, turno tarde. La directora es Nancy Bentancur y ella fue una de las jurados, que me tomó la prueba.

¿Cómo fue la dinámica que preparaste para presentar el tema en la clase

Yo atendí a la diversidad del aula y a la diversidad de aprendizajes, fueron 25 alumnos. La idea era dividirlos en cinco grupos donde tuvieron diferentes consignas, con una pregunta en común que debían responder y era “¿de qué forma podemos contar el genocidio judío?”. Un grupo, “Los pintores de la historia” (porque cada grupo tenía un nombre) debían dibujar en una cartulina la vida en los guetos, porque ya habíamos trabajado pinturas de los guetos, un material que llevamos de la Biblioteca de Shoá Simón Wiesenthal, del CRH, y partiendo de ahí ellos dividieron la cartulina en dos y pintaron la vida dentro y fuera de los guetos. Otro grupo tenía que analizar un poema, “La humillación amarilla” (Raymond Federman 1928-2009), que habla de la estrella judía que les cosían en la ropa y cómo la mamá se lo relata al hijo. Otros eran los “Periodistas al día” y tenían que imaginar una entrevista breve entre Hitler y un periodista judío luego de terminada la guerra, representados por títeres. El último
grupo tenía una foto del día final de un judío en los campos de concentración, había sobrevivido pero su frase decía “Día triste muy triste” y debían reflexionar sobre eso y fueron unas reflexiones maravillosas, porque ellos… me emociono (se
le corta la voz), ellos decían que él debía estar feliz porque había sobrevivido pero era muy triste porque había perdido a su familia y por sobre todo había perdido su identidad durante mucho tiempo. Estos niños me sorprendieron ampliamente…

¿Qué otras reacciones recuerdas de los chicos en esos grupos de trabajo?
Los del video, por ejemplo, me dijeron “Maestra, es una historia muy triste, es un tema muy triste y verlo no está bueno pero es necesario y si en necesario lo tenemos que hacer”. El pintar la vida del gueto, afuera con unos colores rojos, verdes, el sol, y adentro con negros, marrones. Yo no podía, en ese momento, decirles lo que tenían que hacer, yo solamente preparé los grupos acorde a las características de cada uno: a los que eran menos participativos los puse a dibujar, los más introvertidos con la pintura y el dibujo se iban a poder expresar. Los que eran más charlatanes o más sueltos fueron los periodistas y así fui armando los grupos. Solamente les di la consigna escrita de lo que se pretendía. Pero ellos tuvieron la impronta en todo, en el diálogo, en el dibujo, al responder.

Mucha gente cree que este es un tema muy oscuro, que no es un asunto para hablar con los niños, que es mejor dejarlo pasar o ignorarlo. ¿Cuál es tu mensaje para quienes creen que estos temas con los niños no se hablan?
Yo creo que es todo lo contrario. En la actualidad, si bien no hay un genocidio de esa magnitud, hay mucho odio por el otro, hay bullying en las escuelas, por la raza, por la elección sexual, por lo que sea. Incluso te digo más, me atrevo
a decir, como Rousseau, que los niños son puros, son buenos, es la sociedad la que los corrompe y creo que los grandes son quienes les inculcan ese pensamiento. Porque ellos cuando están solos, entre ellos, se adoran, pero a veces el adulto pone
la semilla de su pensamiento en el niño y bueno, obviamente influye, porque si es su familiar o alguien ta con muy cercano, influye. Por eso yo creo que los niños deben conocer este tema. Obviamente tomando en cuenta su edad, porque no les puedes hablar a los chiquitos de jardín de la misma manera que le hablas a los de sexto, pero sí deben conocerlo, porque es parte de la historia, porque estamos formados por todo lo que pasó, y se lo expliqué haciendo una línea de tiempo: llevamos un
mapa gigante para que ellos vieran donde se focalizaban los conflictos y que nosotros acá abajo, más al sur, de alguna manera sufrimos y estuvimos involucrados también y que recibimos sobrevivientes. Bueno, la mamá de Rita fue una de ellos. Les mostré que no somos ajenos, que las cosas no pasan tan lejos, en otro país y que acá en Uruguay no pasa nada.

¿Cuál fue el objetivo de la entrevista con Rita Vinocur a partir de la experiencia con su mamá, Ana Benkelde Vinocur?
En realidad, para dar el tema de genocidio y en especial el judío, consideré necesario saberlo de alguien cercano. Mis hijos visitaron el Museo de la Shoá de Uruguay con Fernanda (Damiano, su do-
cente) y fue un antes y un después para ellos. Yo no sé si son sensibles porque su mamá es sensible (risas) pero bueno… Ahora ya son grandes, tienen 16 y 18, pero fue un antes y un después y yo dije “Bueno, si ellos fueron, conocieron, les cambió la
manera de pensar, yo eso le tengo que transmitir a los niños”. Yo no los podía traer (al Museo) porque bueno, hay algunos costos, pero tenía que venir yo y contarles, incluso les mostré el video que grabé del Museo, así que esa fue al razón de la entrevista: acercarme a Rita y que ella me contara de primera mano cómo pasaron las cosas. Yo soy muy receptiva, creo, me sensibilizo con el tema y eso fue lo que les transmití a los niños y creo que salió redondo porque ellos lograron captarlo.

¿Qué aprendiste tú como persona de toda esta experiencia?
Yo se lo comenté a Rita el día que le hice la entrevista, que si bien a mí la historia me apasiona, no sabía que me gustaba tanto este tema. Me involucré, la verdad, profundamente. Y sé tanto, en estos meses, estamos hablando de julio en adelante (la entrevista se hizo en noviembre de 2019) que nunca pensé que tendría ansias por saber más, ya que ahora entiendo un montón
de cosas que antes no entendía. Y como dijo Rita, esto nos sirve no sólo para conocer la historia sino para ayudar a los niños a comprender al otro, a que se pongan en el lugar del otro, a que nos tenemos que aceptar como somos, a querernos como somos. Para mí fue un aprendizaje inesperado.-