60 años de “Una ventana
abierta al mundo judío”
Palabras del Prof. Oscar Destouet, miembro de la Comisión Directiva del CRH, en homenaje al 60º aniversario de Semanario Hebreo.
Sesenta parecen muchos años pero depende desde donde se lo mira, si pensamos en los años que le queda por transitar no son tantos. Sólo cumplió la mitad de los deseados.
La primera vez que visité Israel llevaba el número de teléfono de Ana, hija de José fundador del Semanario Hebreo, ahora dirigido por ella. La conocía solo de nombre y al Semanario lo había hojeado algunas veces en casas de amigos. A José Jerozolimski tampoco lo había conocido pero había escuchado hablar mucho de él. Lamentablemente no llegué a tiempo, falleció un 31 de julio del 2004. Conocí en Jerusalén a su esposa, hijos, nietos y yerno, y con ellos y en ellos su obra.
Desde hace 12 años soy un asiduo lector del Semanario, y hasta me atreví a escribir varias veces artículos sobre la Shoá, un honor. Ana y su familia son mis amigos en Israel, no los únicos pero sí especiales. En las tres oportunidades que pude visitar Israel, ir a su casa era como estar en la mía propia. Si antes respetaba y defendía al Estado de Israel, el Semanario y la familia Jerozolimski fortalecieron mi cariño al pueblo y al Estado de Israel.
Cuenta la historia que esta titánica tarea comenzó a gestarse en una publicación vocera de la Federación Juvenil Sionista cuyo primer ejemplar se publicó en Montevideo el viernes 2 de julio de 1954, siendo su redactor responsable José Jerozolinsky y actuando como directores Raúl Blisztein y Luis Skudzicki.
Inicialmente el Semanario formó parte de un proyecto de comunicación judía que incluyó además una audición radial la Voz de Sión en Uruguay, que perduró más de tres décadas, y un programa televisivo en Canal 10 llamado Amistad de Uruguay-Israel. Preguntar y preguntarse ha sido una línea permanente de trabajo desde los inicios.
A lo largo de estos 60 años innumerables personas de la política, las artes, el deporte, la ciencia y trabajadores en Israel y de Uruguay fueron entrevistados. Revisando sus hojas podríamos reconstruir la historia social de dos pueblos, sus desafíos, sus dificultades y proyectos. La búsqueda de paz y una coexistencia basada en el respeto a la diversidad fue (es) una prédica constante.
Cada semana descubro el milenario y diario trajinar de un pueblo valeroso, cercano y lejano al mismo tiempo, y también valores universales que compartimos y son parte de mi lucha: la antidiscriminación, la democracia con toda su pluralidad de opiniones y la permanencia de los recuerdos que construyen una memoria liberadora.
Me han preguntado cómo un no judío lee semanalmente el Semanario Hebreo y es un estudioso de la Shoá. Mi respuesta es simple. La violencia extrema, la discriminación y la segregación de unos humanos considerados como “otros” sin protección afecta no solo a los violentados sino a todo ser humano que se precie de tal. No puedo ser indiferente. No lo quiero. Mi pensar y acción siempre se ubican junto al discriminado y a las víctimas del poder.
El pueblo judío ha dado científicos, escritores, deportistas, músicos magistrales y por doquier buena gente. Fue el único pueblo que los nazis definieron como no humano y que deberían ser perseguidos y exterminados de la faz de la Tierra. No lo lograron, pero 6 millones
fueron asesinados, y hoy con otros ropajes se los continúa estigmatizando. El Semanario Hebreo es en Uruguay un faro de denuncia y portavoz de fiel memoria.
Escuchando una conferencia del Rabino Lord Jonathan Sack (TED 2017), recientemente fallecido, me ayudó a interpretar el significado que tiene el Semanario Hebreo (…)
«en esta época veneramos el yo, lo mío, lo propio. Está genial, pero no olvidemos que biológicamente somos animales sociales. Al tener mucho “yo” y poco “nosotros” puede que nos encontremos vulnerables, temerosos y solos. Creo que la forma más sencilla de salvaguardar al futuro “tú” es fortalecer al futuro “nosotros” en 3 dimensiones: el nosotros de las relaciones, el nosotros de la identidad y el nosotros de la responsabilidad. Puedo decir con seguridad que son las personas que no se nos parecen las que nos hacen crecer. Nos rodeamos casi por completo de personas como nosotros, y sus miradas, opiniones e incluso sus prejuicios son como los nuestros. Creo que debemos renovar los encuentros con personas que no son como nosotros. Podemos estar en total desacuerdo y aún así ser amigos. Las personas que no son como nosotros son solo personas, como nosotros. Cada vez que estrechamos la mano a alguien de otra clase, credo o color diferente al nuestro sellamos una de las fracturas de nuestro mundo herido».
Queda mucho por caminar juntos, y el Semanario seguirá siendo una voz escrita de dignidad y libertad. Feliz 60 aniversario.
Mazal Tov.-