Transmitir la Shoá, una tarea de todas las generaciones
Lic. Ignacio Gerfauo Woloszyn, publicado en Semanario Hebreo el 23 de noviembre de 2021
En el pasado viernes 5 de noviembre, tuve el placer de participar como acompañante a las profesoras Sandra Veinstein subdirectora del Museo de la Shoá de Uruguay y Gisela Spinola del Centro Recordatorio del Holocausto de Uruguay, en mi calidad de educador de Proyecto Shoá, a una visita realizada por estudiantes de la Universidad de la Tercera Edad (Uni3) de Uruguay.
Un grupo que mostró respeto e interés, realizando intervenciones, preguntas y comentarios. Si bien los asistentes trabajan en su seminario la Segunda Guerra Mundial, se trató de una experiencia muy enriquecedora donde todos pudieron ampliar su perspectiva de lo que significó la Shoá en tanto evento histórico paralelo a la guerra. Algunas personas pudieron hasta aportar testimonios de vida y recuerdos de los eventos.
El Museo es un lugar muy especial, que desde la primera vez que tuve la oportunidad de conocerlo supe que quería volver a contactar con lo que se muestra en ese lugar. Se tratan de historias a ser contadas, a ser pensadas y procesadas. “La historia no es el pasado, es el presente” cuenta una frase por ahí. Esto es lo que se transmite en este lugar. Y bien digo ‘transmitir’, ya que esto es mucho más que contar. Es prestar palabras, miradas, sentimientos y emociones al contactar los hechos con quienes escuchan. Y para todo esto se necesita de cuerpo y mucha energía. Es poner en narración lo indecible de esta catástrofe: la angustia, el dolor y el sufrimiento que sólo quienes lo vivieron pueden dimensionar. Dar palabra al dolor es parte de procesar lo vivido y es un acto de justicia en sí mismo, en lo cual hablamos para que no se repita.
Es un honor para mí en tanto joven nieto de inmigrantes ucranianos seguir continuando con este legado que, en palabras de Santiago Kovadloff: “Seguimos siendo siempre lo que fuimos y, más aún, lo que no sabemos que fuimos, prefigurados también en aquellos que nos precedieron, del mismo modo que albergamos ya al que no somos todavía y a quienes serán remotamente a través de nosotros, fundidos todos en un latido único que insiste y golpea, lo sepamos o no, podamos o no reconocerlo”.
Queda claro que tanto Sandra como Gisela y Rita y los demás guías logran este cometido de transmitir con gran calidad y sentimiento, y esta es una de las razones por la cual me acerqué para acompañar este proyecto. No se trata de una tarea única de la colectividad judía, sino de la sociedad toda. Cualquiera que escuche a quienes participan de este proyecto puede ver no sólo en sus palabras, sino en los actos, la mirada y el cuerpo, todo el amor por su pueblo, por la justicia y un ferviente anhelo de erradicar la indiferencia de nuestras comunidades.-