Entrevista con Luis Bergatta, director del Museo de las Migraciones de Uruguay

Entrevista con Luis Bergatta, director del Museo de las Migraciones de Uruguay
8 junio, 2022 administrador

Sobre el Uruguay compuesto por todos sus hijos y un museo que enseña sobre la sociedad uruguaya

Fue gracias al esfuerzo conjunto entre el MuMI y el Centro Recordatorio del Holocausto, plasmado en la exposición inaugurada hace ya casi un mes, que nos contactamos directamente con Luigi (Luis) Bergatta, cuyo apellido deja en claro que también sus mayores llegaron en algún momento de tierras lejanas a las costas de nuestro país. Es el Director del MuMI y el Complejo Cultural “Muralla Abierta”

 

Por Ana Jerozolimski

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Luis , comencemos con tu presentación. ¿Qué te parece oportuno contarme para que los lectores te vayan conociendo?

Ante todo, que nací en Rincón del Cerro (Montevideo rural), en el seno de una familia chacrera (agricultores-granjeros) y en una localidad formada por migrantes y descendientes de migrantes, trabajadores de la tierra. O, como me gustar decir: vengo de un lugar a tan solo 17 km de la ciudad, pero a 100 años en la historia.

Desde muy pequeño, junto a mi familia, me dediqué a las tareas asociadas a la agricultura y la granja, mientras estudiaba en la Escuela Pública Nº 159 y desarrollaba un sentido y gusto particular por la historia y la geografía. Con los años ese gusto se convirtió en pasión, lo que me llevó a estudiar lo que sería mi primera profesión: Arqueología, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE) de la Universidad de la República (UdelaR). Mientras me adentraba en esta disciplina descubrí que, en este país y en gran parte del continente, la misma es una Ciencia Antropológica junto a la Antropología Social y la Antropología Biológica. Con la Antropología adquirí una nueva forma de ver y entender a las sociedades, a los grupos humanos (pasados o presentes). El mundo y mis ojos habían cambiado para siempre, y había ganado un cucharín para escudriñar la historia, nuestra historia, y también mi historia. El mundo se volvió gigante y fascinantemente diverso, una fuente inagotable para una mente curiosa.

Qué hermosa descripción…

Luego de la crisis económica y social en Uruguay en el año 2002, y al igual que muchos residentes en este país, decidí migrar buscando mejor suerte y dejando un mundo y adentrándome en otro. Un aquí y allá que me acompaña hasta hoy. Con el tiempo decido volver de Barcelona, la primera ciudad que habité, para retomar mis estudios. Sello ese compromiso en mi piel, con mi hasta ahora único tatuaje. Una figura animal, formada por líneas en un paisaje rocoso y desértico del Perú, que la cultura nazca, en otro tiempo, le regaló al cielo.

Mientras compaginaba el estudio con trabajos me incorporé a un Programa de Investigación Arqueológica en la FHCE sobre las Misiones Jesuíticas y el rescate de su identidad en el actual territorio uruguayo. Esta investigación, implicaba, entre otras líneas, el relevamiento y registro en todo el territorio de imágenes producidas, portadas y veneradas por indígenas misioneros durante el período jesuítico (1609 – 1767) y post jesuítico (1768 – 1830 aprox.) de las Misiones Jesuíticas del Paraguay, y que por distintos procesos socio-históricos y culturales, así como las historias de las personas que las portaron, se dispersan por todo el territorio. Esta investigación me permitió conocer la casi totalidad de localidades, pueblos, ciudades y parajes del país, además de llevarme a una nueva pasión, los museos. Ese mundo de mundos.

Aprendiste viajando por la historia, investigando…

Así es. Mis primeros pasos en este nuevo mundo fueron en el recientemente creado Museo de Arte Precolombino e Indígena de Montevideo – MAPI (2004). Ahí me desarrollé en varias áreas, primero en la Educativa, luego en Conservación y Reserva Técnica (llegando a ser Coordinador de la misma) y posteriormente en el área de Exposiciones (Coordinador y Curador), mientras me formaba en Museología (FHCE-UdelaR), y en Gestión de Patrimonio y Museos en la Universidad Católica de Córdoba, Argentina. Con los años, llegó la oportunidad de realizar una síntesis entre mis estudios al curar la primera exposición arqueológica y etnohistórica internacional del país “Uruguay en guaraní. Presencia indígena misionera” (2014-2018) en Roma, Hamburgo, Valencia, Alicante, San Petersburgo, Beijing y Montevideo. Entre los objetos expuestos estaban esas imágenes que casi una década atrás había relevado y registrado para la Universidad por todo el Uruguay. Este, y otros trabajos con museos del exterior, me llevó a conocer numerosas posibilidades y visiones museales. La que más me inspiró fue la de los Museos Comunitarios Latinoamericanos, por sus formas amplias de participación social. A partir de ahí fui trabajando en una línea expositiva que tenía como eje principal la “participación social” en la construcción de relatos. Esta línea me permitió co-crear exposiciones y facilitar herramientas curatoriales y museográficas en variados proyectos con distintos grupos sociales: Pueblos originarios, Niños y adolescentes, Mujeres rurales, Artistas, Beneficiarios de Programas Sociales, entre otros.

¿Y al MUMI cuándo llegaste? Sé que no hace mucho.

En el año 2021, y luego de casi 14 años de trabajo en el MAPI, obtengo por concurso abierto y público la dirección del Museo de las Migraciones – Complejo Cultural “Muralla Abierta” (institución perteneciente al Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo), hoy MuMi – Muralla Abierta.

 

Aprendamos sobre el museo que aborda las raíces de la sociedad

Es importante conocer al MUMI en general y el compromiso que creo irradia su creación misma en un país como Uruguay en el que todos en algún momento bajaron de los barcos, aunque no sólo de los barcos. ¿Qué consideras oportuno que los lectores sepan?

El pasado 18 de diciembre el MuMi (Museo de las Migraciones) y el Complejo Cultural “Muralla Abierta” (institución mayor que lo engloba y que tiene su razón de ser por albergar en su predio parte del Sistema de Fortificaciones de la antigua ciudad colonial de Montevideo, específicamente la Muralla de Montevideo) cumplieron sus primeros 10 años de vida. Lo celebramos reabriendo nuevamente las puertas a la ciudadanía luego de la crisis sanitaria y de obras edilicias que lo mantuvieron cerrado por casi dos años.

En sus inicios el museo estaba orientado a visibilizar y poner en valor los distintos aportes de las diferentes inmigraciones (históricas y contemporáneas) en el país. Desde esta nueva dirección se amplió la temática al incorporar, junto a Migración, dos nuevos conceptos rectores: Movilidad Humana y Experiencia Migrante. En este incipiente modelo, participa también la Universidad de la República (UdelaR), a través de la instalación en el propio museo de un Programa-Laboratorio de Investigación en Arqueología en Ciudad Vieja (centrado en el sistema de fortificaciones de la antigua Ciudad colonial) y el Centro de Estudios Interdisciplinarios Migratorios (CEINMI), ambos de la FHCE; así como con la colaboración del Departamento de Tecnologías para la Comunicación Visual de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) también de la UdelaR. Junto a ellos, el barrio, las comunidades y colectivos, las personas, y organismos e instituciones nacionales e internacionales estamos desarrollando y trabajando en distintas líneas y proyectos museales, sociales, educativos, académicos y culturales, desde exposiciones con las comunidades hasta el desarrollo de un Mes de las Migraciones en Uruguay (18 de noviembre – 18 de diciembre), dedicado a la reflexión, memoria y celebración; siendo el presente año su segunda edición. Asimismo el museo colabora con organizaciones de vecinas y vecinos del barrio en acciones sociales como lo es la “Olla Popular Ciudad Vieja” que funciona, desde hace un año, todos los domingos en el Área Arqueológica del Complejo.

Celebración del Día de África, el 25 de mayo

Conexiones personales que llevan a lo general

¿Cuál es tu conexión con el museo? Por tu nombre original, Luigi, está claro que tú también tendrás una historia familiar de inmigración.

Ciertamente son varias. Se relacionan tanto con mis estudios, como con mis inquietudes, mis raíces e historia de vida. Que, al igual que la de cualquier persona, está ligada a la movilidad.

En cuanto a mi nombre, esa es otra historia. Luis es el nombre que me fue dado. Tercer generación de un nombre que compartí hasta hace poco con mi padre y abuelo. Tal vez por ello, nunca hubo posibilidad en mi infancia y adolescencia de que me llamaran por ese nombre o por su diminutivo “Luisito” dado que éste también había sido asignado. Desde muy pequeño me acostumbre a recibir, desde el cariño, apodos. “Chico” fue el primero y Luiggi el que más se hizo popular, al final el que se impuso, y lo adopté como nombre. Es como un nombre elegido. Un poco italiano, como la historia de parte de mi familia, y fonéticamente parecido a “Luisito”. Lo cierto es que casi sin pensarlo sigo con la tradición familiar. Así son las tradiciones, están ahí para enraizarnos, como lugares de identidad, memoria y pertenencia, pero a la vez son dinámicas, se transforman, se mueven, viven.

Qué linda la historia de tu sobrenombre. Vayamos al museo. ¿Se puede hablar de un mensaje del Museo, un mensaje dirigido a la ciudadanía en general?

Ciertamente. Ya entrando en el museo y como antesala a las salas expositivas, nos encontramos con una frase que nos recuerda que todos compartimos un mismo espacio, tiempo y quizás destino, el de estar juntos en este viaje que es la vida. “Solo hace falta un cielo estrellado para recordar que estamos prendidos a una roca migrando en el infinito. Tu historia, la historia de la humanidad, del planeta y el universo que lo contiene te trajo aquí. Te damos la bienvenida, migrante!”

Entre lo nacional y lo comunitario

¿Es un desafío complejo tener una identidad nacional que todos compartamos al menos en términos generales y al mismo tiempo que cada componente de la sociedad preserve su propia identidad?

Ciertamente es un reto para cualquier Estado Nación, y para cualquier otro tipo de organización social en un territorio pasado o presente, y para la sociedad global. Hay casos tímidos pero interesantes en el mundo que van en la línea de reconocer y valorar las diversidad de expresiones en un territorio. Así como hay casos que van en el sentido contrario. Igualmente nada es lineal, ni siquiera la historia. A nivel antropológico es un tiempo interesante; la comunicación, la inteligencia artificial, lo digital, nuestra propia movilidad por nombrar algunos aspectos, ha hecho del mundo un pueblo, y de un pueblo un mundo. Frente a estos procesos, locales y globales, no podemos hacer muchas predicciones. Somos observadores a la vez que actores de una parte de esta historia, la de la humanidad.

La experiencia del museo en este sentido es muy interesante. Tanto la “Fiesta de las Migraciones”, una celebración multitudinaria que se realiza todos los años en esta institución el último fin de semana de noviembre y que convoca a un encuentro de muchas tradiciones, olores y sabores, colores y  formas, músicas y danzas, como el resto de actividades culturales que llevamos adelante en el año nos da algunas pistas de por dónde transitar y generar puentes y espacios interculturales. Validar la diferencia entre los residentes de un territorio, personas, colectivos o comunidades, en el marco de una celebración, nos permite entre otras cosas reconocernos como diversos, a la vez que combate y deconstruye prejuicios y estereotipos sociales; que la/ el “diferente” sea únicamente la/el “migrante”, la persona que no nació en un espacio dado, país, ciudad, región, localidad. A la vez que reconocer y valorar su aporte como portador de otra cultura, historias, saberes, proyectos y sueños. Para ello generamos y desarrollamos distintos instrumentos para participar en la construcción de relatos y espacios, visibilizar identidades y experiencias colectivas y personales, poniéndolas en valor junto a la sociedad, las comunidades, los grupos, las personas. Crear ciudadanía, global y local.

 

Junto al equipo del museo en la primera Fiesta Inter Culturas en el MuMI-Muralla Abierta (mayo 2022)

 

Me reforzó ideas que ya tenía. Un país de pocas y muchas personas a la vez. Somos un país diverso, con orígenes diversos, aunque prime otra idea. No llegamos únicamente de barcos, ni solo de Europa, ni a poblar un territorio desierto. Nuestro relato fundacional, su construcción, dejó de lado miles de años de movilidad, muchas expresiones culturales e historias de personas. Rescatarlas es un compromiso con la Historia (nuestra historia) y con las personas que han inmigrado más recientemente, al intentar no repetir errores y horrores del pasado.

Trabajar con las comunidades, las históricas y las actuales, ponerlas a dialogar, festejar y compartir sus memorias y tradiciones es el camino que el museo decidió recorrer.

Hay una idea que se forjó y me quedó grabada al empezar mi dirección. La misma surge a partir de la interpretación que la arqueóloga a cargo del Laboratorio en el museo, Elizabeth Onega, hace en cuanto al error estratégico militar que se cometió cuando se planeó, proyectó y construyó la muralla colonial que protegía la naciente ciudad, hoy parte del Complejo. Se dejó afuera de la misma a las aguadas (fuentes naturales de agua). Y, cuando la ciudad era sitiada o asediada se envenenaba o se limitaba su acceso, sufriendo la población sus consecuencias. La moraleja que nos regala este relato, es que si vamos a reconstruir una muralla, ahora abierta que nos una y proteja, no podemos volver a dejar afuera lo esencial, en esta caso a las personas.

Mensaje central por cierto. ¿Te parece que es importante no sólo conocer sobre la integración de los distintos grupos a la sociedad uruguaya sino también sus tradiciones y costumbres de ayer y hoy?

Es importante y vital conocer y conocernos, compartir tradiciones y costumbres y hacerlo en espacios de integración, respeto, diálogo y celebración, y en función de los diferentes territorios donde se inscriben. No solo es importante para la sociedad uruguaya, más cerca es esencial para el entramado social y diverso del Barrio Ciudad Vieja, así como para el entramado de la ciudad y el departamento de Montevideo. Y también los es en relación con otros territorios más grandes: el Río de la Plata, Sudamérica, Latinoamérica, América y el Mundo.

La quinta esencia de la cultura es su dinámica. Dinámica alude a movimiento, y éste a movilidad, nos movemos. La cultura es caminar y es la que construye los caminos por los cuales andamos. Nuestra movilidad trae cosas nuevas, nuevos estímulos, fórmulas, saberes, colores, creencias, y todo ello a la vez trae también grandes desafíos. Más ahora, en tiempos de hiperconexión e hipermovilidad, salvaguardar a las comunidades, sus tradiciones y costumbres, y articularlas en un mundo cada vez más global para generar a la vez una ciudadanía local y global, supone un camino y un lindo reto para éstas y futuras generaciones; y para los museos (esa grandiosa idea que a través del tiempo y de la geografía planetaria ha ido calando cada vez más fuerte en cada expresión cultural para constituirse en un verdadero instrumento social al servicio de los pueblos y su gente) en el presente y futuro.

¿Algo más que desees agregar? Todo lo que consideres oportuno.

Me gustaría agregar que soy un creyente, un convencido de las ideas, de las formas y fuerzas que las ordenan, alimentan, giran e impulsan. Las personas y las sociedades todas, estamos llamados a habitar nuestros inviernos (nuestros pasados, con sus conflictos y contradicciones, nuestras experiencias, nuestras tradiciones, costumbres y formas) para vivir nuestros presentes (nuestros compromisos, con uno mismo y su historia, con el Otro y con la sociedad local y global) y soñar los veranos (imaginar y delinear futuros posibles). Sin olvidar que: existen tantos inviernos, presentes y veranos como personas, porque existe el “Otro” (que debiera dejar de ser un “Igual pero inferior” en nuestro imaginario); y que nada en el Universo, ni siquiera él mismo, es para siempre.-