Homenaje a Nat Ross, sobreviviente de la Shoá, quien cumplió 101 años 

Homenaje a Nat Ross, sobreviviente de la Shoá, quien cumplió 101 años 
11 abril, 2023 administrador

Homenaje a Nat Ross, sobreviviente de la Shoá, quien cumplió 101 años 

Por Sara Pachter, publicado el 24 de marzo de 2023 – aishlatino.com

Nat Ross fue obligado a cavar su propia tumba  en Auschwitz. En la Marcha de la Muerte casi lo matan. Pero acaba de cumplir 101 años. El mismo acto que salvó la vida de  Nat Ross en Auschwitz también fue el  que casi provocó su muerte.

Nat trabajaba construyendo un sistema de alcantarillado en Auschwitz.  Mientras trabajaba, encontró restos de  papas y de inmediato los escondió en  sus pantalones. Cada semana, los nazis obligaban a los prisioneros judíos a quitarse la ropa y arrojarla a una gran  olla de agua hirviendo para desinfectarla. Nat ató los restos de papa en la  pierna de su pantalón y las hirvió junto con la ropa. Esos restos de papas lo  mantuvieron con vida.

Pero entonces los guardias de la SS descubrieron su táctica. Lo arrastraron  hacia un costado y lo obligaron a comenzar a cavar su propia tumba.

“Con un arma apuntándome a la cabeza, cavé y cavé. Sabía que eran mis  últimos instantes de vida. No sabía qué  había del otro lado, por lo que empecé  a rezar. No recé sólo por mí, recé por todas las personas en mi vida, incluso por mis amigos cristianos”.

El guardia nazi le ordenó que se  acostara al lado de la tumba para ver si entraba. Cuando decidió que no era  suficientemente larga, le ordenó que se  levantara y siguiera cavando.

En el momento en que Nat se puso de pie, otro prisionero colapsó. El guardia miró a Nat y el dijo: “Bueno, parece que es tu día de suerte”. Él llevó al prisionero muerto a la  tumba destinada para Nat.

Nat sintió enorme gratitud, pero al mismo tiempo experimentó la culpa de los sobrevivientes. La muerte lo rodeaba a diario. Frecuentemente veía  prisioneros que se suicidaban arrojándose contra la cerca eléctrica.

Nat sentía que su misión era vivir  para poder contar un día su historia. Después de años de tortura, su voluntad de sobrevivir se desvaneció. Corría el rumor de que la guerra había terminado. Los nazis recolectaron a los prisioneros de cada campo y los obligaron a marchar descalzos en la nieve. Cuando alguien caía, lo mataban. Los guardias no querían desperdiciar balas. En vez de disparar, golpeaban a los prisioneros con el dorso de  sus bayonetas. Las balas las usaban “sabiamente”, matando a tres prisioneros parados en fila con una sola bala. En un momento durante la marcha  de la muerte, los guardias de la SS se detuvieron en una granja para tomar  un pequeño descanso. Nat vio que había algunas montañas de heno, pero  sabía que si se atrevía a acostarse, lo  matarían. No le importaba. Si lo iban  a matar, que lo mataran allí mismo. Se acostó y se durmió. Se despertó 17 horas más tarde, y vio que todos se habían ido.

Había otros dos prisioneros que se habían escondido muy cerca. Un granjero local vio a los tres hombres y los delató. Un soldado alemán encontró a Nat y sacó su arma para matarlo. Nat gritó la plegaria judía: “¡Shemá Israel!”. El alemán apretó el gatillo, pero el  arma no funcionó. Nat corrió hacia un  lugar seguro.

En Auschwitz 

Nat no tuvo fuerza emocional para  compartir su historia hasta muchos años más tarde. Particularmente le  resultaba difícil contar lo que ocurrió  con su madre.

Cuando el tren llegó a Auschwitz,  lo separaron de su madre. Todo lo que él quería era abrazarla y darle un beso. Nat comenzó a llorar al recordar: “Puedo verla en mi mente. Justo frente a mí, ella trata de agarrarme y yo trato  de aferrarme a ella, pero no puedo alcanzarla”. Su madre y sus dos hermanas fueron  asesinadas de inmediato.

Cuando Nat y su hijo Jay viajaron a  Auschwitz, Jay no sabía cómo iba a reaccionar su padre.

“Su mente quedó compartimentada.  No manifestaba emociones, pero sabía  exactamente dónde estaba su búnker. Recordaba todos los detalles 70 años más tarde”.

Nat era el único sobreviviente del grupo y lo trataron como a una celebridad. Él le mostró a todos las diferentes secciones de Auschwitz usando sus recuerdos de primera mano para guiar  al grupo.

Nat pudo controlarse cuando estaban en Auschwitz, pero después se quebró al llegar a la tumba de su abuelo, donde estuvo solo con su hijo.

Los nazis lo trataron como a un animal, pero Nat no dejó que la forma en  que lo trataban determinara su valor.  Él sabía que su dignidad venía de Dios. Nat creía firmemente en Dios. “Cada  día me levantaba a rezar. Eso me dio  fuerzas entonces y me da fuerzas ahora”.

A pesar de los duros recuerdos de Auschwitz y de las pesadillas que tuvo durante toda su vida, no guardaba odio en su corazón. Nat creía que el odio surge de la ignorancia.  “Las escuelas no enseñan más sobre el Holocausto. Mi bella nieta dio una charla a su clase sobre el Holocausto y compartió mi historia, y ninguna  persona había escuchado hablar del Holocausto”.

Hoy, Nat recuerda y comparte su historia para que no sea olvidada. En honor a su cumpleaños 101, toda  la familia viajó para compartir con él ese momento. Personas desconocidas de todo el  mundo le enviaron tarjetas y buenos  deseos.

Mitch Edelstein, el director ejecutivo de la vivienda asistida donde Nat vive, dijo: “Tuvimos que cerrar las líneas telefónicas durante varias horas, porque estaban recargadas con toda la gente que llamaba para desearle un feliz cumpleaños”.

“Sentí mucho amor. Mi corazón rebosaba de alegría”, dijo Nat.-