
Homenaje del Centro Recordatorio del Holocausto de Uruguay al embajador Millington Drake, quien salvó una familia judía sin siquiera conocerla
Escribe: Dr. Israel Jamitovsky
Fuente: www.aurora-israel.co.il
Imágenes:
www.anglo.edu.uy/institucional/
Diego Fischer es un destacado, escritor, guionista y columnista uruguayo. En su excelente libro Tres hombres y una batalla, Fischer aborda el despliegue del embajador británico Millington Drake en Uruguay y en especial su rol en el hundimiento del Graf Spee, el papel que jugó en este hundimiento Alberto Voulminot y a una tercera historia que es menos conocida y a la que me voy a referir en estas reflexiones.
Wilhelm Spielmann era un típico judío vienés. La familia poseía una posición acomodada lo que le permitió recibir una buena educación, acceder a una excelente formación cultural y como buen austríaco se sintió atrapado y atraído por la música. A su mujer Sidone Schwarztein la conoció en la Ópera de Viena.
Su judaísmo fue bastante tibio. Festejaban el Nuevo año Hebreo así como el Día del Perdón pero también celebraba las Navidades. Combatió en la Primera Guerra Mundial por Austria y estaba totalmente identificado con su país. Wilheim era un enamorado de la naturaleza y de ahí que se afincaron muy cerca de los Bosques de Viena. La pareja tuvo dos hijos.
Desde muy joven comenzó a trabajar en el Banco Brull Kallmus y realizó una carrera meteórica carrera, de tal suerte que el 10 de junio de 1934, la Cámara de Comercio Mercantil e Industrial de Viena le entregó una medalla y un pergamino en mérito a su trayectoria y vocación de servicio.
Todo esto pasó a un segundo plano. Al asumir Hitler el poder en Alemania en 1933, aflora en Austria una ola de identificación con el nazismo especialmente en su generación joven. Los hijos del matrimonio Spielmann comenzaron a sentir en el espacio en el que desplegaban sus estudios, el desprecio de sus compañeros nazis ante la pasividad de sus profesores.
La suerte de la familia fue que poseían un amigo angloamericano rotulado Thomas que residía en Viena durante tres décadas y era cliente del Banco.Aún previo a la anexión de Austria por Alemania, insistió en la necesidad de que la familia Spielmann abandone Austria tal como lo hicieron numerosos judíos, incluido la familia Gottlieb (propietarios del Banco Brull Kalmus) que se afincaron en Suiza.
Al principio Wilhelm se mostró reacio a dejar Austria y era natural su resistencia, en ese momento iba a cumplir 61 años de edad.
De mal en peor
Anexada Austria por Alemania, la situación fue de mal en peor. Una turba ingresó al banco, causando grandes destrozos y agrediendo al propio Wilhelm. Posteriormente la Gestapo intervino el banco, pero habida cuenta que la persona indicada no tenía la menor idea de como dirigirlo y le propuso a Wilhelm continuar trabajando discretamente en este espacio, con la condición de que ingresara al Banco por la puerta trasera. Nadie debía verlo.
La Noche de los Cristales Rotos persuadió a Wilhelm de la necesidad de abandonar Austria agravado por el hecho que los nazis obligaron a todo la familia a evacuar la cómoda finca en la que residían y pasar a alojarse en una habitación que albergó a la pareja con el hijo menor, el hijo mayor se había trasladado a Inglaterra a continuar sus estudios.
Cuando Thomas el fiel amigo angloamericano de la familia tomó conocimiento de que los Spielmann tuvieron que mudarse a una habitación y malvender todo su patrimonio, entendió que era el momento de actuar. En mérito a su iniciativa y contactos, Wilhelm envió sendas cartas a diez figuras de la aristocracia británica ofreciendo su exitosa experiencia en el área bancaria, sólo una de ellas replicó proponiéndole desempeñar tareas agrícolas que obviamente rechazó .Con 62 años de edad no estaba en condiciones de desplegar ese tipo de tareas.
Es entonces que Thomas recordó a Eugen Millington Drake, viejo amigo con que el que solía reunirse en el Athenaeum de Londres -prestigioso foro que reunía a diplomáticos, hombres públicos y empresarios -, solicitándole rescatar a la familia Spielmann del infierno nazi. Finalizó su misiva invocando un tramo del hermoso poema de Kipling: «Si puedes mantener la cabeza en su sitio cuando los que te rodean la han perdido y te culpan a ti…»
El diplomático británico leyó la misiva con atención, centrándose en otra reflexión vertida por su amigo: «Si cada hombre con recursos y posibilidades, de buena voluntad y mejores sentimientos rescatara a un perseguido de los nazis, estoy convencido de que se salvarían millones de vidas».
El escollo a salvar
Una vez que la familia Spielmann brindó su consentimiento de migrar al Uruguay, afloró un escollo importante. En aquella época, a los efectos de obtener la visa, cada familia que aspirare a afincarse en el país, debía depositar $5.000 oro por grupo familiar mas $2.500 por cada miembro mayor de edad, montos por cierto considerables.
En ese momento, el Canciller Uruguayo era Alberto Guani, un destacado diplomático con el que Millington Drake mantenía una estrecha relación. Ante la solicitud del embajador británico, Guani dio su aprobación para que la familia Spielmann se radique en Uruguay incluida la exención pecuniaria y le indicó ponerse en contacto con el Consulado Uruguayo en Hamburgo. El embajador británico por su parte señaló que se hacía cargo de los cuatro pasajes de esta familia judía y su sustento, de tal suerte que puedan vivir dignamente en suelo oriental .Pese a la promesa del Canciller Guani, cuando llegaron a dicho Consulado, la familia Spielmann tuvo que abonar un monto considerable para obtener las visas pertinentes.
Finalmente el 19 de mayo de 1940 la familia Spielmann arribó al puerto de Montevideo, todo su capital era 12 dólares y se alojó en una amplia finca sita en una de los barrios mas distinguidos de Montevideo,escogida por el embajador británico, semejante al inmueble en el que residían en Viena hasta el embate nazi. Durante años el Embajador Millington Drake abonó el alquiler de dicha finca.
La generación joven de la familia se incrustó rápidamente en la sociedad uruguaya, en tanto que a la mayor obviamente le fue mucho mas difícil, en especial les costó aprender el idioma.
Un embajador de excepción
Millington Drake ejerció su cargo entre los años 1934-1941 y fue muy popular en Uruguay. En un país afrancesado en numerosos espacios, fundó con personalidades uruguayas y británicas el Instituto Cultural Anglo Uruguayo destinado a la difusión del idioma inglés. Contribuyó con recursos financieros a fundar la compañía aérea estatal uruguaya Pluna. Inclusive cuando su cargo se lo permitía, se hacía presente en el Estadio Centenario ya que se había convertido en partidario de uno de los equipos grandes del fútbol uruguayo. Falleció en Roma en el año 1972 a la edad de 83 años.
De ahí que no extraña que un teatro y una calle de Montevideo lleven su nombre. Mas aún, en 1974 y promovido por la familia Spielmann, se descubrió en Montevideo en la Rambla y la calle Andes un busto de Millington Drake elaborado por el escultor José Luis Zorrilla de San Martín, al que asistió especialmente su mujer Lady Effie.-