«Intentamos personificar a las víctimas, darles una cara a través de una foto»
La II Guerra Mundial produjo alrededor de 70 millones de muertos, civiles y militares. Entre ellos opositores políticos, intelectuales, gitanos y judíos de toda Europa. El antecedente histórico más cercano fue el exterminio de un millón y medio de armenios por los turcos. Nunca un estado había organizado una maquinaria tan compleja como Alemania para el exterminio de personas. Un dato menos conocido es que un millón y medio de judíos lucharon contra los nazis en los ejércitos aliados y los movimientos de resistencia. Según nuestra entrevistada, especialista en el tema, el estudio de los crímenes de guerra es clave para evitarlos en el futuro.
Gisela Spinola se destacó en su generación. Egresó del Instituto de Profesores Artigas (IPA) en 1983, como profesora de Historia. Comenzó a ejercer la carrera poco después y sin interrupción hasta 2019, en el liceo Elbio Fernández. Fueron 35 años de trabajo en los cuales la transmición de valores fue el eje central. «Seguramente -afirma- gracias a la educación humanista que recibí en mi hogar y el ejemplo del Prof. Carlos Pittaluga Vidal, que marco mi futuro profesional».
¿Cuándo comenzó tu interés por la II Guerra Mundial y el Holocausto judío en particular?
En mi adolescencia. Es sumamente importante aquello que nos influencia y marca para siempre. Fue en esos años que el tema del Holocausto («Shoá») comenzó a tallar de manera definitiva en mi vida. Primero a través de algunos libros ( Peonía, Éxodo) y luego por la serie televisiva Holocausto. En mi cumpleaños de 17 recibí de un gran amigo el libro Mi Pueblo, de Aba Eban. Fue otro mojón importante en este camino. De allí el despertar de mi creciente interés tanto por el tema en sí como por adentrarme cada vez más en la Historia del pueblo judío y su legado de valores permanente .
Como profesora de Historia, ¿lograste transmitir tu interés a los alumnos? ¿Cuál fue la respuesta?
El dictado de clases en casi todos los niveles de Secundaria, en especial del Elbio Fernández, me permitió seguir estudiando con mayor profundidad el tema y, a pesar de no estar incluído en los programas de Historia oficiales, logré incorporarlo de una u otra forma. Lo fundamental fue intentar trasmitir y despertar el interés de los estudiantes de que la Shoá no fue algo que le pasó “a los judíos”, sino que fue un episodio traumático que le sucedió a la Humanidad toda. El punto clave es cómo fue humanamente posible que ocurriera. Y por qué el mal llamado antisemitismo es un flagelo que no hemos podido erradicar hasta nuestros días.
La respuesta de mis alumnos siempre superó mis propias expectativas. Tanto fue así que en el año 2008 participé con todos mis estudiantes de la Exposición en el Subte Municipal, organizada por la Universidad ORT sobre el Holocausto. A partir de ahí empezamos a trabajar durante 10 años con visitas del integrantes del Proyecto Shoá al colegio . Nos visitaron y trabajamos juntos con los educadores de este Proyecto tan valioso.
¿Qué actividades de especialización en Uruguay y el exterior realizaste?
Este camino me llevó a acceder a una beca para especializarme en Yad Vashem, en Jerusalén, en su Escuela de Estudios Internacionales, que es la máxima autoridad sobre el tema del mundo. A nivel local pienso que no me quedó un curso realizado en Montevideo por hacer. Fuera en la ORT, fuera en el Centro Recordatorio del Holocausto, fuere donde fuere allí estaba presente. Y escuché docentes de gran nivel, como Gustavo Perednik cada vez que vino a nuestro país o el Prof. Roberto Cyjon, con quién además tuve el enorme placer de compartir este viaje a Polonia. En ellos recuerdo a todos mis docentes.
Me vinculé al Centro Recordatorio del Uruguay, que fue el nexo para llegar a Yad Vashem, y a quienes en mi profundo agradecimiento sentí que debía devolver parte de lo aprendido. Se produjo entonces mi incorporación al plantel de guías docentes que llevamos adelante, en forma voluntaria, las visitas guiadas. Recibimos escuelas así como liceos públicos y privados de todo el país. Es una labor de concientización. La Shoá es un disparador para enseñarnos cómo el prejuicio, la discriminación, la falta de respeto y empatía pudieron y pueden convertirse en factores de peligro, y no permitirnos crecer en sociedad como seres humanos libres, sanos, respetuosos y solidarios.
Hiciste recién un viaje de estudio a Polonia…
Sí. En el marco del grupo que se formó a instancias de la Presidente del Centro Recordatorio del Uruguay, Prof. Rita Vinocur, y con la guía de un experto en el tema, el Dr. Mario Sinay, viajé a Polonia con un grupo de uruguayos de todas las creencias. Fue el último eslabón de la cadena. Nunca pensé que iba a viajar también allí, pero gracias a varias circunstancias y personas, a las cuales estoy muy agradecida, lo pude concretar.
Llegar a la Polonia, donde vivió una pujante comunidad judía con más de tres millones de personas, durante casi 1.000 años. Palpitar su Historia es muy fuerte. En 1939 la invasión nazi impuso la discriminación, la pérdida de sus derechos, los guetos, hasta llegar a los campos de exterminio. Es un proceso muy difícil de digerir. De este viaje se vuelve agotado. Física y emocionalmente. Pero fue necesario. Tan agotador como importante. Cada centímetro que una recorre nos retrotrae no sólo a la tragedia, también a imaginar aquella pujante comunidad, a los años de estudio, de disfrute, de convivencia con sus vecinos. Y luego a la época de angustia, de incertidumbre, de desesperación… de heroísmo combativo. Porque hubo resistencia. Espiritual y armada. Claro que la hubo.
La angustia invade a todos, no sólo al caminar por Auschwitz, Treblinka o Majdanek. Oprime el corazón. No podemos evitar sufrir principalmente por los niños. Fue mi punto de angustia extrema. Pensar en los niños. Y sí recorrer esos campos de exterminio fue difícil, peor fue recorrer Chelmo, con sus fosas comunes que hoy se nos aparece como un enorme predio silencioso, rindiendo su homenaje eterno.
Hubo para mí otro momento tremendo. Fue recorrer los 700 metros que debieron hacer las víctimas de una pequeña aldea llamada Tikutin, en agosto de 1941. Mujeres, niños, ancianos, y detrás de ellos los hombres, todos fuertemente custodiados por verdugos nazis, hasta llegar a tres fosas comunes que los esperaban para ser fusilados. Una operación que duró poco más de 24 horas. Nunca en mi vida sentí tanta angustia como mientras caminábamos en profundo silencio esos 700 metros en un frondoso bosque, hasta llegar a rendir nuestro homenaje a las víctimas.
Gracias al grupo que formamos uruguayos de aquí y el mundo, judíos y no judíos, entre ellos mi colega y amiga Rocío de Llano, se creó un grupo solidario y contenedor. No sé si hubiera podido soportarlo sin esa contención. De esos compañeros muchos fueron buscando sus huellas, sus raíces. otros fuimos buscando diferentes respuestas. Volvimos con más preguntas.
Rivas y Gurméndez, diplomáticos que honraron a Uruguay
El Parlamento uruguayo recomendó el estudio del Holocausto y otros genocidios
Tiene media sanción aún el Proyecto. Suponemos que llegará a buen puerto. Implementarlo será lo más dificultoso. Falta muchísima formación a nivel docente. Ese será el primer camino a seguir, la capacitación. Sólo así podremos estar seguros que el tema tendrá una eficiente inclusión.
Hay dos diplomáticos uruguayos, Florencio Rivas -cuya historia narró Ruperto Long en su libro «Éramos tres niños perdidos en la niebla»- y Carlos Gurméndez -abuelo de Gabriel Gurméndez- que arriesgaron su vida para salvar a muchos perseguidos. El ex embajador en Israel Alejandro Rosa también se interesó en el tema. Existe la justa intención en nuestro país para que sean reconocidos como «Justos entre las Naciones», ¿correcto?
Si… en realidad es un tema sumamente dificultoso. La aprobación la tiene que dar Yad Vashem y para ello la documentación necesaria es muy voluminosa y exhaustiva. No es fácil. Porque en algunos de los casos ya no hay testigos vivos. Sería importante. Lo más necesario es que puedan ser reconocidos en principio a nivel local. Que los uruguayos podamos conocer sus acciones y sentirnos orgullosos de estos compatriotas.
Qué importancia tiene la educación de hechos tan trágicos? ¿La Polonia actual enfoca con seriedad el tema?
El conocimiento de lo sucedido es fundamental para afianzar valores, como el respeto por la otredad en especial. Es la base de una sociedad democrática. La reflexión de cómo fue capaz el ser humano de cometer esas atrocidades. Que tampoco fueron las últimas, para peor. Lo que pude palpar que sucede con el tema en Polonia hoy, con sus luces y sombras, es que los gobiernos en estos años realizan importantes esfuerzos para conservar la historia de lo sucedido. Intentan despegarse del papel de «colaboracionistas» con el régimen nazi. No se puede borrar el pasado. Hubo perpetradores y hubo colaboradores polacos de todo nivel y rango. Pero también es cierto que Polonia es el país con más personas reconocidas por Yad Vashem como «Justos de las Naciones».
Hoy día las nuevas generaciones están construyendo una sociedad más respetuosa, no sólo presente sino también vinculada al pasado. Pero falta mucho. Como también falta para que la sociedad sea consciente de la dimensión de esta tragedia, que repito fue universal. Hace falta mayor compromiso y educación. Seguimos viviendo en un mundo donde demasiados señalan al otro, lo critican, lo discriminan. Se debe apostar a la educación en los hogares, porque los niños repiten lo que ven y oyen. Esto luego se replica en la escuela, en el club, donde muchos chicos son objeto de bullying, que no es otra cosa que un nombre nuevo para una práctica vieja y dolorosa. El estudio es un pilar para alcanzar una sociedad más justa, más democrática.
A modo de resumen
¿Cómo resumirías el reciente viaje a Polonia en el que participaste?
Ir a Polonia no fue un viaje turístico, sino un viaje de estudio y memoria histórica. Buscamos el antes, el durante y el después. Intentamos personificar a las víctimas, darles una cara a través de una foto… mientras fuimos recorriendo cada lugar. Empezamos en Varsovia y desde allí al Museo POLIN, inaugurado en 2014, donde se recrean mil años de Historia judía en el país. Vimos los monumentos a los Héroes del Levantamiento del Gueto de Varsovia, recorrimos lo que queda de él … también por supuesto recorrimos el casco antiguo de la ciudad medieval, que está totalmente reconstruido. Reafirmamos que hay dos tipos de memoria, una pasiva, que se agota en el hecho mismo que recuerda, y una activa que es la que nos compromete con el presente. Y también existe una memoria moral: la que rinde justicia a las víctimas. Sean quienes sean: judíos, gitanos, testigos de Jehová , opositores, discapacitados… Por suerte este proceso está activo en Polonia. Confiamos en que así continúe.
Muchas gracias
A ti.-