Publicado en Semanario Hebreo el 4 de Agosto de 2016.
Un momento… unas palabras… un abrazo… una foto…cuánto simbolismo…!
El viernes 15 de julio próximo pasado en el marco de un evento protocolar ocurrió un hecho que me impactó y me retrotrajo a varios años atrás. Y creo que esa misma sensación la habrían sentido muchos en mi lugar.
Uruguay tuvo la visita del Presidente de la República Federal de Alemania, Joachim Gauck a quien el Intendente Daniel Martínez le entregara las llaves de la ciudad como ciudadano ilustre en la sala de ceremonias de la Intendencia de Montevideo. Además el Presidente Gauck inauguró la exposición “Intercambio e Innovación” 160 años de relaciones diplomáticas entre Alemania y Uruguay. Se llevó a cabo en el Museo de Historia del Arte.
Y como el Centro Recordatorio del Holocausto aporta su granito de arena a dicha exposición prestando algunas de las reliquias del Museo de la Shoá, a través de la Embajada de Alemania -junto a otros aportes- fuimos invitados a ser parte de ambos eventos y asistimos la Dra. Prof Mónica Barbazqita, la Lic. Melina Moreira y yo.
Y he aquí lo que ocurrió. En un momento determinado pude acercarme al Presidente Joachim Gauck comentándole sobre nuestra institución y el aporte del Museo de la Shoá, Uruguay para esta exposición. Y también le comenté que mi madre Ana Benkel de Vinocur (Z”L) había sobrevivido Auschwitz y sobre su trabajo de brindar testimonio durante décadas. Y fue tan cordial, tan caballeresco que le solicité sacarme una foto con él y con un abrazo nos la tomamos. Algo que parece tan simple… una foto… Pero es mucho más que eso. Me recordó como si hubiera ocurrido hacía minutos, algo que pasó hace unos 15 años atrás.
Otro Presidente de la República Federal de Alemania Johannes Rau vino al Uruguay hace varios años, nada menos que el primer Presidente alemán que pidió perdón por los crímenes que cometieron los nazis con los judíos. Y lo hizo cuando visitó Jerusalem en el Parlamento y en Yad Vashem. Fue el orador principal en el evento de la Noche de los Cristales Rotos en la B’nai B’rith ese mismo año y estaba programado que después del evento iba a hablar con dos sobrevivientes, la Rabanit Hanna Winter y Ana Benkel de Vinocur (Z”L). Cuánta expectativa. Ambas se prepararon muy elegantes, mamá dedicó uno de los últimos libros que le quedaban en inglés de “ A book without a title” donde cuenta sobre sus experiencias en ghetto y campos de exterminio. Pensar en ese encuentro habría sido descabellado en los momentos de persecución, conversar con el Presidente de Alemania? Imposible!! Y la expectativa crecía. Pero al terminar el evento, se les comunicó que se había atrasado el cronograma y el tiempo lamentablemente no daba para llevar a cabo este encuentro tan esperado.
Mamá decidió que tenía que hablar con él. Tenía que entregarle el libro. Averiguó hacia donde iban. Y nos dijo a Hanna y a mí: “¿ Y si nos tomamos un taxi hasta el hotel?” Rita, nos acompañás? “Claro” le dije. “ Vamos” y nos tomamos un taxi y llegamos las tres, para encontrarnos con un operativo de seguridad impresionante, una valla de custodias infranqueable. Estaba muy complicado.
En eso se acerca una periodista autorizada. “Sra. Vinocur!!!!!!” (a mamá) “¡¡Luego de que la entrevisté me ascendieron en la radio, llamó tanta gente y tuvo tanta repercusión que se lo quería agradecer ahora que la veo!!” y le dije de inmediato.
“Tienes la oportunidad de agradecérselo haciendo algo concreto. Ellas dos quieren hablar unos minutos con el Presidente Rau”. Dijo “ Déjenmelo a mí” y habló con los guardias que se abrieron como el Mar Rojo en épocas bíblicas y nos dejaron pasar a las tres.
Y no mucho después el Presidente bajó al hall, la periodista con identificación le explicó quiénes éramos y nos dejaron pasar.
Él detuvo su marcha.
Mamá le habló en alemán y por supuesto la Rabanit Winter habla perfecto alemán.
Había que ver cómo el Presidente Rau las miró con tanta comprensión y bondad, no fue cualquier mirada. Fue profunda intensa, inolvidable y mamá le regaló su obra autobiográfica. Y quedó ese recuerdo entre los que son imborrables…
Si la periodista no se acercaba en ese minuto y lo hacía unos minutos después, o nosotras llegábamos unos minutos después, ya nada habría ocurrido. Puede haber muchas interpretaciones, pero algo hay seguro: hubo que tener decisión, coraje, actitud y así se promueve que ocurran cosas.
Este encuentro fue diferente, no fue tan novelesco, pero sí fue extraordinario. Tampoco fue sencillo, siempre vienen bien custodiados y con los segundos contados. Pero hay que atreverse para que los sucesos pasen y me quedó el simbolismo de que después de varios años nuevamente tanta cordialidad del Presidente de Alemania ahora con una descendiente que podría haber sido cualquier descendiente, lo que importa es el símbolo, lo que significó, lo que significa ese abrazo, esa cordialidad. Es el hilo de la continuidad, de que continuamos y que vale la pena. Y fue como una bocanada de aire fresco.