LA NOCHE DE LOS CRISTALES ROTOS
Escribe el Lic. Rafael Winter (Rufo)
Vicepresidente del Centro Recordatorio del Holocausto de Uruguay
Pasaron 82 años….
El 9 de noviembre del año 1938, los nazis dieron el golpe que parecía definitivo a los judíos de Alemania y Austria.
Ya anteriormente, el rabino Leo Baeck, formidable guía espiritual del judaísmo alemán de aquellos años, había pronosticado que «mil años del judaísmo alemán llegaron a su fin».
Y «aquel » gran judaísmo alemán, efectivamente llegó a su fin.
En la noche del 9 al 10 de noviembre de aquel año, fueron destruidas total o parcialmente la gran mayoría de las sinagogas de ambos países. Además de gran cantidad de tiendas y negocios judíos destruidos, miles de judíos deportados a los incipientes campos de concentración, otras medidas degradantes y humillantes y también judíos muertos.
La destrucción de las sinagogas significó no solamente la de los edificios sinagogales propiamente dichos, sino además la de los objetos y símbolos, sagrados y relevantes para cualquier judío, ya sea religioso o no.
El golpe, además de físico, fue espiritual y moral.
Este desastre es uno de los antecedentes inmediatos de la Shoá.
Para muchos, forma parte de la Shoá propiamente dicha, y pareció ser el golpe de gracia para el judaísmo centro-europeo (escribo «pareció» porque luego de la Shoá y particularmente en las últimas décadas, el judaísmo alemán o el judaísmo en Alemania se reconstruyó de manera increíble).
Judíos que por distintas razones aún no habían considerado seriamente la posibilidad de emigrar, luego del pogrom la consideraron -de todos modos, aunque todavía de Alemania se podía salir, no era para nada sencillo- y finalmente lograron emigrar.
Pero paradójicamente, en una época en la que, aunque con muchas dificultades reitero, de la Alemania nazi se podía salir, buena parte de los países del mundo a los judíos les cerró las puertas de manera total o parcial.
Con excepciones honrosas.
Este fue el momento trágicamente decisivo en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, en lo que a judíos alemanes se refiere.
Buena parte del mundo se manifestó horrorizada ante el pogrom, pero en la práctica -más allá de protestar- poco se hizo.
Uno de los testigos presenciales de la Noche de los Cristales Rotos fue mi papá, el Rab Dr. Fritz Winter (Z»L) quien -aunque nacido en Koenigsberg, Prusia Oriental- vivía en Berlín en aquellos años y el recuerdo de esa fatídica noche lo acompañó hasta el último día de su vida…
Habiendo pasado muchos años, se siguen destruyendo Templos, Sinagogas y -como recientemente- también Iglesias. Con las consiguientes víctimas.
Condenable. Repudiable.
Nunca más la violencia!!
¡¡Nunca más «cristales rotos»!!