«El mundo no aprendió»: Entrevista a Giza Alterwajn, sobreviviente de la Shoá radicada en Uruguay

«El mundo no aprendió»: Entrevista a Giza Alterwajn, sobreviviente de la Shoá radicada en Uruguay
11 mayo, 2022 administrador

La historia y las advertencias de Giza Alterwajn, «la niña de la maleta»

 

Giza Alterwajn no recuerda sus vivencias pero las tiene clarísimas. Sabe quién es, de dónde vino y a quién debe agradecer que hoy esté viva. De cara a Iom HaShoa, el Día Recordatorio del Holocausto, volvimos a entrevistarla. Dado que la entrevista fue concebida para una emisora de radio en español en Estados Unidos, “Americano”, concretamente para un programa que dirigimos, abordamos detalles de su historia que en Uruguay son por cierto ya muy conocidos. De todos modos, siempre vale la pena volverlos a contar.

Por Ana Jerozolimski, publicado en Semanario Hebreo el 29 de abril del 2022

 

Giza querida, te agradezco mucho que hayas accedido a esta entrevista.

Para mí es un placer Ana. Pero también es un deber, dada la realidad en que vivimos hoy en día en el mundo entero.

Tú naciste en el ghetto de Varsovia, de donde tus padres lograron sacarte en una maleta, para darte la posibilidad de poder sobrevivir ¿verdad?

Sí, pero no me sacaron ellos, por supuesto, sino a través de contactos. En esos tiempos era común tratar de salvar niños -bebés, sobre todo- a escondidas. En mi caso, fue adentro de una maleta. No solamente personas individuales sino que lo hacían también organizaciones que lograban salvar niños en forma clandestina. Hasta hoy no sé exactamente quién me sacó a pedido de mis padres. Pero lo que sí tengo clarísimo es cuán valientes fueron mis padres para decidir deshacerse de su única hija, su bebé, para tratar de lograr que pueda seguir viviendo. Es que ellos sabían que su destino estaba marcado, que su final era pronto.

Es terrible imaginar lo que deben haber vivido y sentido. Tu mamá fue asesinada en Treblinka, tu papá en Auschwitz. ¿Verdad?

Es verdad. Mi madre tempranamente, según lo que me cuentan, fue de las primeras de irse de este mundo de Treblinka, porque ya la vida de ella no tenía sentido ni si sus hijos ni su compañero de vida ni en la situación precaria, espantosa en que estaba viviendo. Mi padre fue llevado a Auschwitz y sobrevivió hasta que llegaron los aliados. Pero ya era como un cadáver caminando y no pudo sobrevivir al poco alimento que le dieron. Ese mismo alimento fue el que lo mató.

Qué horror… Pienso en tus padres, en esa decisión de sacarte del ghetto con la esperanza de que te puedas salvar. Pero ni siquiera podían tener certeza…

Ni siquiera sabían cuál era mi destino. Pero sí sabían que podía salir del gueto y eso ya era un paso muy, muy, muy bueno.

Y aquí llegamos a la familia polaca que te salvó, reconocidos luego como Justos entre las Naciones. Llegaste afortunadamente a una familia polaca no judía que te crió como si fueras una hija más.

Así es, exacto. A raíz de lo que hicieron, peligraba la vida de todos ellos, porque si algún nazi sabía que en el seno de esta familia existía un integrante judío no solamente mataban al judío sino que liquidaban a toda la familia. Era una familia de un matrimonio con seis hijos. Imagínate tú la valentía de estos padres de arriesgar la vida de toda su familia para cobijar un bebé extraño para ellos. Su sentido de lo humano era más importante que el peligro que los acechaba.

Entiendo que la mayoría de los hijos de la familia no sabían nada sobre tu identidad, para que no se les escape nada por error. La única que sabía, además de los padres por cierto, era la hija mayor que tenía en ese momento 17 años, Danuta, la que tú llamabas Danusia. Para ella tú eras su hermanita.

Exactamente. Esa era una familia muy especial. Danusia, la hija mayor que fue la que más se dedicó a mi cuidado, era una partisana, era una luchadora antinazi polaca que durante el día era una integrante más de la familia y de noche luchaba con la resistencia polaca contra la invasión nazi, teniendo apenas 17 años. Así que, dentro de mi desgracia, siempre lo digo y lo repito, tuve mucha suerte al llegar a una familiar de tal nivel. Cada uno de de nosotros hubiera querido que una familia así sea nuestra familia natural.

Durante 65 años no estuviste en contacto con la familia que te salvó. Ellos finalmente te ubicaron en el 2009 y te lograron contactar. Y ahí te enteraste que te habían estado buscando durante décadas. Y una vez me dijiste que sentís que todos esos años fue un terrible tiempo perdido.

Así es. Yo no sé si una familia biológica busca a un pariente durante 65 años, como ellos me buscaron a mí. Fueron al Centro
Documental Judío de Varsovia buscándome, según mi nombre polaco, que era un nombre falso. Buscaron dónde vivía, si vivía y en qué situación. Mi familia polaca salvadora sabía que mis parientes biológicos que sobrevivieron la guerra y me retiraron de su casa iban a parar al Uruguay, a Sudamérica. Entonces, teniendo la dirección de mi tío, me mandaban cartas para saber en qué situación estaba yo, pero yo nunca las recibí.

¿Por qué?

Puede haber varios motivos y yo creo en la buena fe en que ellos querían que yo corte con el pasado terrible, que lo elimine y
que viva una niñez normal, como cualquier niño del mundo debería vivir. Estimo que consideraron que quizás esas cartas lo que harían sería darme dolor, tristeza y recordarme una vida que yo tenía escondida en la maleta. Pero después de 65 años, por suerte
pudimos a través de un familiar que había estado en el Centro de Documentación Judío de Varsovia buscando familias desperdigadas en el mundo que después de la guerra se hayan disgregado, entablar contacto. Anotaron mi nombre y gracias a eso lograron finalmente contactarme en Uruguay. Te puedo asegurar que fui muy dichosa al poder encontrarme con Danuta Galkowa, mi hermana mayor, aunque desgraciadamente sus padres ya no estaban.

Tú sueles destacar a Danusia, pero evidentemente también sus padres eran muy especiales. Recordemos que los padres y ella, la mayor, fueron reconocidos como Justos entre las Naciones.

Así es. Precisamente quiero recordar que mi padre adoptivo polaco era una persona extraordinaria. Él era de una familia humilde, era conductor de tranvía, pero cada vez que salía de su casa para hacer su trabajo, su esposa le colocaba bolsas de harina alrededor de su cintura para que cuando el tranvía pase a cerca del gueto, él pudiera tirar las bolsas por encima de los muros para
que los judíos dentro del ghetto puedan hacerse su comida, por lo menos ayudar en este sentido. En una redada nocturna, los nazis se lo llevaron y terminó muriendo en el campo de concentración de Flossenbürg. Qué ironías del destino. Yo, una niña judía salvada por esa familia, y él, un polaco cristiano, asesinado en un campo de concentración por los nazis.

Y tu papá adoptivo era una persona que se sabía que tenía buenos contactos con muchos judíos, una persona de valores morales y liberales, ¿no?

Claro, tenían amigos, muchos amigos judíos, vivían en la misma zona en la que es Praga de Varsovia, que era la parte judía
de Varsovia, eran muy amigos. Y en la plaza se juntaban todos, judíos, no judíos, y era una vida normal.

Qué familia tan singular…

Sin duda ninguna. Y vuelvo a contarte de Danusia, mi hermana mayor. Ella de por sí era una personalidad mundial. Había sido luchadora en la guerra contra los nazis, inclusive tuvo mucho contacto con los combatientes de de Mordejai Anielewicz del levantamiento del Ghetto de Varsovia. Por debajo de las alcantarillas se conectaban y pasaban armas al guetto de Varsovia y los conocían perfectamente bien. Tal es así que hace pocos años me reencontré con que uno de los lugartenientes de Mordejai Anielewicz había sido ni más ni menos que íntimo amigo de Danuta. Ella era una heroína nacional polaca. Cuando falleció se le brindaron en Polonia honores de Estado, fue condecorada y hubo siete días de de ceremonias en su honor. Te imaginarás que para
mí es un tesoro guardarlo eso. Una mujer coronel en la Segunda Guerra Mundial. ¿Te das cuenta?

Giza, tú dijiste al principio y yo lo destaqué, que es un compromiso contar todo esto. ¿En qué estás pensando?

Yo creo que no debemos centrarnos solamente en nuestra historia, sino en un círculo mucho más amplio, con una mirada mucho más amplia, que es la realidad del mundo. Si bien se ha adelantado en cuanto a ciencia y tecnología, el mundo se ha degradado desde el punto de vista humano. El mundo no aprendió y, desgraciadamente, a mis 81 años veo que la historia se está volviendo a repetir y que el mundo, como siempre, mira para el costado. Es una gran angustia que yo tengo, porque los primeros días de la invasión rusa a Ucrania yo no podía dormir. De noche era pesadilla tras pesadilla. Era volver a vivir mi vida, volver a vivir mis peores momentos de vida. Y esto está pasando en el siglo XXI, ¿dónde están los derechos humanos? No tengo respuesta.

Yo sé que no te referís a que esto es como la Shoá, que no tuvo parangón, sino al hecho que hay mal, que hay deseo de imponerse, que hay gente inocente que muere… ¿A eso te refieres Giza?

Por supuesto. Jamás la Shoá puede compararse con ningún hecho histórico, pero en ese camino vamos, desgraciadamente. Ojalá me equivoque.

Ojalá Giza, de tu boca a los oídos de Dios. Y mientras, seguirás contando.

Sin duda. Te cuento algo al respecto. Como bien sabes, hoy en día hay un nuevo método para comunicarse con los niños cuando es necesario contarles cosas muy duras de modo que lo puedan asimilar, que lo puedan entender. Ahora, en España, un señor especializado en lo que suele llamarse equivocadamente comics -las tiras dibujadas- está trabajando en mi historia, que dentro de poco va a ser publicada. Es otra forma de transmitir pero que va introduciendo adentro de cada niño la curiosidad de conocer y saber historias. Y así van aprendiendo historias de otra forma.

Así que tu historia también está en ese camino, Giza.

Está en ese camino y en un par de meses ya va a estar a disposición. Creo que es un detalle no menor y que es importante para la transmisión a las generaciones pequeñas.

Esto me recuerda algo de lo que ya hablamos años atrás. Tú das conferencias a públicos no judíos. ¿Qué sentís que hacés, al tocar almas o mentes de los jóvenes que te escuchan?

Mirá, lo que a mí más me interesa es llegar al público no judío, y sobre todo a los jóvenes. Y es muy distinto llegar, personalmente a los jóvenes, que llegar a los jóvenes a través de películas de pantalla, como me ha sucedido en un liceo de Barros Blancos en que la profesora de historia nos invitó, un profesor de Historia que es descendiente de armenios y a mí como sobreviviente de la Shoá. Y yo miraba la cara de todos esos niños liceales, que era más de 500 porque habían juntado de todos los horarios, y noté que mientras yo estaba horrorizada, a ellos no se les movía un pelo. Era como ver una película de televisión.

Imponente.

Sin embargo, cuando me tocó a mí no era una película, era un ser humano como cualquiera de ellos, que de repente en su vida
nunca habían visto un ser judío. Y cuando les empecé a hablar y a contar, quedando atrapada por la emoción, el resultado fue que logré trasladar esa emoción a los jóvenes. Y la prueba es que cuando terminé, ellos lloraban.

¿Te dijeron algo?

Y vaya si tuve respuesta, porque la profesora de historia, cuando vino a mi casa a agradecerme y traerme cartitas de los niños, uno de los discípulos había escrito: “Disculpe, profesora, yo en mi vida siempre hablaba mal de los judíos, cuando hablaba decía ojalá que Hitler hiciera jabón de los judíos, pero cuando conocía a esta señora, me di cuenta lo terriblemente equivocado que estaba. Y vaya si la voy a defender, que cuente conmigo, que la voy a defender en toda la vida que ella precise”.

Qué fuerte…

Así es. Era un niño de Barros Blancos.

O sea que tocaste almas.

Es eso es lo que importa. Pero desgraciadamente quedamos pocos ya. Pocos sobrevivientes. Te das cuenta que ya tengo 81 años y era una bebé en la guerra. Pero hay que seguir contando, todo lo que podamos, porque hay negacionistas, en el mundo en general y también en Uruguay. No podemos taparnos con un velo.

Exacto.

Y me pregunto qué va a pasar cuando ya no exista nadie que los enfrente. Tienen que saber. Tienen que ser nuestros
hijos, nuestros nietos y te puedo asegurar que en mi caso lo tienen muy presentes porque mis nietos lo han vivido en carne
propia, y han sabido defenderse. La historia de mi nieta que va a un liceo que no es judío y que tuvo desgraciadamente una situación que es común en todo el mundo cuando hay antisemitismo. Se defendió, se impuso, admirable cómo hizo a la directora del Liceo reunir a todo el liceo y hablar y concientizar a los alumnos de la Shoá. Eso yo, a su edad, no era capaz de hacerlo. Yo a su edad cuando viví esa misma experiencia en el Liceo Rodó, no hablé. Yo no hablaba, tú sabes bien que yo no hablaba.

Yo sé, tú me contaste.

Lo único que yo hice cuando me pasó esto en el Liceo Rodó, fue levantarme y ponerme a llorar y nunca expresé nada. En cambio, mi nieta enfrentó la situación y supo defenderse y la verdad que estoy orgullosa de haberle transmitido eso.

Giza, no tengo palabras. Gracias mil por todo esto.

A ti Ana. Y te felicito por todo tu trabajo.

Muchísimas gracias.

A ti.-