El «cazador de nazis» Simon Wiesenthal tiene una plaza con su nombre en Buenos Aires
Sobrevivió a varios campos de concentración, pero 89 de sus parientes murieron. Después, ayudó a llevar más de 1.100 criminales nazis ante la justicia, «a pesar de la apatía y la indiferencia del mundo», según el centro que lleva su nombre.
Simon Wiesenthal | CEDOC
Una plaza del sur de la Ciudad de Buenos Aires -ubicada entre las calles René Favaloro, Marcelino Champagnat y Pepirí- homenajea desde ahora la vida y la lucha del célebre «cazador de nazis» austríaco Simon Wiesenthal (1908-2005), que ayudó encontrar y juzgar a cientos de criminales de guerra.
El presidente Centro Simon Wiesenthal Latinoamérica, Fernando Sokolowicz, afirmó que “Cruzar la plaza y leer su nombre invita a la reflexión. ¿Adónde nos lleva el pasado y qué nos llama el presente? Quien sostuvo el ‘Yo no los olvidé’ y fue llamado ‘Conciencia del Holocausto’, vive en nuestro quehacer diario».
«Que la Ciudad de Buenos Aires haya elegido este nombre nos lleva a respetarnos en la diversidad y aprender de nuestras diferencias», agregó.
Shimon Samuels, director de Relaciones Internacionales del Centro Wiesenthal, dijo en la ceremonia inaugural que «la plaza es una lección y bofetada contra los prófugos nazis asentados en la Argentina de la posguerra, que debe ser emulada en toda América Latina que acogió nazis».
«Su lema ‘Justicia, No Venganza’ ha inspirado al reclamo local de ‘Memoria, Verdad y Justicia’, sin los cuales no pueden desarrollarse sociedades plurales», señaló por su parte Ariel Gelblung, director para América Latina del Centro Wiesenthal.
Quién fue Simon Wiesenthal
Simon Wiesenthal -que sobrevivió a varios campos de concentración, pero 89 de sus parientes murieron- persiguió durante toda su vida a criminales nazis y permitió poner a disposición de la justicia a más de un millar, entre los que destaca Adolf Eichmann, ejecutor de «la solución final del problema judío».
«Lo que hice, es a la vez para los jóvenes y los que murieron porque continué con vida y este privilegio implica un deber» comentó este sobreviviente del campo de exterminación de Mathausen (Austria).
Con este objetivo, creó tras la Segunda Guerra Mundial un centro de información sobre criminales nazis, punto de partida de la caza de verdugos.
Nacido el 31 de diciembre de 1908, en Buczacz, situado en Galicia (provincia del imperio austrohúngaro, hoy polaca) y que abandonó a los siete años por la presencia de la policía soviética, Wiesenthal realizó estudios de arquitectura en Lemberg y, después, en Praga.
Cuando Hitler atacó Rusia en 1941, Wiesenthal estuvo entre los millones de judíos encerrados en campos de concentración. Detenido en 1941, fue internado en cinco campos de exterminación, entre ellos Buchenwald y Mauthausen, de donde saldrá el 5 mayo de 1945.
Unos 89 miembros de su propia familia fueron asesinados por los nazis y solo sobrevivió su esposa, Cyla, de la que estuvo separado durante toda la guerra.
Cuando el genocidio nazi terminó, en 1945, «todo el mundo volvió a su casa para olvidar. Pero él no (…), tenía una tarea que nadie más quería, cuando los aliados se interesaban sobre todo en la Guerra Fría», dijo el rabino Marvin Hier, decano y fundador del Centro Simon Wiesenthal en Los Angeles.
Tras el Holocausto, «una advertencia a los asesinos de mañana»
Establecido en Linz (Austria), a sólo pocos metros de la familia de Eichmann. allí fundó, en 1947, un Centro de Documentación encargado de recopilar informaciones sobre la suerte de los judíos y sus torturadores. En buena parte por su trabajo, en 1961, Eichmann fue puesto en manos de la justicia así como a otros 1.100 criminales nazis.
Tras la ejecución de Eichmann en Israel, el 31 de mayo de 1962, Wiesenthal trasladó a Viena el centro que también se propone luchar contra el antisemitismo y todas las formas de prejuicios y revisionismo porque, señala su creador, «los asesinos de la memoria preparan las condiciones para los asesinatos de mañana«.
«Tal como yo lo veo, mi trabajo sirve solamente como una advertencia a los asesinos de mañana, a esos que quizás hayan nacido hoy. Sirve para advertirles que nunca se les dejará en paz. Y es que si no hacemos esta advertencia, millones de personas habrán muerto en vano», dijo.
Después de años de persecución Wiesenthal logró dar con Karl Joseph Silberbauer, oficial de la Gestapo que detuvo a la familia de Anna Frank el 4 de agosto de 1944 en Ámsterdam.
A Wiesenthal se le atribuye, además, haber descubierto los rastros de figuras prominentes de la jerarquía nazi como Franz Stangl, comandante del campo de concentración de Treblinka; y Hermine Braunsteiner, responsable del asesinato de cientos de niños en el campo de concentración de Majdanek.
«El odio es un sentimiento que me es totalmente extraño»
En «Justicia no es Venganza«, su autobiografía publicada en 1989, el «cazador de nazis» se esforzó mostrar como, incansablemente, persiguió y desenmascaró a los verdugos, con sus nuevas identidades, en todo el mundo.
Una sola vez, explica, tuvo ganas de apartarse del marco de la legalidad y aplicar la «ley del talión» (ojo por ojo…) al descubrir, entre los papeles de un nazi, la foto de un niño judío colgado por los testículos.
«El odio es un sentimiento que me es totalmente extraño. Si yo estuviera lleno de odio, hace mucho tiempo que habría fracasado en mi empresa. Habría llevado a juicio a personas sin comprobar mis evidencias. Habría logrado exactamente lo contrario de lo que yo siempre quise lograr”, dijo alguna vez para explicar que su lucha era una contra el olvido», dijo.
En 1977 se creó en Los Ángeles, California, un centro de documentación similar a los que Wiesenthal había ayudado a erigir en Europa y alrededor de 8.000 personas transitaron por sus centros de acogida que construyó, antes de emigrar, principalmente a Estados Unidos.
Wiesenthal, laureado en varias ocasiones, también tenía sus detractores. Algunos lo acusaron de dificultar la búsqueda y transmisión a la justicia de personajes como el ex presidente austriaco y secretario general de la ONU Kurt Waldheim.
Como justificación, Wiesenthal argumentó que se había propuesto cazar a criminales de guerra y Waldheim, criticado por su pasado en el ejército hitleriano, no era uno de ellos.-