Por Ana Benkel de Vinocur y Enrique Benkel
Tuvimos hace tiempo un abuelo,
en nuestra vieja casa.
Acostumbraba ir por su camino a la sinagoga,
con el talit y los tefilim (su manto y filactelias).
Festividades o shabat (sábados),
tanto cuidaba.
Era fiel a su pueblo,
fiel a D’s.
Inclusive a edad avanzada,
estaba lleno de vitalidad.
Era un judío observante de su tradición,
estudiaba profundamente la Torah.
Su barba bella y blanca,
tan hermosa le quedaba.
Como a un rey le queda su corona,
con tanta delicadeza y gusto.
Festividades o sábados,
tanto cuidaba.
Era fiel a su pueblo,
y a D’s también.
Hoy el abuelo ya no está,
tampoco está su viejo hogar.
Su sinagoga a dónde solía ir,
fue destruida por el enemigo.
Con el talit y los tefilim,
solía apurarse para llegar.
Y con sus propias melodías,
sus rezos matutinos elevar.