El Centro Recordatorio del Holocausto de Uruguay comparte la reflexión de Janet Rudman sobre la Noche de los Cristales Rotos

El Centro Recordatorio del Holocausto de Uruguay comparte la reflexión de Janet Rudman sobre la Noche de los Cristales Rotos
7 diciembre, 2025 administrador

Conmemoración de la Noche de los Cristales Rotos: memoria y reflexión

El Centro Recordatorio del Holocausto de Uruguay comparte la reflexión de Janet Rudman sobre la Noche de los Cristales Rotos

Por Janet Rudman

El 87.º aniversario de la Noche de los Cristales Rotos, organizado por B’nai B’rith, contó con la presencia del presidente de la República, Yamandú Orsi, la Vicepresidenta Carolina Cosse , el secretario de Presidencia Alejandro Sánchez, el Ministro Carlos Negro, el Ministro Gabriel Oddone, entre otros representantes del Ejecutivo. La ceremonia, que año a año honra la memoria de los trágicos sucesos de la Kristallnacht, recordó los atentados perpetrados en 1938 por el régimen nazi contra ciudadanos judíos en toda Alemania y Austria.

El acto tuvo lugar en la noche del lunes 10, en la sede de la Nueva Congregación Israelita del Uruguay, y reunió a destacadas autoridades nacionales.
Se percibía una energía intensa, una mezcla profunda de dolor y resiliencia, como si la memoria y la fuerza se abrazaran en un mismo silencio. La sala, donde funciona la sinagoga, estaba colmada. En los tiempos que corren, la conmemoración de la Noche de los Cristales Rotos adquiere un significado diferente, más urgente, más cercano. Nadie ignora ya lo que ocurrió en la Alemania de Hitler: sinagogas incendiadas, comercios destruidos, una comunidad entera convertida en blanco del odio.
El tono fue solemne y profundamente emotivo. No se trató solo de mirar hacia el pasado, sino de advertir sobre el presente. Porque el silencio —como se repitió más de una vez esa noche— también rompe cristales.
Hablaron en el encuentro el presidente de B’nai B’rith, Jorge Tocar; el rabino de la Nueva Congregación Israelita, Daniel Dolinsky; y Ruperto Long, quien tuvo a su cargo las palabras centrales como invitado especial.
Tras el saludo de bienvenida, se procedió al tradicional encendido de las velas de la Menorá, símbolo de la luz y la esperanza del pueblo judío. Cinco de ellas fueron encendidas por sobrevivientes del Holocausto, junto a hijos y nietos . La vela de la concordia fue encendida por los expresidentes Julio María Sanguinetti y Luis Lacalle Pou, mientras que la séptima, que representa la verdad, fue prendida por el presidente Yamandú Orsi , Jorge Tocar y Ruperto Long.
Con voz firme y profundamente conmovida, el rabino Daniel Dolinsky recordó en su discurso cómo la historia del siglo XX enseña que la indiferencia puede ser tan peligrosa como el odio activo. Comenzó relatando un episodio ocurrido en enero de 1936, cuando el ministro nazi Joseph Goebbels encargó una encuesta para medir el nivel de aceptación de las leyes raciales de Núremberg. Los resultados mostraron que la mayoría de los alemanes no sentía un odio visceral hacia los judíos, sino una indiferencia pasiva. La respuesta de Goebbels fue tan breve como devastadora: “No se preocupen. Nadie hará nada por ellos.”
Dolinsky explicó que esa frase resume una verdad dolorosa: no hace falta que una mayoría odie para que haya persecución; basta con que la mayoría mire hacia otro lado. Fue esa pasividad, más que el fanatismo, la que permitió el avance del régimen nazi y el inicio de una de las tragedias más profundas de la humanidad.
El rabino llevó luego esa reflexión al terreno personal. Mostró ante el público el pasaporte polaco de sus abuelos, testimonio de una vida interrumpida por la persecución. Contó que su familia debió abandonar su tierra natal, su idioma y su proyecto de vida a causa de la indiferencia de quienes creyeron que “eso” nunca podría ocurrir. Recordó las palabras de su padre, quien antes de morir le entregó ese pasaporte como una promesa: trabajar siempre por una sociedad mejor, donde el silencio no sea la respuesta ni el exilio la única salida.
En un pasaje cargado de emoción, Dolinsky pidió a todos los presentes no permitir que minorías fanáticas arrastren a la sociedad hacia la división. “Si no queremos vivir en una sociedad de pasaportes —advirtió— debemos construir una sociedad de ciudadanos, una comunidad donde nadie tema ser quien es.”
Concluyó su mensaje apelando a la responsabilidad individual y colectiva. Cada palabra, cada gesto y cada silencio —dijo— puede ser una forma de construir o destruir la convivencia. Las plegarias por las almas de quienes no tienen voz, afirmó, deben transformarse en un compromiso: hacer el bien cada día, con coraje moral y sin indiferencia.
En un discurso profundamente emotivo y con un tono firme, el presidente de B’nai B’rith, Jorge Tocar, recordó que hace ochenta y siete años, durante la Noche de los Cristales Rotos, el mundo vio cómo el odio se traducía en fuego, destrucción y silencio. Aquella noche —dijo— no fue un estallido espontáneo, sino el inicio planificado de un genocidio, ante la mirada indiferente de las potencias que eligieron no actuar.
Tocar evocó las palabras de Primo Levi —“Ocurrió, por consiguiente, puede volver a ocurrir”— para subrayar que el peligro no pertenece al pasado: la Kristallnacht no ha terminado mientras la indiferencia siga sustituyendo a la compasión y los prejuicios se disfracen de ideales.
Con preocupación, señaló que en los últimos meses se han registrado en Uruguay hechos que reflejan el mismo germen del odio y la deshumanización: manifestaciones provocativas cerca de instituciones judías, expresiones antisemitas en ámbitos académicos y políticos, y actos de vandalismo en lugares sagrados. Frente a estos episodios, reclamó una condena pública y sin ambigüedades por parte de las autoridades, recordando las palabras de Elie Wiesel: “El contrario del bien no es el mal, sino la indiferencia entre el bien y el mal.”
El presidente de B’nai B’rith afirmó con contundencia que el antisemitismo no es un problema judío, sino un problema humano, y que el silencio o la pasividad también rompen los cristales de la convivencia. Agradeció a quienes se pronunciaron contra el odio y llamó a retomar el camino del diálogo y la cooperación, especialmente mediante la reanudación del acuerdo entre la ANII y la Universidad Hebrea de Jerusalem.
Tocar cerró su discurso recordando que cada nombre recuperado de las víctimas del Holocausto es una victoria contra el olvido, y que la memoria debe seguir siendo una guía ética para el presente. “La convivencia —afirmó— se defiende todos los días, con respeto, con palabras justas y con coraje moral. Recordemos sin odiar, discutamos sin agredir, y construyamos juntos un Uruguay donde ninguna minoría tema ser quien es.”
En un discurso vibrante y profundamente conmovedor, Ruperto Long reconstruyó con precisión histórica y fuerza moral los acontecimientos de la Noche de los Cristales Rotos, aquella noche del 9 de noviembre de 1938, cuando el odio se desató en las calles de Alemania bajo la mirada cómplice del mundo.
Con tono firme y palabras cargadas de verdad, Long mostró cómo aquella “celebración nazi” en Múnich, liderada por Hitler, Goebbels y otros jerarcas del régimen, fue en realidad el inicio del infierno: una violencia planificada, una señal al mundo de que la persecución podía hacerse impunemente. Las sinagogas ardieron, los comercios judíos fueron destruidos, y la humanidad, paralizada, eligió el silencio.
Pero entre tanta oscuridad, recordó también los gestos de valentía y compasión. Narró la historia del cónsul uruguayo Florencio Rivas, quien en Hamburgo abrió las puertas del Consulado para refugiar a judíos perseguidos, enfrentando con una bandera uruguaya en la mano a una turba enfurecida. Fue un acto de coraje que salvó vidas y que, dijo Long, “honra para siempre el nombre de Uruguay”.
El orador trazó un puente entre aquel pasado y el presente. Mencionó con contundencia el ataque terrorista del 7 de octubre de 2023 contra Israel, el más brutal desde el Holocausto, y denunció la ola de antisemitismo que recorrió el mundo —también Uruguay— en los meses posteriores. Reclamó que el país no permanezca indiferente ni adopte decisiones que puedan interpretarse como un castigo hacia Israel, un Estado democrático y aliado histórico.
En ese marco, hizo un llamado concreto y valiente: reanudar de inmediato la instalación de la Oficina de Innovación de Uruguay en Israel, suspendida tras el ataque del 7 de octubre. “Sería un gesto de amistad y un aporte a la paz”, afirmó, apelando al espíritu humanista y solidario que marcó a los diplomáticos uruguayos en los años más oscuros del siglo XX.
El discurso de Ruperto Long fue más que una lección de historia: fue un llamado moral a no repetir la pasividad del pasado. Con emoción, firmeza y lucidez, recordó que la indiferencia también rompe cristales, y que Uruguay debe seguir siendo un país que elige el coraje, la justicia y la dignidad.

Fue una jornada cargada de emoción y de memoria compartida. Una vez más, el pueblo judío sintió que no está solo, y que ha llegado el momento de que quienes suelen guardar silencio encuentren también su voz.-

Janet Rudman
11 Noviembre 2025