«Yo soy de los que piensa que puede haber otro genocidio, pero no del Pueblo Judío»

«Yo soy de los que piensa que puede haber otro genocidio, pero no del Pueblo Judío»
9 febrero, 2015 administrador

Por Ana Jerozolimski. Publicado en Semanario Hebreo el 29 de enero de 2015.

ADVIERTE EL DR. AVNER SHALEV, PRESIDENTE DEL DIRECTORIO DE YAD VASHEM, MUSEO RECORDATORIO DEL HOLOCAUSTO EN JERUSALEM.

Avner Shalev, nacido en el mismo año que estalló la Segunda Guerra Mundial, no es sobreviviente de la Shoá, sino un «sabra», nacido en la tierra de Israel cuando aún no era un Estado judío independiente sino parte del Mandato Británico. Pero su figura es una de las más asociadas al tema, por el empuje que le ha dado desde 1993 a Yad Vashem, el Museo Recordatorio del Holocausto y el Heroísmo en Jerusalem, convirtiéndolo no sólo en un constante homenaje a la memoria de las víctimas sino también en una institución educativa de primer nivel para todo el que quiera interesarse en conocer una historia, que a ojos de Shalev, es clave para marchar civilizadamente hacia el futuro. Pocos días antes de viajar a las Naciones Unidas, donde habló en el acto central del Día Internacional de recuerdo de las Victimas del Holocausto, Shalev nos recibió en su despacho. Este es un resumen de una entrevista, en la que se recuerda dolor… pero también esperanza.

 

Dr. Avner Shalev, usted está viajando como Presidente de Yad Vashem a hablar en la ONU, con la singularidad de que esta vez se cumplen 70 años de la entrada del ejército rojo a Auschwitz y que de fondo, el antisemitismo en el mundo va en aumento. ¿Cómo se siente pues con esta responsabilidad a cuestas, en un momento así?

Es una buena pregunta, porque el tema aquí no es solamente la fecha redonda, los 70 años. Claro que es significativo… pero el tema es que si ya pasaron 70 años, significa que nos vamos alejando del hecho mismo, en este caso, de la Shoá. Y en general, cuando el tiempo transcurre, el hecho del que se habla parece tener menos y menos incidencia, cada vez menos relevancia.

Pero en este caso, el evento imponente de la Shoá continúa siendo relevante también hoy. Es por eso que también al cumplirse un septuagésimo aniversario, es importante estar presente. Ya lo dijo el Profesor Israel Gutman, historiador y sobreviviente: «La Shoá rehusa convertirse en historia».

O sea que es importante estar presente, dice usted, no sólo por la fecha redonda.

Claro que no. Esta fecha cobra una importancia mucho mayor debido a cosas que han estado sucediendo. Ante todo, hay un aumento del antisemitismo. Además, hay cada vez más expresiones de ideologías extremistas que despiertan odio y se oponen a los valores básicos de la vida humana. Son ideologías que están dispuestas a sacrificar la vida humana. Por eso, hablar ante las Naciones Unidas, tiene su importancia.

¿Cuál será su mensaje?

La verdad es que lo he pensado mucho. Quiero hablar allí como Director de Yad Vashem, pero más que nada, como educador, exhortando a mis colegas educadores en el mundo a luchar por nuestro camino como tales, a presentar los mensajes esenciales.

Además, me es muy importante hablar sobre los sobrevivientes, que por razones obvias son cada vez menos. Nos dejan un legado histórico. Creo que es importante tenerlo presente. Los sobrevivientes salieron de la guerra tras haber vivido atrocidades, procesos en los que intentaron deshumanizarlos, tras haber presenciado asesinatos, en general habiendo perdido a sus familias, sin hogar. Uno podía pensar que serían personas amargas, llenas de odio, que lo único que los motivaría sería buscar venganza. Pero la enorme mayoría de ellos, no fueron así. Durante la guerra, las víctimas, antes de morir, pidieron «deben recordarnos y vengarnos», pero luego de la guerra, no se vengaron.

Su «venganza» fue continuar viviendo…

Exactamente. Construyeron sus vidas en base a valores humanos. Estaban dispuestos a seguir luchando por ellos, por la parte buena del hombre, frente al mal con el que lidiaron. Algunos inclusive siguieron creyendo en Dios. Pero lo central es que siguieron creyendo en lo bueno de la condición humana… ya que sin ello es muy difícil formar y crear vida. Es muy difícil construir una sociedad positiva. Y ellos la construyeron. La mayoría, en Israel, adonde quisieron llegar. Se integraron en todas las áreas del quehacer nacional y lo hicieron también en otros lados a los que llegaron, Australia, América Latina, Estados Unidos… en todos lados. Construyeron comunidades positivas.

Y contarlo en la ONU, es una forma de homenajearlos.

Por supuesto… Y está la contraparte, contar, entre las numerosas historias que se podría elegir, por ejemplo el terrible tema del asesinato de los niños. Y contar la historia de un médico de la SS que cooperaba con el Dr. Mengele, que entre otros asesinó a 20 niños judíos que le habían servido como conejillos de indias en sus experimentos humanos. El 28 de noviembre de 1944, poco antes de que Auschwitz deje de funcionar, pidió que le manden 20 niños de entre 6 y 12 años, para hacerles experimentos relacionados a enfermedades infecciosas.

Lo más terrible de todo fue unos pocos días antes de que el ejército británico entre al sitio en el que él se hallaba, en Hamburgo, asesinó a los niños en forma especialmente cruel. Estaban perdiendo la guerra, el ejército británico estaba entrando, había hecho los experimentos de los que unos saldrían vivos y otros no… ¿para qué los mataron? ¿para qué con tanta crueldad? Había una terrible motivación asesina.

Muchos años después, en su juicio en Alemania oriental, él dijo: «Para mí no eran seres humanos. Para mí, no había ninguna diferencia entre ellos y conejillos de indias».

Sigue siendo increíble oír algo así…

Para que nunca más una persona pueda decir sobre otra que no tiene ningún valor como ser humano, es que nuestra labor educativa debe hacerse en forma contundente. Los educadores debemos luchar por esto, y lograr que los políticos se nos sumen. Creo que este es el mensaje central de mi discurso en las Naciones Unidas. Y me parece que es importante que un educador diga estas cosas en esa tribuna.

¿Cómo se maniobra entre la necesidad de destacar lo singular de la Shoá y por otro, la de recalcar que hay que advertir para que esto no le pase tampoco a otros pueblos?

Hoy en día la verdad que lo que más destacamos es el hecho que la Shoá no tuvo precedentes, no tanto la singularidad de la misma. Y en mis palabras yo hablo justamente de otros genocidios que hubo después de la Shoá. Cito a Primo Levi que dijo la Shoá ocurrió y que por ende puede haber otros genocidios. Me cuento entre quienes consideran que sí puede haber otro genocidio. Y usted, claro, no se está refiriendo al pueblo judío… No. Yo creo que el pueblo judío no vivirá otra Shoá, no porque el mundo sea agradable, sino porque hoy los judíos somos fuertes, tenemos un país fuerte que se puede defender, como otros países independientes. Yo me refiero a otros lados, al Tercer Mundo, cosas como hemos visto en África y no solamente allí. Ya han sucedido…

A lo largo de todos estos años en los que usted está al frente de Yad Vashem ¿ha habido historias que le tocaron en especial, que para usted simbolizan la Shoá?

Sí, muchas… no puedo entrar en detalles porque no son ni una ni dos… He leído cientos de libros, he conocido a numerosos sobrevivientes, he acumulado mucho conocimiento sobre todo este tema… y también he tenido que pasar un proceso personal especial… de lo contrario, no se puede estar aquí.

He conocido historias humanas desgarradoras… también muchos ejemplos de humanidad y otros de extrema crueldad… de los que aquellos que más me impactan son los que tomaban como víctimas a los niños… Como padres, el sólo imaginarnos lo que vivieron, es indescriptible.

Usted habla de ese proceso personal que ha tenido que pasar…. y realmente me pregunto cómo se puede hacer esto todo el tiempo, en un lugar con tanta historia difícil… ¿Cómo lo logra?

No tengo una respuesta muy clara a esto. Yo nací en Israel. Siempre había leído mucho sobre la historia de la Shoá, pero no fue lo más natural para mí llegar aquí. Durante mucho tiempo me dediqué a la educación. Soy parte de la generación joven que creció con el Estado, que creyó que aquí podremos construir una sociedad israelí, judía, que traiga un poco de luz… No es fácil y no todo se dio como habíamos pensado.

Cuando me ofrecieron venir a Yad Vashem, lo que me convenció a aceptar, tras dos años de dudar, fue que me percaté de que la Shoá estaba ocupando un lugar muy importante en la formación de la identidad israelí de los jóvenes, que se estaban interesando mucho en el tema. Me dije que si ellos tienen tanto interés, significa que es muy importante.

Y ya aquí, pasé un proceso… aprendí muchísimo… leyendo y en contacto apasionante con muchísimos sobrevivientes. En determinado momento me dijeron que yo soy uno de ellos, pero yo aclaré que no, que no soy sobreviviente de la Shoá, aunque siento mucha empatía, totalmente.

Sentía tanta energía respecto a todo lo que hay que hacer en términos de educar sobre la Shoá, que eso me ayudó a sobreponerme a la carga emocional que esto suponía. Pero por otro lado, se torna una obsesión. Mi esposa siempre me dice que me dedico demasiado al tema de la Shoá, que estoy constantemente con eso…. y que no soy suficientemente consciente de eso. Influye, sin duda, en la vida personal.

¿Se puede hacer algo para moderar ese efecto?

Leer muchos libros de lo que en hebreo llamamos «literatura linda», o sea no histórica necesariamente, no documental, escuchar música y mirar películas. Eso lo sigo haciendo, mucho. Eso me sostiene, como una especie de contrapeso. Pero además, dentro del tema mismo de la Shoá, lo que da energía es la convicción de que hay motivos para ser optimista en medio de tanto sufrimiento.

La Shoá ha demostrado que el hombre puede ser perverso o puede ser tan digno de la condición humana que arriesga su propia vida para salvar a otros. ¿Diría que quizás el mensaje central es que cada uno decide cómo actuar… que cada ser humano puede elegir qué camino seguir?

Creo que ese es justamente el secreto. Es lo central. El filósofo Victor Fraenkel, sobreviviente, ha escrito justamente sobre eso,diciendo que uno puede sacarle todo al hombre, pero no sus recuerdos ni tampoco su voluntad. Se le puede quitar la libertad y la vida, pero su propia voluntad le acompañará inclusive frente al sufrimiento humano. Y usted me está preguntando justamente sobre un punto que es la idea con la que yo termino mi discurso en las Naciones Unidas, en la que combinando dos versículos de la Biblia, del libro Deuteronomio, destaco el privilegio y la obligación de poder elegir.

Para los jóvenes, creo que este es un mensaje muy importante. « Mira que pongo hoy delante de ti la vida y el bien, y la muerte y el mal. Escogerás pues la vida para que vivas, tú y tu descendencia».

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