Una superviviente del Holocausto recuerda sus últimos momentos junto a Ana Frank

Una superviviente del Holocausto recuerda sus últimos momentos junto a Ana Frank
12 marzo, 2015 administrador

Por ABC España. Publicado en el portal del CCIU el 11 de marzo de 2015.

Son muchas las terribles historias sobre el Holocausto que han marcado a fuego a la sociedad, y no es para menos, pues tras cada número anónimo tatuado en la piel de un prisionero había una vida y unas vivencias humanas. Sin embargo, de entre todas ellas hay una que –por lo impactante que fue- logró alzarse sobre el resto: la de Ana Frank. Y es que, esta niña se hizo tristemente famosa tras la Segunda Guerra Mundial por esconderse junto a su familia de los nazis y por fallecer a los 15 años en un campo de concentración.

 

Su historia se ha vuelto a hacer famosa estas semanas después de que Nanette Konig –una de sus amigas durante su triste estancia en uno de estos centros de muerte- haya explicado a varios medios de comunicación como el «Daily Mail» cómo pasó esta pequeña sus últimos momentos de vida. Concretamente, este mujer de 86 años, conoció a Ana durante el tiempo en el que estuvo presa en el campo de concentración de Bergen-Belsen, lugar en el que Frank falleció unas semanas antes de su liberación.

El testimonio de Konig es uno de los que serán utilizados en el documental «Los últimos días de Ana Frank», el cuál estrenará la popular «National Geographic» el próximo 15 de marzo. En este programa, la mujer recuerda –entrevista telefónica mediante- el «terror constante» que sufrieron ambas en el campo de concentración y hace hincapié en los horrores de la guerra.

Una triste historia

En palabras de la superviviente, no conoció a Ana hasta 1941. Anteriormente Konig había sido muy feliz, y no tenía por qué no serlo, pues iba a la escuela pública, practicaba muchos deportes y su considerable capacidad económica le permitía viajar junto a su familia a Suiza de vacaciones. Nada que ver la existencia de la paupérrima niña a la que, a los doce años, su padre le dio un viejo cuaderno empastado para que dejara constancia de sus vivencias por escrito.

Sin embargo, con el paso de los años y la llegada del nazismo todo cambió. «La mayoría no imagina lo que fue el Holocausto, fue más grande de lo que la gente piensa: asesinaron a dos tercios de la población judía en Europa y casi tienen éxito en su tarea de exterminio. Tengo el deber de hablar a nombre de aquellos que no sobrevivieron», explica la superviviente en declaraciones recogidas por el diario «Milenio.com»

Fue en 1941 cuando conoció a Ana. Concretamente, su encuentro se produjo cuando los nazis crearon más de una veintena de escuelas exclusivamente para judíos. En uno de estos centros fue en el que coincidieron cuando la pequeña del diario apenas contaba 12 años. «Proveníamos de distintos barrios y no éramos precisamente íntimas, pues cada una tenía su grupo de amigas. Era una chica muy vivaracha que amaba la vida. Le hubiera encantado saber que se volvería tan popular como lo es, porque eso le encantaba: ser vista y escuchada», añade la superviviente.

Tras estar en la escuela juntas, se separaron y tuvo que llegar 1945 para que volvieran a reencontrarse en el campo de concentración de Bergen-Belsen, lugar en el que Ana acabó después de que la policía de Hitler descubriera su escondite. «La vi agotada. Estaba envuelta en mantas porque sus ropas estaban llenas de piojos. Fue horrible. Se había consumido. No quedaba nada de ella. Aún hoy no sé cómo pude diferenciarla de un esqueleto», explica la superviviente en declaraciones recogidas por la versión digital del diario «Daily Mail».

Por entonces, entre ambas había una valla insalvable que impedía viajar de un lado a otro. Sin embargo, cuando ésta fue eliminada por los nazis, ambas amigas se juntaron. «Me reuní varias veces con ella y me enteré de lo que había pasado en Auschwitz. Me habló de su diario y que quería utilizarlo como base para escribir un libro tras la guerra. Hablamos de su vida en la clandestinidad, en su escondrijo. Se podría decir que soñábamos con irnos de allí, teníamos que hacerlo, era la única forma de soportar aquello», destaca Konig.

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