Algunas impresiones de los Graduados de Yad Vashem

«El primer rostro de Israel

Israel para mi son sensaciones. La primera, una cara que recuerdo vagamente. Unos ojos grandes oscuros.

En el Aeropuerto, el avión llegó antes  de tiempo, nadie me  esperaba. Shabatt, poco movimiento, aquellas letras dibujos totalmente extrañas.

La sensación de estar en un lugar al que nunca había imaginado concretamente. Me paré en el medio del salón de llegada del Aeropuerto. Unos curas que hablaban español se fueron. Un conocido, al que vinieron a buscar, rápidamente desapareció.

Me quedé totalmente solo a miles de kilómetros de mi mundo. De pronto una mujer que esperaba a alguien, se me acerca y en algún idioma o por señas,no me acuerdo, me hace ver que me da su teléfono. Yo en el desconcierto de llegar a un mundo totalmente desconocido para mi, se lo devolví y le enseñé el  número telefónico de unos amigos que llevaba escrito en un papel. Ella llamó, habló en hebreo, se reía con quién hablaba: las primeras risas en hebreo de mi vida.

Colgó, me dijo de alguna manera que ya venían a buscarme. Me llevó del brazo hasta un asiento y ahí se despidió. Yo le dije mil veces  gracias en español,porque de verdad estaba mil veces agradecido. Desapareció.

Me quedé sentado, ahora si tranquilo mirando a mi alrededor  aquellos carteles con letras como dibujos, que no entendía. Sentí que había llegado a un lugar distinto,a descubrir algo nuevo. Nunca supo esa mujer el alivio que significó en aquel momento.»

Pablo Cora

«En cierta forma esa frase me pareció una más cuando se parte a un seminario al otro lado del mundo. La realidad es que el interés inicial era académico para trabajar en áreas sensibles como la Shoa y los Derechos Humanos. Al llegar a un lugar tan distinto y con tantas similitudes empezamos a convivir con realidades que marcaban mucho más la sensibilidad, el respeto y el entender cosas que la frialdad académica alejaba de los sentimientos. Cosas encontradas como distancia en el idioma y abrazos francos. Integrarme a un lugar excepcional como Yad Vashem me cambió la perspectiva sobre la forma de trabajar temas tan complejos y lejanos con nuestros alumnos. Descubrí desde los profesores con un gran nivel, los religiosos con una apertura humana fundamental y con un grupo de latinoamericanos excelente, que se puede integrar, comprender y valorar al diferente, que las distintas visiones religiosas no deben separar a los seres humanos y que episodios de barbarie sin límites no deben ocurrir más. Y es allí donde está el después, la luz que ilumina la oscuridad es el conocimiento y los sentimientos que traemos desde el seminario recibido en Yad Vashem. Agradezco la oportunidad recibida de compartir una experiencia fundamental en mi visión del mundo, la importancia de la familia y las religiones en un sentido amplio desde mi perspectiva laica. Y trabajaré para que mi pequeña luz ilumine la oscuridad de la intolerancia y el racismo desde el aula, mi lugar de trabajo.»

Miguel Lagrotta

» Y el momento llegó… El lunes 16 de Marzo, gracias a la invitación formulada por el Centro para el Recordatorio del Holocausto, nos re-encontramos algunas de las personas graduadas este 2015 en Yad Vashem.

Junto a nosotros, recibiéndonos con la amabilidad de siempre, estaban distintas personalidades de la Comisión.

Los graduados pudimos contar nuestras experiencias. Algunas, casi puramente académicas y otras, mostrando además, la parte sensible de lo vivido. Unas y otras se entremezclaban completando, armoniosamente, el cuadro de esos días inolvidables.

Las expectativas con las que viajamos, las enseñanzas recibidas, el trato siempre atento y todo lo hermoso que nuestros ojos pudieron abarcar, se convierten hoy, en el compromiso de multiplicar lo aprendido para que, nuestros jóvenes y aquellos que no lo son tanto, puedan acercarse a la real dimensión de la discriminación, el horror y el dolor. LA SHOÁ».

Ana María Conte