Por Ionatan Was. Publicado en Semanario Hebreo el 16 de agosto de 2018.
Todo empezó hace diez años, cuando un grupo de jóvenes —la mayoría universitarios— de entre dieciocho y treinta años, decidieron realizar una muestra interactiva en el Subte Municipal (plaza Fabini en 18 de Julio), cuya temática giraba en torno a la temática de la Shoá, y que se denominó en su momento Shoá: memoria y legado del Holocausto. En efecto, era sobre estos aspectos que se pretendía dejar una huella al visitante. Un año después la exposición se trasladó al Bazar de las Culturas (18 y Convención), aumentando notoriamente la concurrencia, y ya para las ediciones ulteriores la actividad mutó sustancialmente, derivando hacia distintos liceos de Montevideo y del interior, pero siempre bajo la misma premisa de difundir la historia y los valores que de ella se pueden tomar. En efecto, hoy día el Proyecto Shoá sigue tan flameante como siempre, y en este sentido es que sus integrantes actuales realizaron una clase al público que dieron en llamar Open Shoá, y acaso más importante, que intentó ser una copia fidedigna de lo que hacen cada vez que visitan un centro educativo.
La actividad tuvo lugar durante la noche del pasado miércoles ocho, en una de las salas de planta del complejo de cines Alfabeta, y tuvo la colaboración de Life Cinemas. Entre el público presente se encontraban familiares de los participantes, capacitadores y educadores de otros años, así como también el rabino Mendy Shemtov; había autoridades de Secundaria, directores de instituciones educativas y donantes de buen corazón; y también estaba Rita Vinocour, hija de la sobreviviente Ana Vinocour (Z’’L) y directora del Museo de la Shoá de Uruguay.
El Proyecto Shoá está integrado básicamente por educadores y directivos, y tiene en la coordinación general a la licenciada Sofía Macció; fue una de las que subió al estrado para iniciar la presentación junto a los educadores Melanie Tetman y Fabián Álvarez, quienes luego harían todas las explicaciones durante la más de hora y media que duró la clase abierta. (Vale decir que entre los educadores y educadoras, algo más de veinte, hay tanto judíos como no judíos, casi en partes iguales.)
¿Cómo se sostiene? El Proyecto está financiado por donantes particulares en un setenta por ciento, y el resto viene de Estados Unidos. Además, cuenta con el apoyo explícito del Consejo de Secundaria.
En cuanto a la presentación, consistió en dos partes, teniendo como soporte no solo la pantalla de la sala, sino también la conducción de Melanie y Fabián, que mostraron siempre tener un gran manejo de todos los temas. La primera parte versó sobre la Shoá y el Holocausto; y en el marco de esta “deconstrucción”, algunos temas tratados fueron los siguientes: definición de los conceptos Shoá y Holocausto (que no siempre es obvia), ideología y lineamientos del nazismo, y evolución de las conquistas territoriales de Alemania. Se recalcaron asimismo las nociones de la pirámide social de entonces, desde los arios en la punta, pasando por los negros, los comunistas, los gitanos, los homosexuales, hasta los judíos en la base; se mostró la cronología del derrotero de Hitler desde que asume el poder en 1933, la propaganda de deshumanización hacia los judíos, y también la educación por el odio, que se propalaba de las maneras más abyectas: en libros de inocencia, en juegos de niños, en tareas escolares. Luego aparecieron los guetos, los campos de concentración, las cámaras de gas, y todo lo que vino con ellos: aislamiento, maltrato, prohibiciones, muerte…
Solapadas entre estas imágenes terribles, se hizo un recuento de la vida de Chil Rajchman (Z’’L), ejemplo paradigmático de sobrevivencia. Siempre a través del repaso de su periplo vital, desde sus primeros pasos en Lodz, en Polonia, pasando por la separación de su familia, la deportación al campo de Treblinka, los trabajos de humillación, rapar a los ejecutados para vivir, buscarles los dientes de oro para los verdugos, hasta ser uno de los incitadores de la revuelta, y hasta ser un “privilegiado”: por haber sido uno de los pocos que pudo escapar de la muerte, con la complicidad de un campesino en su caso, para luego reencontrarse con un hermano, emigrar a Uruguay y formar una familia. En este sentido, se proyectaron entrevistas (en yiddish) de televisión, infografías ilustradas e invocaciones al libro Treblinka, en este caso con la singularidad de que fue escrito al mismo tiempo que Chil permaneció en el campo, con la incertidumbre lógica de si algún día vería la luz.
Siguiendo la línea de tiempo, se resaltó la supuesta importancia de la creación de la Declaración Universal de Derechos Humanos, consecuencia directa de los horrores del nazismo, y con el objetivo de evitar males posteriores. Y también se reivindicó a la figura de los llamados Justos entre las Naciones, aquellos hombres y mujeres que sin ser judíos ayudaron a judíos sin pedir nada a cambio. Se mostraron seis ejemplos, entre ellos el del ciclista italiano Gino Bartali, que gracias a la bicicleta, y emulando estar entrenando, salvó varias vidas llevando documentos de valor a distintas partes; el último Giro D’Italia, con las tres primeras etapas en Israel, estuvo dedicado en su honor.
Para el final, pasaron por la pantalla un video resumen de toda la actividad, que incluía un pasaje de la melodía de violín de La lista de Schindler, siempre tan tocante.
En tanto, la segunda parte de la actividad estuvo enfocada en algunas enseñanzas directas del Holocausto, como ser la discriminación, los roles asumidos frente a las injusticias, y la manera en que nos paramos frente a posibles situaciones de la vida real. Pero esto es una materia ya largamente repetida.
Pasadas las nueve y media, todos los educadores y directivos subieron al estrado, con sus remeras negras y sus pines de prohibido callar, y recibieron un sonoro y largo aplauso.