A León Poplawski (Z’L), sobreviviente de la Shoá y divulgador incansable de su historia de resiliencia
Escribe la Prof. Rita Vinocur, directora del Museo de la Shoá de Uruguay
Tuve el privilegio de entrevistar a León para la Survivors of the Shoah Visual History Foundation de Steven Spielberg a fines de los años 90’s cuando Spielberg hizo llegar la posibilidad de brindar su testimonio también a los sobrevivientes de Sud América, llegando ahora a casi 55.000 testimonios en el mundo entero.
Ahí está el tuyo León. Con tu historia tan impresionante.
Naciste en Hajnowka cerca de Byalistok, Polonia.
Tú siempre luchando por la memoria, yendo una y otra vez a todo lugar que fuese necesario para contar y contar para que no se vuelva a repetir. Nunca negaste tu presencia. No olvidaré una vez que una sobreviviente que estaba designada para encender una vela en una sagrada conmemoración de Shoá, se enfermó el mismo día, hace muchos años ya, cuando todavía todos los sobrevivientes estaban sanos y ninguno faltaba a un evento tan magno. ¿Qué hacer? Era en ese momento uno por vela… ¿Dejar una vela vacía cuando representa a millones? Sin pensarlo mucho te llamé León inmediatamente y era ya el último momento. Generosamente me dijiste: Rita no te preocupes, yo voy. Tú estuviste presente. Por supuesto muchas veces más, como quedó documentado en el Semanario Hebreo en la edición de la semana pasada, seguiste encendiendo luminarias en honor a tus hermanos asesinados en el Holocausto. Ahora, en tu nombre tendrás nuevamente en breve, una vela en tu homenaje póstumo en el evento organizado por la B’nai B’rith en la NCI por la Noche de los Cristales Rotos o Pogrom de Noviembre.
Ya te había escuchado muchas veces y cada vez me sorprendía por tu valentía siendo tan niño a los 9 años con la responsabilidad de un adulto cruzando campos nevados solo, buscando alimento para tu familia y llevándola a otro ghetto diferente al tuyo.
Tuviste el coraje de saltar de un tren en marcha sabiendo que de lo contrario el destino de ese tren sería la muerte en Treblinka, porque le preguntaste a un empleado de la estación de trenes adónde iba el tren y te hizo un gesto con dedo en el cuello que eso indicaba.
Y cómo lograron que un campesino les diera cobijo en un granero tras una puerta falsa y allí se escondían y llegaron los nazis y abrieron esa puerta y había tanto sol que no vio que había varias personas en ese espacio inmóviles; casi ni respiraban y el sol lo encandiló y se salvaron milagrosamente.
Siguieron viviendo allí pero el granjero les exigía que les consiguieran comida a él y a sus 7 hijos también y salías arriesgando tu vida porque se denunciaba por muy poca cosa a un judío que estuviera escondido; tal vez un kilo de azúcar por una vida. Y tenías tus casas elegidas y te daban alimentos, pero un día llegaron los nazis a una de esas casas y te escondiste en la estufa a leña y el nazi dijo: hace mucho frío enciendan la estufa ¡y estabas ahí! Pero te trepaste como un gato por dentro de la estufa hacía arriba. Otra vez te salvaste milagrosamente.
Y había que conseguir comida, siempre comida para todos entonces salían en la noche y de lejos hacían ruidos con ollas y gritaban para que la gente pensara que eran muchos y habían tallado y pintado unos palos de negro para que parecieran escopetas y así los campesinos asustados les daban alimentos. Coraje otra vez.
Una vida de valentía.
Imposible de imaginar todo el stress que sufriste. Eras de buen humor, amoroso. Creaste una hermosa familia con tu esposa Susana, hijos, nietos y más familiares en Israel.
Desde siempre fuiste integrante del Centro Recordatorio del Holocausto de Uruguay; muy cercano a nosotros también en nuestras fiestas y en todas las conmemoraciones dijiste presente. Te fuiste en paz en el Hogar Israelita del Uruguay.
En nombre de nuestra institución, te deseamos que descanses en paz querido León; bendita sea tu memoria y que las personas que escucharon tu historia la sigan relatando que es una manera de perpetuar tu vida y una parte de la historia de la Shoá.–