Foto: Yad Vashem
Recientemente, con motivo del Día Internacional de Recordación de las Víctimas de la Shoá, el Presidente del Directorio de Yad Vashem, Dani Dayan, fue invitado como orador central a una singular actividad virtual organizada por la Asociación de Comunidades Judías del Golfo. No fue una disertación extensa, pero sí contundente, un resumen conciso y elocuente de los fundamentos sobre los que se basa la Memoria de la Shoá.
Dani Dayan planteó el tema señalando que la Memoria de la Shoá está basada sobre cuatro Los cuapilares. Este fue su planteamiento:
«Hay cuatro pilares fundamentales sobre los que se basa el compromiso con la Memoria de la Shoá.
1) Duelo
Hemos perdido a 6 millones de nuestro hermanos, un número inimaginable. Por eso, en Yad Vashem es raro que se vean banderas. Yad Vashem no es un lugar para enarbolar banderas sino para agachar la cabeza y llorar, así como lloró el Presidente de la Kneset Miki Ley en el Bundestag en el Día Internacional de Recuerdo. Y es un lugar para orar en silencio”.
2) Conocimiento
Debemos saber, debemos conocer todo lo que atañe a la Shoá. ¿Por qué? Por varias razones. En primer término, por las generaciones futuras. Pero también porque por razones obvias, en el futuro no tendremos más testigos presenciales de la Shoá para contarnos lo ocurrido. Y debemos recabar sus testimonios, para que todo se sepa.
Entre los 6 millones de víctimas, muchos jamás pudieron dar sus testimonios. Los documentos que quedaron, son el testimonio. Por eso en Yad Vashem estabamos obsesionados con la recolección de la documentación de todo el mundo, en archivos en Rusia, dondequiera que sea para tener todo sobre la Shoá.
Es nuestro deber, para las futuras generaciones, para el presente pero también ante las víctimas mismas.
Podemos tener presente la figura de una niña judía en Byalistock, llámese Sara, Hindl o Lea, que fue empujada con su familia y otros cientos de miembros de su comunidad a su shul (sinagoga), al que los nazis prendieron fuego. Y estoy seguro que en los últimos momentos de su vida, esa niña judía esperaba que sepamos todo sobre ella, quién era, cómo se llamaba, quiénes eran sus padres, sus hermanos, cuáles eran sus aspiraciones en la vida. Es nuestro deber saber todo sobre los 6 millones, entre ellos 1 millón y medio de niños, que fueron masacrados.
Se los debemos a ellos, a las víctimas. Por eso continuaremos recabando documentación en el mundo.
3) Sentimiento
El recuerdo no debe ser solamente algo intelectual y racional, cognitivo, sino sentimiental, emocional. Esta es una de las dificultades.
También en Pesaj, cuando leemos la Hagadá, dice que en cada generación uno debe verse como si hubiera salido de Egipto. Y comemos el “marór”, para que eso nos ayude a sentirlo, a sentir nosotros mismos la amargura.
Debemos hallar la forma de identificarnos con ellos, con las víctimas, como si uno hubiera salido de Auschwitz, como si nosotros hubiéramos sido liberados.
Es para eso que están los museos de Yad Vashem y los distintos programas educativos, para ayudar a que podamos acercarnos a sentir lo que nuestros hermanos sintieron durante la tragedia de la Shoá.
4) Aprender de las lecciones de la Shoá
Son numerosas las lecciones que nos dejó la Shoá. Distintas personas pueden captar distintas lecciones. Es legítimo, siempre y cuando éstas se aprendan desde un punto de vista moral decente.
Algunas de las lecciones son a nivel personal, otras nacionales y otras universales. Y hoy aquí quisiera compartir lo que les digo siempre a los dignatarios que visitan Yad Vashem. Les digo que la Shoá dejó en claro la necesidad existencial de un Estado judío en la tierra de Israel. Que Israel no fue creado debido a la Shoá sino a pesar de ella, pero que su existencia constituye una garantía que no habrá otro Holocausto. Les digo que según nuestra tradición, cada judío estuvo presente en la entrega de las Tablas de la Ley en el Monte Sinaí. Y yo creo que cada judío estuvo a bordo del Saint Louis que tuvo que ir de puerto en puerto repleto de refugiados de Europa, negándosela la entrada en Norteamérica, en el Caribe, en Latinoamérica, por lo que tuvo que volver a Europa . Allí perecieron en la Shoá todos los que estaban a bordo.
Si Israel existe, y existirá por siempre, no habrá otro Saint Louis. Y si lo hay, sus pasajeros hallarán un lugar seguro en Israel.
La segunda lección que nos dejó la Shoá es que al antisemitismo hay que combatirlo de inmediato, apenas aparece, con firmeza, sin titubear.
La situación actual no es la de Europa en el siglo XX, estamos lejos de allí, bendito sea Dios. Pero nosotros tenemos hoy la experiencia que ellos, en aquel momento, no tenían. Y sabemos que si el antisemitismo no es frenado enseguida, puede alcanzar dimensiones monstruosas. Si una vez ocurrió, puede ocurrir otra vez. Y es responsabilidad de todos, Cancilleres, Ministros, de todo aquel que está en una posición de influencia, educadores, profesores, enfrentar el antisemitismo de inmediato. Lo deben hacer tanto judíos como no judíos”.
Datos generales
Dani Dayan, quien inició sus funciones como Presidente del Directorio de Yad Vashem en agosto del 2021, fue anteriormente Cónsul General de Israel en Nueva York, un cargo que consistía de hecho en representar al Estado judío ante la mayor comunidad judía del mundo fuera de Israel. “Fue un gran privilegio para mí servir de puente entre Israel y esa gran comunidad”, contó en tono personal. “Y al volver a Israel, no buscaba un trabajo sino una misión, algo del mismo calibre. Y cuando me sugirieron encabezar Yad Vashem, sentí que este es el gran honor de mi vida”.
Dayan comenzó aclarando que aunque muchos llaman a Yad Vashem de “Museo de la Shoá”, de hecho es mucho más que ello: es el Centro Mundial de Recordación de la Shoá, una institución en cuyo marco hay también diversos museos, pero que además despliega una gran actividad educativa, tiene una Escuela Internacional de Estudio de la Shoá, realiza investigación, tiene 200 millones de documentos de la Shoá y una muy extensa colección de objetos de la Shoa. Uno de ellos, un Sidur tfilá, un libro de oración de un niño judío que tuvo su Bar Mitzvá dos semanas antes de la Noche de los Cristales Rotos en noviembre de 1938, fue el que se prestó días atrás al Presidente de la Kneset Miki Levy quien pronunció un discurso ante el Bundestag en Alemania, y solllozó al leer del mismo el Kadish por los muertos, la oración por las víctimas asesinadas.-