Despedirse de espacios amados como si fueran personas…
Escribe la Prof. Rita Vinocur, presidenta del Centro Recordatorio del Holocausto de Uruguay
Cuando le comenté a mi amigo Fabián Álvarez que quería despedirme de los espacios ya vacíos, después de la mudanza del Centro Recordatorio del Holocausto de Uruguay en el marco de la mudanza de la Kehilá, él entendió perfectamente ese sentimiento y me dijo “también me gusta despedirme de los espacios como si fueran personas”. ¡Qué expresión tan exacta! Los había frecuentado durante 36 años y la despedida era un llamado imprescindible que me daba melancolía y nostalgia, aunque estaba acompañada de la fiel Sandra Veinstein.
Ver esos espacios antes tan plenos de vida con nuestro equipo humano, planificando, conversando, amando lo que hacemos y ahora tan vacíos, con pocos vestigios de lo que fueron, confieso que era imposible no ponerse un poco tristes. No habría sido posible sin el apoyo y la ayuda de Silvina Cattáneo, Daniel Lautaro Rodríguez, Gisela Spinola, Fabiana Corcino y también Andrea Blanqué y Mónica Packer dieron su toque. Y para los traslados tuvimos el apoyo enorme de Silvia Facal, Carlos Kaplan, Verónica Molina Priore. De todas maneras, el trabajo fue gigantesco y el gran agotamiento continúa por pasar semanas de concurrir a diario a ver cada papel y ubicarlo en los lugares correctos y que el equipo empacara o “paletizara” las cajas. Según los fleteros quedó todo como para resistir “una guerra nuclear” ja, ja, algo nunca visto como para trasladar con tranquilidad grandes pesos de libros y pertenencias para volver a trasladarlos en un futuro que esperamos sea lo más cercano posible. Hubo coordinaciones que debían ser perfectas con vidriero, electricista, carpintero para desarmar la Biblioteca y escritorio, Conservador que cuidó nuestros objetos como lo que son, patrimonio de la humanidad, fletero, Kehilá y por supuesto con Instituto Yavne con quienes estaremos eternamente agradecidos. Su buena voluntad, su apertura para buscarnos y darnos espacios y elegir lo mejor posible disponible, son verdaderas mitzvot (buenas acciones). Allí quedaron nuestros tesoros de décadas y están resguardados como una gran bendición.
Tantos sobrevivientes pasaron por allí, dejaron tantas ilusiones, tantas esperanzas en una sociedad mejor, un mundo mejor a través de nuestro Museo de la Shoá de Uruguay, nuestra Biblioteca de Shoá Simón Wiesenthal que no les podemos fallar; a través de toda nuestra institución el CRHU – Sherit Hapleitá. Es una responsabilidad inmensa. Hay que seguir y abrir caminos que serán carreteras; habrá que hacer un nuevo Museo que llegue al alma y al corazón tanto como lo fue el que se desmanteló y trataremos que sea aún mejor. Tendremos que hacerlo con fuerzas, pasión y ganas como si esos nuevos espacios sean personas amadas a quienes les brindaremos solo lo mejor de nosotros.
Y sí, se nos cae un lagrimón, pero lo lograremos, algo nuevo que haga historia de la buena, porque la vida siempre puede más.-