El Centro Recordatorio del Holocausto de Uruguay rinde homenaje a Danielius Zilevicius, deportista lituano y Justo entre las Naciones
En la foto, boda de Danielius y su esposa Ona
Por Dr. Israel Jamitovsky
Fuente: aurora-israel.co.il
La oportunidad se brinda para abordar brevemente deportistas y en este caso un futbolista, que con su familia arriesgaron sus vidas para salvar judíos durante el Holocausto. Se trata de Danielius Zilevicius, nacido en Lituania en 1900. Danielius era funcionario del Ministerio del Interior pero también integrante del equipo de fútbol L.F.L.S. que tenía su sede en Kaunas (Kovno en hebreo). Este equipo fue fundado en 1919 y poseía un elenco multinacional habida cuenta que además de jugadores locales, formaban parte del equipo cuatro jugadores alemanes, un judío, un inglés y un serbio.
Transcurrido un tiempo, Ona apreció entre el antedicho colectivo, a una mujer judía con su hija de cuatro años. Habida cuenta que ella también poseía una hija de cuatro años, se acercó a la mujer judía y se presentó. El nombre de la mujer judía era Polia Rudnik y el de la niña, Genia. Desde ese momento Ona, cada vez que las veían, se acercaba para saludarlas y entregarle un pequeño obsequio a la niña. En determinadas oportunidades, concurrían al trabajo el esposo de Genia y su hijo de 10 años a los que Ona pudo igualmente conocer.
Salvar y proteger a la niña judía
La situación se agravó. En el verano de 1943, los alemanes comenzaron a deportar a la población del Gueto de Kaunas a Estonia, la judía Polia Rudnik adoptó una dramática resolución. Le rogó a Ona Zilevicius que salvare a su hija Genia. Ona aceptó contando con la anuencia de su esposo Danielius y su madre. Pocos días después Ona recogió a la niña judía, durante el trayecto temió que su entorno se apercibiera que la niña provenía del gueto. Finalmente la niña llegó al hogar de Danielius y Ona y luego de bañarla, quitarle los piojos, alimentarla y proveerla de vestimenta pertinente, se le destinó exclusivamente la habitación de sus hijos. Éstos últimos fueron trasladados a la finca de la madre de Orna en Tytuvenai, cerca de Siaulial, cabe apreciaren en toda su dimensión el coraje de los padres de alejarse de sus propios hijos para proteger a la niña judía. Decidieron que en caso de una inspección, Genia sería presentada como su hija con el nombre de Judyta. Tanto vecinos como amigos de la pareja desconocían por completo la presencia de Genia en el espacio familiar de Danielius y Ona.
Durante todo este período, el matrimonio Zilevicius brindó a Genia afecto , calidez y abrigaba la firma esperanza de que la niña pudiera reencontrarse en el futuro con sus padres, pero con posterioridad a la liquidación del gueto, no volvieron a saber de ellos ni tampoco del hermano mayor de Genia. Todos habían perecido. Después que el ejército rojo liberó Vilna y finalizada la guerra, la circunstancias de la vida separarían a la familia Zilevicius. Orna con sus hijos se trasladan a Alemania y posteriormente se afincaron en Estados Unidos. Genia por su parte, continuó residiendo en Lituania con Danielius y su suegra Adolfina, hasta que dos tíos de ella afincados en Israel, logran ubicarla y en 1957 se traslada y se radica en Israel. Danielius por su parte se comunicó con Alexander Macht-dilecto amigo lituano y destacado ajedrecista antes de la guerra -que residía en Israel, precisamente para facilitar y respaldar la integración de Genia en el país judío.
Esta joven judía nunca olvidó la grandeza de espíritu de esta noble familia lituana y se mantuvo en permanente contacto postal con Danielius hasta su fallecimiento acaecido en Kaunas en 1963. Otro tanto hizo con Ona -que acortó su apellido a Zilius- con quien se encontró en el año 2000.
La dimensión de su heroísmo
En el año 2006, efectué con mi señora y un pequeño pero selecto grupo israelí un periplo a Lituania que me impactó profundamente. Hasta ese momento, confieso que había sido reacio a visitar espacios relacionados con el Holocausto, pero a partir de este viaje modifiqué sustancialmente mi postura.
No hay como la visita in situ y en este caso palpar la tragedia que se abatió sobre la comunidad judía de Lituania (más del 90% fue extinguida) y la extinción de su riquísima vida cultural y religiosa que igualmente se calibra y se aprende durante este tipo de periplos. Historiadores han señalado que una buena parte de la población local colaboró con el ocupante nazi. Recuerdo que el propio guía lituano señaló que se estima que alrededor de 15 mil lituanos colaboraron entusiastamente con los alemanes, en tanto que sólo 924 lituanos fueron reconocidos como Justos entre las Naciones. Los guarismos son contundentes.
Más aún. Una vez que los soviéticos abandonaron Lituania y antes que los alemanes ingresaron en este espacio, las hordas lituanas comenzaron a asesinar impunemente a los judíos que residían en los pequeños pueblos y villas. Uno de ellos fue un tío de mi señora, el único de seis hermanos que se le impidió dejar Lituania, radicarse en Uruguay por su condición de médico y precisamente fue asesinado cuando ejercía su profesión. Por todo ello, cabe apreciar en su real dimensión los enormes riesgos que asumió esta familia lituana al salvar la vida de Genia Rudnik y no extraña que el 26 de abril de 2006, el Instituto Yad Vashem de Jerusalén otorgara el título de Justos de las Naciones al exfutbolista Danielius Zilevicius, a su esposa Ona Zileviciene y a su suegra Adolfina Zileviciene.-