Por Prof. Rita Vinocur. Publicado en Semanario Hebreo el 2 de Agosto de 2018.
Cuando la hoja en blanco se presenta serena, firme y hasta desafiante, esperando recibir maravillas de quien quiere en pocas palabras compartir experiencias y emociones, agradecer gestos, esfuerzos y cariño, y se agolpa todo eso en el corazón, puede ser aterrador. ¿Cómo se puede en pocas palabras expresar tanto? ¿Es posible? Lo intentaremos. O al menos concentrarnos en algunas pocas cosas; porque contar todo y agradecer todo en este espacio es imposible.
Para quien casi nunca viaja, visitar primero a familia y amigos muy queridos en Kfar Saba, en el kibutz Tel Itzjak, luego Jerusalem -en el marco de una conferencia internacional en Yad Vashem, Centro Mundial de Recordación del Holocausto – con encuentros y re encuentros de familia, amigos, colegas y luego unos pocos días en Paris y Londres en un breve lapso, es casi surrealista. Hasta pude conocer personas que durante décadas solamente conocía por mail.
Viajamos 3 uruguayas representando a nuestro país, Mónica Packer, Isabel Burstein y quien escribe, por la 10ª. Conferencia Internacional -mencionada en el título del artículo- que congregó a más de 50 países con 358 participantes.
La Conferencia fue del más alto nivel imaginable; Yad Vashem es un lugar donde cada centímetro está pensado para la misión de la memoria y produce un impacto perdurable sólo por caminar allí. Es como pisar tierra sagrada en la tierra santa.
Si debo elegir mencionar lo mínimo, diría que me impresionó especialmente un testimonio con un formato digital muy especial para cuando el sobreviviente no esté más físicamente en este mundo, en tamaño natural, que de varias maneras será un testimonio interactivo ya que se preveen muchas preguntas y ya el sobreviviente brinda las respuestas. Será lo más cercano a estar con un sobreviviente en persona. Lo había ya leído, pero verlo parece ciencia ficción. Una sorpresa fue que al final de la presentación el sobreviviente sí estaba entre el público mirando su propio testimonio. Siempre identificarse con la historia de una persona es mejor que hablar de números aunque sean elocuentes. Vale la pena contar que cada vez que sobrevivientes hablaban en el auditorio central, recibían aplausos de pie. Nada es, ni será comparable al testimonio de los testigos directos. Vaya aquí un homenaje al sobreviviente rumano Ben Walker y Ruth su esposa quienes asistieron a la Conferencia completa y a quienes nos acercamos y apreciamos mucho.
Un proyecto enriquecedor relatado en los talleres de la Conferencia, es el de un joven Profesor Dr. Miguel Ángel Ballesteros de la Universidad de Sevilla y sus alumnos más jóvenes a quienes logró motivar para estudiar la Shoá, inclusive yendo físicamente a los campos de concentración. Cuando el profesor expresa que se va a ir a los campos, sus alumnos quieren seguirlo y cada uno se paga sus gastos. Una maravilla.
Más allá de la Conferencia fue importante dedicar horas para visitar el Museo Histórico de Yad Vashem. Difícil expresar lo que transmite. Hay que verlo, hay que sentirlo. Me honró el fugaz re- encuentro con Avner Shalev, su presidente a quien mucho respeto y admiro.
Conocer en Yad Vashem finalmente a Alexander Avraham, el Director de la Sala de Nombres con quien me escribí por casi 20 años y a Amanda Smulowitz, al uruguayo Yechiel Chilewski, ex alumno del Yavne, que me impulsó para viajar, Haya Feldman, Dorit Raviv y a quienes ya tenía el gusto de conocer, Yosi Goldstein, Eliana Rapp y Nora Gaon, fueron momentos hermosos que atesoraré. Agradecimiento a todos ellos por sus atenciones.
Y un lugar especial quiero dedicarlo a agradecer a Ana Jerozolimski; para mí ella es Janale.
Llegó al hotel con su calidez característica y su amplia sonrisa que te hace sentir abrazado con un manto de bienvenida solo al verla. Creo que muchos uruguayos que pisaron la bendita tierra de Israel y llegaron a Jerusalem saben a qué me refiero. Nos llevó adonde queríamos ir que era el Kotel, nos volvió a buscar luego de que tuvimos nuestro espacio en el muro sagrado; nos paseó por tantos lugares hermosos de Yerushalaim que todavía no habíamos visto con la paciencia de que tomáramos fotos, incluyendo la maravillosa vista del Monte de los Olivos dedicándose como si no tuviera nada que hacer! Y se sabe de su incesante actividad. Hasta a Majané Yehuda nos arrimó y en realidad nos quería llevar a su casa.
Janale es el símbolo de la hospitalidad. Mi compañera de viaje Mónica Packer y yo agradecemos justamente por esta vía, en el Semanario, que es parte de la energía que corre por sus venasc como ocurría con su padre Yero (Z”L) pareciendo ya un llamado ancestral el periodismo y la comunicación, con la verdad y ese corazón compartido por nuestro Uruguay e Israel.
Y es justamente aquí, en este lugar en donde ella está en su salsa donde esperamos provocarle una sonrisa porque le decimos nuevamente: Gracias Janale!!