Por María Inés Obaldía. Publicado en Semanario Hebreo el 16 de julio de 2015.
Ela Weissberger extiende su tarjeta de presentación con una sonrisa, su nombre, su dirección de Nueva York y su correo se diluyen ante el asombro que provoca la foto envejecida, del coro de niños de Brundibár en el campo de concentración de Terezín. Ella está en la primera fila, de negro ,su mirada enfrenta directa al fotógrafo. La foto fue tomada por la propaganda nazi para engañar a la Cruz Roja sobre lo que sucedía en los campos y argumentar así que en ellos había arte y recreación.
Brundibár es una ópera infantil, compuesta por Hans Krasa (Praga 1899-Auschwitz-Birkenau 1944), que se representó 55 veces en el campo de Terezín. Sus músicos y la mayoría de sus niños actores así como el público, fueron asesinados en Auschwitz.
Ela sobrevivió…
Este 8 y 9 de Julio en Montevideo, donde fue distinguida como ”Visitante Ilustre” Ela subió al escenario del Auditorio del Sodre y con los niños de escuelas públicas y privadas, con la Orquesta Juvenil y la Esc. Nal. de Danza volvió a cantar la Canción de la Victoria, la canción final de la Opera.
Ela cantó y aplaudió en el teatro, recibió títulos y distinciones de las más altas autoridades de la cultura uruguaya, fue a la Escuela Artística de Primaria 265 y recibió la música de los alumnos que tocaron en su honor, siempre atenta y dispuesta a contar y testimoniar con su voz… la voz del coro, no solamente de los niños cautivos en Terezín sino del holocausto todo.
Brundibár le habilita a Ela a incidir como un símbolo de la resistencia cultural, ella lo sabe, por eso extiende su mano y muestra la estrella que le obligaron a poner y que, recuerda, solo se podía sacar cuando cantaba en la ópera. La muestra junto a su número y dice nuevamente su nombre ”Ela” porque el número no borró el nombre que le eligieron sus padres.
La cultura japonesa valora que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia eso lo vuelve más hermoso. Con esa premisa reparan objetos rotos con oro y plata rellenando las grietas y mostrando las rastros de las reparaciones como señales que se celebran y se respetan, como metáforas de la fragilidad pero también de la resiliencia: la capacidad de recuperarse y hacerse más fuerte.
En Montevideo a los 85 años Ela Weissberger ha vuelto a cantar la Canción de la Victoria, en el Auditorio Nacional y en la Escuela de Música 265. En varios idiomas se alzó la voz para entonar ”Hemos vencido al fin…”
Por eso aunque la foto la muestre prisionera , de negro, mirando directamente al fotógrafo, junto a niños que no escaparon a los campos de exterminio, y uno mismo tiemble cuando la recibe de su mano, Ela Waissberger extiende su tarjeta de presentación con una sonrisa…