Por Fabián Álvarez, voluntario del Centro Recordatorio del Holocausto. Publicado en Semanario Hebreo el 3 de setiembre de 2015.
Preservar la memoria es un asunto que nos compete a todos. Es importante por muchos motivos; porque no podemos repetir acontecimientos nefastos para la humanidad toda como fue la Shoá (Holocausto) y no debiéramos siquiera permitirnos la más mínima semilla de intolerancia hacia el diferente, porque fue así como se suceden las tragedias, y porque las víctimas y los sobrevivientes merecen ser recordados.
En este marco existen instituciones en nuestro país como el Centro Recordatorio cuya misión es poder darle voz a quienes ya no se encuentran con nosotros pero que tienen poderosos mensajes del pasado para transmitirnos. Y que una vez recibidos nosotros también podemos diseminar.
El Centro abrió sus puertas el miércoles pasado a los alumnos de 6to año del Colegio St. Joseph Mary College y les propuso una visita guiada por sus instalaciones. Sin embargo es imposible hablar de la Shoá sin crear una narrativa en la cual los objetos mostrados en el Museo adquieran significado.
Mi misión como guía fue esa. Crear una narrativa. O mejor dicho unir algunas piezas de un infinito puzzle que dieran cuenta de cómo sería la imagen general una vez completado. Esa narrativa la proveen los testimonios de sobrevivientes y víctimas, que en sus diarios y novelas plasmaron lo que era vivir entre discriminación, prohibiciones y violencia, en guetos y en campos de concentración y exterminio.
Desde un primer momento como grupo nos enfrentamos al reto de tener que imaginar a través de las palabras, las imágenes de la vida en blanco y negro de esa época. Los fallos en la tecnología fueron suplidos por la riqueza de los testimonios y la incisividad de alumnos ya sensibilizados por la temática. Al ya conocer a insignes sobrevivientes como Ana Vinocur, era casi imposible no sensibilizarse al ver su peine, símbolo de que si uno tiene la fuerza y se lo propone, nadie es capaz de quitarnos la dignidad y nuestra condición de seres humanos.
Con simpatía y entablando una relación casi de igual a igual, es posible transmitir de forma educativa conceptos demenciales como los que el nazismo y la barbarie que produjo implican. De ese recurso también me valí para mostrar el templo. ¿Por qué mostrar un lugar de culto en un recorrido sobre Shoá?
Muchos de nosotros, los gentiles, no tenemos la posibilidad de ver como es una sinagoga y quizás de nunca conocer a un judío. El conocimiento es un arma poderosa para poder combatir la discriminación. Cuando conocemos una cultura, un pueblo y una religión que nos era hasta ese momento extraña, podemos comenzar a ver el mundo que nos rodea sin esos preconceptos y prejuicios que nos convierten en personas discriminadoras y reaccionarias. Y la Shoá justamente comenzó con discriminación.
A este encuentro se sumó un amigo, a quién le daba curiosidad saber qué es lo que hago y por qué lo hago si no soy judío, cuál es la relevancia de la temática en los albores del siglo XXI. Tuvo su respuesta a lo largo de toda la charla. Lo hago porque la Shoá no es patrimonio del pueblo judío sino de la humanidad entera y todos debemos mantener viva la memoria. Lo hago porque soy un ser humano y vivo en el planeta Tierra. Porque la Shoá, en su singularidad, le ocurrió al pueblo judío, pero en el porvenir podría ocurrirle a otro grupo humano y por estar absortos en lo mundano los demás no generamos una fuerte consciencia de que como humanidad debemos defendernos los unos a los otros.
Al finalizar aquel encuentro, esa veintena de jóvenes y sus docentes y también mi amigo, pudimos compartir algunas reflexiones sobre la importancia de la memoria y el legado que nos dejaron las víctimas y los sobrevivientes de la Shoá así como también pensar a la otredad desde la complementariedad y el enriquecimiento y no desde la oposición. Ver al otro como una posibilidad y no una amenaza es el cambio paradigmático que debemos lograr como humanidad para poder superarnos y alcanzar la paz duradera y el bienestar.
Desde este humilde lugar el Centro Recordatorio, y quienes están dispuestos a compartir una tarde con nosotros, estamos haciendo nuestra parte.