El ex soldado Oskar Gröning fue condenado a cuatro años de prisión por haber sido cómplice del asesinato de 300.000 judíos húngaros que fueron llevados al más lóbrego de los campos de muerte nazis, en el verano de 1944.
En una arrolladora exposición de 75 minutos, el juez Frank Kompisch presentó lo que fue equivalente al día de la verdad para la Justicia alemana ante el fracaso para procesar a miles de perpetradores. El juez dijo sencillamente que cada alemán tenía una opción respecto de hasta dónde ir junto a los nazis.
«Este es un punto que debe señalarse claramente», indicó el juez. Incorporarse a las SS y tomar «un puesto de escritorio seguro» en Auschwitz «fue su decisión». Agregó que «quizás fue afectado por la era, pero no porque usted no fuera una persona sin libertad».
Gröning, quien fue cajero de un banco, ofreció durante las doce semanas del juicio una escalofriante visión del funcionamiento de Auschwitz-Birkenau, donde se desempeñó entre septiembre de 1942 y octubre de 1944, asignado a requisar dinero en efectivo y otros valores a los prisioneros. Los cargos presentados incluyeron haber ayudado al régimen nazi a obtener beneficios económicos de los asesinatos en masa.
Si bien no fue acusado de asesinar con gas a los prisioneros, el juicio de Gröning, sugirió que había sido testigo de suficiente violencia y crueldad como para tener claro entendimiento del sistemático asesinato en masa cometido en el campo situado en Polonia, ocupada por los nazis.
«Usted tuvo libertad para pensar», Kompisch le dijo a Gröning. «Sin embargo, pidió para incorporarse a las SS».
El abogado principal de los demandantes, Thomas Walther, calificó el fallo emitido por Kompisch de histórico, al señalar que fue maravilloso para sus representados y porque puede servir como un correctivo después de décadas de actuaciones laxas de la justicia alemana en relación con los nazis.
El juez Kompisch dijo que los expertos estiman que 6.500 personas trabajaron para las SS en Auschwitz, pero solo 49 han sido condenadas.
El fallo excedió los tres años y medios pedidos por los fiscales. Los abogados de Gröning plantearon la absolución.
El fallo surgió un día después que Gröning, quien tiene debilidad física pero está mentalmente alerta, ofreció en el juzgado lo que claramente fue su intención de pedir disculpas por sus crímenes. «Realmente lo siento», dijo. Sin embargo, no pidió perdón a los familiares de las víctimas.
En el juicio que comenzó el 21 de abril, admitió su complicidad moral. El 1° de julio, en una de sus intervenciones ante el juez, dijo que el mal del Holocausto fue demasiado grande para darle credenciales a él para pedirle perdón a alguien, con excepción de Dios.
Leon Schwartzbaum, de 94 años, si bien no estuvo entre los demandantes, viajó especialmente desde Berlín para presenciar el fallo. Nacido en Hamburgo, en 1921, transportado a Auschwitz desde el ghetto polaco en 1943, Schwarzbaum dijo que perdió a 30 familiares en el Holocausto. Logró sobrevivir en Auschwitz-Birkenau, Buchenwald y Sachsenhausen. Consideró que si bien tardó, por fin se hizo justicia.
El antecedente de Demjanjuk.
El proceso a OskarGröning es ilustrativo de la creciente severidad de la justicia de Alemania hacia los últimos nazis vivos, desde la condena en 2011 a John Demjanjuk, exguardián de Sobibor, a cinco años de prisión.
En aquel proceso, se condenó al acusado no por pruebas de actos individuales, sino porque trabajóen un lugar que estuvo dedicado a perpetrar asesinatos masivos.
LENTO AVANCE DE LA JUSTICIA.
Recuerdos de los días de dolor.
«Nosotros, partes civiles, celebramos la condena de Oskar Gröning», reaccionaron en un comunicado varios representantes del medio centenar de sobrevivientes del Holocausto y familiares de las víctimas presentes en el proceso ante el fallo judicial, aunque lamentaron el «paso demasiado tardío hacia la justicia».
Moshe Kantor, presidente del Congreso Judío Europeo, subrayó la «significación histórica» del proceso y «la oportunidad que ofrece para educar a una generación alejada de los horrores del Holocausto», 70 años después de la liberación de los campos de exterminio nazis.
Thomas Walther y su colega Cornelius Nestler representaron a 51 de los 65 demandantes. Varios sobrevivientes confrontaron directamente con Gröning con sus recuerdos y desgarradores testimonios. HedyBhom, de 87 años, dijo que nunca creyó tener la oportunidad de aparecer como testigo en el juicio de uno de sus perseguidores.
Eva Fahdi, de 90 años, dijo que no se trata de enviar a un anciano a pasar el resto de sus días en la cárcel, sino de lograr el reconocimiento formal del dolor indescriptible que los nazis infligieron. Ella perdió a 49 familiares.