Por Ana Jerozolimski. Publicado en Semanario Hebreo el 1 de Octubre de 2015.
El fruto, “Genocidio Armenio. 1915-1923. Antecedentes, Perpetración y Consecuencias” (Ediciones de la Plaza), un libro sin precedentes en la bibliografía en español sobre el tema, será presentado hoy jueves 1º de octubre a las 19.00 horas, en el Salón Rojo de la Intendencia. Sobre este oscuro capítulo en la historia de la humanidad, y sobre genocidios en general, es la entrevista que publicamos hoy aquí.
Ustedes son, ambos, profesores de historia, de lo cual indefectiblemente se desprende sin duda interés por diferentes hechos de gran magnitud acaecidos en el siglo pasado. ¿Por qué razón eligieron dedicar lo que imagino habrá sido mucho tiempo de investigación al tema del genocidio armenio?
MARCELO DESENA: Nuestra primera aproximación a la temática surge en el marco académico durante nuestra formación de grado, en un Seminario de Historia Contemporánea en 2011. Invitados a reflexionar e investigar sobre episodios de violencia genocida, optamos por el Genocidio Armenio, viendo en ello la posibilidad de acercarnos al tema. Durante el relevamiento bibliográfico de la investigación, notamos la escasez y dificultad para obtener materiales académicos y rigurosos en español, además de un gran vacío de bibliografía nacional. Luego de subsanada esta dificultad metodológica –recurriendo a bibliografía en inglés y francés–y desarrollando el trabajo puntual, nos interrogamos sobre cómo era posible la preparación de una clase sin insumos teóricos suficientes y al alcance del docente. Dificultad que constatamos posteriormente en la práctica. Es por ello, que movidos por el interés axiológico de enseñar y difundir un episodio de carácter vergonzante y ominoso, comenzamos a investigar en profundidad sobre el área. Recorrido que nos llevó a cristalizar el esfuerzo en un libro.
¿Cuál consideran es el aporte cualitativo de vuestro libro a lo que ya se sabía sobre el tema, a lo que se había escrito hasta ahora?
M.D: Sin desmedro de una contextualización histórica, política, socio-económica y cultural de la población armenia en la región del Cáucaso –que consideramos necesaria para introducir al lector en la temática–, el libro brinda una sistematización bibliográfica y documental de las más diversas fuentes existentes. Acercando al lector aportes actualizados de la comunidad académica internacional, disponibles sólo en su lengua original (alemán, turco, inglés, francés y otros idiomas).
Asimismo, el libro contribuye con una cronología documentada y exhaustiva de los episodios acaecidos desde 1914 a 1923, insumo inexistente hasta ahora en lengua española.
Además, se ensaya una reflexión teórica sobre la noción de genocidio y su ejecución práctica por parte de los perpetradores, contribuyendo a las teorizaciones que intentan comprender el exterminio masivo como práctica social.
Pero consideramos como un mayor aporte la línea de investigación que afronta las consecuencias del Genocidio Armenio en nuestro país. En tal sentido, exploramos y analizamos la repercusión de los sucesos de 1915 en la prensa vernácula, tarea no realizada hasta el momento. Asimismo, examinamos el contexto del cincuentenario del Genocidio Armenio en nuestro país, analizando exhaustivamente las fuentes documentales que retratan el proceso de discusión de la Ley 13.326. Este hito histórico en el reconocimiento internacional del Genocidio Armenio, no había sido abordado con anterioridad por la historiografía nacional.
Y no está de más recordar que Uruguay fue justamente el primer país que reconoció el genocidio armenio. Recuerdo una entrevista para mí muy emotiva que realicé a la Ministra Liliam Kechichian, de origen armenio como todos sabemos, que me contó que cuando viajó invitada a Armenia, y entró al mausoleo recordatorio en Erevan, lo primero que vio, con gran emoción, fue la bandera uruguaya.
¿Por qué?
Andrés, Marcelo…en el título mismo del libro se detalla cuáles son los grandes temas que abordan: antecedentes, perpetración y consecuencias. Claro está que es difícil resumir en algunas preguntas, el fruto de un trabajo intensivo y detallado como el vuestro, pero a los efectos de esta entrevista, intentemos. ¿Se puede decir en pocas frases por qué los turcos cometieron el genocidio de los armenios? O sea…los antecedentes ¿estaban relacionados a un deseo de limpieza étnica?
M.D: Las acciones centralmente planificadas por parte del Imperio Otomano y su continuación histórico- política la República de Turquía para perpetrar el genocidio, fueron llevadas a cabo en aspectos tan diversos de la vida humana como: lo moral, lo religioso, lo político, lo social, lo económico, lo cultural, lo biológico, y lo físico.
A efectos de esta entrevista, cabe destacar las principales razones: políticas, étnicas y religiosas.
La política de homogeneidad étnica, de la que el Imperio Otomano debía dotarse a través de un proceso de turquificación resultó excluyente de las nacionalidades minoritarias. De esta forma, el exterminio masivo y las marchas forzadas satisficieron los intereses estatales.
Este proceso buscó claramente una “limpieza étnica” y religiosa de la minoría armenia y cristiana del Imperio Otomano, posteriormente de la República de Turquía. Fue perpetrado desde las marchas forzadas a las que se sometía a los miembros de la etnia armenia, en condiciones de pobrísima alimentación —cuando se suministraba alimentos— mientras que la porción de la población que no pertenecía a grupos que se pretendía exterminar, recibía el racionamiento habitual. Los supervivientes de las marchas forzadas recluidos en campos de concentración, sufrieron condiciones de hambre y sed extremas en las que se intentaba causar la muerte por subalimentación. Sin considerar las matanzas planificadas y selectivas contra el grupo objetivo, ejecutadas de las más diversas y horrendas modalidades.
El plan: exterminio del pueblo armenio
En cuanto a la perpetración ¿se trató de una matanza masiva premeditada en todos sus detalles, planificada de modo muy ordenado como si sabemos claramente que pasó en la Shoá , el holocausto del pueblo judío a manos de los nazis? O sea el resultado, más allá de la diferencia en los números, fue en ambos casos un genocidio. Pero me pregunto si en el caso del genocidio armenio también podemos hablar prácticamente de una industria de la muerte, de un Estado puesto al servicio de la aniquilación de una comunidad entera, de un pueblo entero.
ANDRÉS SERRALTA: Sí, se trató de eliminar a un pueblo entero. En cuanto a la planificación, indudablemente en el caso de las matanzas masivas de la minoría armenia dentro del Imperio Otomano, se llevó a cabo un proceso centralmente planificado desde el gobierno, con la clara y probada intención de exterminar a los ciudadanos de origen armenio del Imperio Otomano y también a otras minorías como los asirios.
Las minorías no musulmanas del Imperio Otomano sufrieron un proceso sistemático de violencia, que diezmó a las comunidades no solo cristianas sino también a la judía y a otros colectivos religiosos.
En cuanto a las consecuencias-y claro está que inevitablemente lo estamos simplificando mucho- fueron ante todo a nivel humano , una catástrofe para los armenios, pero también políticas, económicas, por todo lo perdido .Los turcos se quedaron con tierras, con templos, con numerosos bienes de los armenios. Aparte del dolor , la rabia…¿las consecuencias se sienten en el terreno hasta hoy?
M.D: Naturalmente, al inmenso dolor del oprobioso exterminio de los antepasados, se suma la afrenta de la expropiación económica y política del hogar histórico nacional, del territorio milenario, del patrimonio cultural material, etc. Asimismo, la continuación del proceso genocida mediante los mecanismos de negación sistemática de lo ocurrido, conlleva a la no concreción de un proceso de reparación económica y moral. El desarraigo forzoso en la diáspora armenia ha sido una marca indeleble en las sucesivas generaciones.
El papel de la sociedad
Cuando advertimos también hoy en día que una sociedad tiene un papel clave que cumplir si está alerta para impedir que se perpetren crímenes en su seno, hablamos de la población común…de la que puede mirar para el otro lado o adoptar una actitud principista y no permitir lo que considera pecaminoso. Hay mucho para criticar al respecto a la sociedad alemana y otras de Europa en cuanto a lo ocurrido durante la Shoá. ¿Qué se puede decir sobre este aspecto sobre la sociedad turca de aquel entonces? ¿En qué medida colaboró, participó activamente o por el contrario intentó frenar atrocidades?
M.D: La triste constatación al trabajar en el campo de estudios de genocidio es que el denominador común es la participación activa de cierta parte de la sociedad civil, la diferencia a veces radica en el grado de adhesión, vinculación u omisión.
En el caso armenio, durante cuatro décadas se había creado un ámbito propicio para la separación y segregación de los armenios del resto del cuerpo social, que los situaba en una situación de desprotección en relación a abusos cometidos en su contra por parte del Estado otomano. La premisa básica de diferenciación: “los armenios son diferentes, no son confiables, son nuestros enemigos”. En el contexto de la Primera Guerra Mundial –aprovechando el estado de excepción y el marco crítico de la guerra– el estado turco -otomano desplegó un intensivo andamiaje simbólico para culpabilizar y acusar a los armenios de separatismo, deserción y traición, endilgándoles las derrotas militares. Abonado este campo, se ratificaron las condiciones preexistentes para la violencia étnica y religiosa, la cual se materializó en acciones paramilitares –con anuencia y respaldo del Estado– que se encargaron de ejercer todo tipo de violencia contra la población armenia.
Asimismo, el grado de exacerbación nacionalista y religioso, desencadenó la violencia a gran escala contra esta etnia. Naturalmente, las más bajas mezquindades del oportunismo ante tal situación afloraron como parte de la condición humana, en un marco de desamparo jurídico: expropiación forzosa de fincas y comercios por parte de los que antes eran vecinos y clientes, saqueos y destrucción del patrimonio cultural y religioso, violaciones en masa, evisceraciones de embarazadas, ahorcamientos y linchamientos a granel, etc.
No obstante, como también es parte de la condición humana, se conocen historias de sobrevivientes producto de la protección de ciudadanos turcos, de fincas salvaguardadas y devueltas luego del genocidio, etc. Las cuales constituyen casos de gran excepcionalidad en el marco general.
Comparaciones odiosas y terribles
Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Los turcos perpetraron el genocidio armenio, los nazis y sus colaboradores perpetraron la Shoá y décadas después, también en Rwanda hubo de hecho una matanza genocida. ¿Hay un común denominador?
M.D: Lamentablemente, la centralidad y responsabilidad del Estado como actor preponderante en todas las etapas de planificación, ejecución y negación del genocidio, es un factor que se repite.
Asimismo, la participación activa de la población civil en la perpetración u omisión de la violencia genocida es un factor distintivo de los crímenes contra la humanidad.
No obstante, no hubiera sido posible un genocidio –en ninguno de estos casos– sin un proceso preexistente de cosificación y degradación simbólica de la población “objetivo”, que se construye e instruye desde los ámbitos de irradiación cultural: prensa, escuela, etc. Es por ello, que la educación para reforzar los derechos humanos y los valores inherentes a su defensa y promoción, es tarea de estos centros de irradiación cultural. La enseñanza y difusión de episodios de tan aberrante magnitud, nos muestra que tan obscura puede resultar la capacidad humana de negarle humanidad al otro.
Quizás suene a muy ingenuo plantearlo así…pero si como profesores de historia se adentran en un caso, luego en otro y en un tercero y cuarto en el que el género humano vuelve a actuar de modo inconcebible..¿se pierde fe en la condición humana? ¿O todos los casos particulares puntuales,de valentía, dignidad, de gente que se arriesgó para salvar a otros….permiten de hecho que veamos más luces que sombras?
M.D: Absolutamente, perder la fe en la capacidad transformadora de la educación y la enseñanza, es perder la fe en la condición humana. Como señalamos, la condición humana puede producir los más inenarrables horrores, pero puede evitarlos.
Genocidio armenio y Shoá
Andrés, el tema genocidio no es ajeno a ti. Hace ya varios años que te has dedicado entre otras cosas al estudio de la Shoá y has estado inclusive en el instituto recordatorio del Holocausto Yad Vashem .¿Es demasiado vasto si te pido intentar señalar las principales similitudes entre ambos genocidios y las principales diferencias?
AS: El tema es muy vasto sin dudas. Todos los procesos genocidas tienen algunas similitudes, es lo que permite justamente enmarcarlos dentro del concepto de genocidio. Sin embargo, hay que ser sumamente cuidadoso en establecer comparaciones o paralelismos, que en un afán por difundir muchas veces llevan al error o a la deformación involuntaria de los hechos.
De todas formas, para contestar tu inquietud, señalaré una similitud y una diferencia. Como similitud se puede mencionar la intención manifiesta, continuada y sistemática de los gobiernos del Comité de Unión y Progreso y Nacionalsocialista, en el Imperio Otomano y Alemania respectivamente, de despojar de sus derechos como ciudadanos a una minoría de la nación en razón de su origen étnico, para ponerlos en una situación de indefensión social y jurídica que hiciera posible ejecutar el exterminio.
En cuanto a la diferencia, a modo de ejemplo, conviene destacar que la administración sistemática de la muerte, no había alcanzado durante el Genocidio Armenio –por la disponibilidad de medios tecnológicos y por la sofisticación de la maquinaria homicida-, el grado de industrialización que tuvo durante la Shoá. Sin embargo, ello no fue obstáculo para que se asesinara a un número superior de personas que las que viven actualmente en Montevideo, para dar una referencia a lector del alcance de la violencia ejercida por los perpetradores.
Dar ese ejemplo, con algo muy cercano por cierto a todos nosotros como uruguayos, ayuda a captar lo incomensurable de las cifras. Los nazis por un lado preparaban toda una farsa cuando llevaban a los judíos a las cámaras de gas y por otro documentaban en forma muy ordenada sus propios crímenes. ¿Cuál fue la actitud de los turcos al respecto?
AS: El intento de ocultar las prácticas genocidas, enmascararlas y tratar de aparentar que responden a actividades legítimas se dio también en el caso del Genocidio Armenio. Junto a los telegramas oficiales que ordenaban medidas civiles o militares de carácter ordinario, se enviaba un segundo telegrama cifrado, el cual se solicitaba fuera destruido luego de conocerse su contenido, en el que se daba el mandato de exterminar a los grupos objetivo.
El gobierno comunicaba a la población que conminaba a abandonar sus hogares con sus pertenencias más esenciales, que serían “deportados” a otra zona en la cual se les realojaría para su protección. En la “deportación” solía producirse –en algún punto del camino- la separación de los hombres del convoy del resto de las personas para asesinarles en un lugar apartado. Luego las mujeres y los niños corrían la misma suerte más tarde, producto del asesinato directo o por las largas marchas por el desierto, sin alimentación adecuada, medicinas y ropa o condiciones de alojamiento esenciales.
Por supuesto los bienes dejados por los “deportados” eran considerados como “abandonados”, lo que permitía a los perpetradores enriquecerse ilegítimamente con las propiedades de las víctimas bajo una apariencia de legalidad.
Las maniobras de engaño pueden advertirse claramente también en las declaraciones que hacían los integrantes del gobierno turco – otomano, al cuerpo de diplomáticos extranjeros acreditados en Constantinopla. Aseguraban permanentemente que no estaba ocurriendo ningún proceso de aniquilación y que quienes difundían las noticias del exterminio se hacían eco de lo que ellos llamaban “propaganda de guerra”.
¿Hay algo que quisieran agregar –en el mar de cosas, claro, que ameritaría contar aquí- y que yo no supe preguntar? O sea, algo que sea ineludible inclusive en el marco reducido de una entrevista periodística, que nunca va a alcanzar la profundidad de un libro?
AS: Tus preguntas han sido más que pertinentes Ana. Creo yo que si hubiera que agregar algo, sería subrayar el hecho de que al igual que en el caso la Shoá, existen personas que niegan activamente el Genocidio Armenio.
Esas personas por diferentes motivos, no sólo por odio hacia la colectividad armenia, se esfuerzan por deformar, negar o tergiversar la verdad histórica. Nuestro trabajo es en ese sentido un aporte a la difusión de la verdad histórica, que con fuentes documentales de probada veracidad, deja constancia de que el Genocidio Armenio, fue un proceso de índole genocida en todos sus términos. Como tal debe ser reconocido y difundido en todos los niveles de enseñanza y por todas las vías de comunicación posibles.
De lo mucho que leyeron y seguramente también ustedes mismos aprendieron ¿hay algún hecho, algún personaje, alguna situación que les haya tocado el alma en especial, y que para ustedes simbolice la tragedia del genocidio armenio?
AS: Es muy difícil elegir un solo episodio. Como señalaba Theodor Adorno, romper con la frialdad a la hora de acercarse a estos temas permite sentirse agredido en lo más profundo de la dignidad humana. Agredido ante la opresión, las inequidades y el odio que sufrieron las comunidades víctimas de procesos genocidas.
Esto no significa perder objetividad ni el rigor científico al momento del análisis académico, sino muy por el contrario, se genera a partir del estudio profundo del proceso. Constatar que fehacientemente los hechos genocidas sucedieron y su magnitud nos pone ante la obligación ética y axiológica de contribuir a evitar que se sigan produciendo muertes por el acaecimiento de eventos de tales características.
Gracias Ana por tus agudas preguntas y por la entrevista.
Gracias a ustedes, a ambos, Andrés y Marcelo, por darme esta oportunidad y permitirme aprender. Éxito con el libro.
Sobre los autores
Andrés Serralta (1980)
Profesor de Historia – Instituto de Profesores “Artigas” Maestrando en Ciencias Humanas opción Antropología de la Cuenca del Plata (FHCE/UdelaR)
Maestrando en Historia (FUM/ Universidad de Montevideo).
Egresado de la Escuela Internacional para el Estudio del Holocausto Yad Vashem.
Integrante de la Comisión Directiva del Centro Recordatorio del Holocausto – Sociedad de Amigos de Yad Vashem.
Miembro de la Asociación de Cientistas Sociales de la Religión del MERCOSUR (ACSRM).
Dicta cursos sobre la Shoá e Historia Contemporánea en diferentes niveles de educación formal e informal.
Ha sido ponente en congresos internacionales sobre el Genocidio Armenio.
Su área principal de investigación son los procesos de violencia genocida.
Como campo secundario de investigación aborda la temática religiosa en especial las tensiones entre confesiones.
Marcelo Desena (1985)
Profesor de Historia (IPA), Maestrando en Ciencias Humanas opción Estudios Latinoamericanos (FHCE/UdelaR), Maestrando en Historia (FHUM/UM), Diplomado de Enseñanza con Tecnologías Digitales (University of Cambridge /IPES), Posgrado Creación de Materiales Educativos Digitales Accesibles (ESVIAL/ Universidad de Alcalá).
Miembro de la Asociación de Cientistas Sociales de la Religión del MERCOSUR (ACSRM).
Ha dictado cursos de formación docente en el Uruguay y ha sido ponente en diversos congresos y seminarios del exterior. Actualmente ejerce la docencia como Profesor de Historia y Ciencias Sociales del CES y del CETP.
Las áreas abordadas en su labor investigativa son los «estudios de genocidio» destacándose el abordaje del Genocidio Armenio y la Shoá. Las líneas principales de investigación y publicación son el antisemitismo en la época contemporánea y las distintas formas de violencia política.