Nuevos jóvenes voluntarios llegan al Centro Recordatorio del Holocausto de Uruguay
Fue una alegría recibir a dos nuevos voluntarios, Matías Rodríguez García y Amijai Benderski, a quienes con mucho gusto les dimos la bienvenida junto al joven Alejandro Trenchi quien hace varios años ya, junto a su hermano Ronald son también voluntarios de nuestra institución.
Es una sensación hermosa para nuestra institución que jóvenes se acerquen y quieran trabajar junto a nosotros. Es uno de nuestros eternos anhelos: la continuidad a través de la juventud, como debe ser.
Matías nos trasmitió como se sintió incorporándose a la institución y de inmediato se sumó al trabajo de la exposición Sobrevivientes del Nazismo y de la Shoá en el Uruguay 2020.
Por Matías Rodríguez García
Les quiero compartir mi primera visita al Museo de la Shoá de Uruguay, un lugar que atesora con sensibilidad y laboriosa dedicación parte de la memoria del pueblo judío.
Mientras esperaba ansiosamente en el hall del edificio, advertí cierta sensación indescriptible. Me encontraba solo, en un espacio amplio, taciturno y tímidamente iluminado. Distinguí una puerta entreabierta con suma delicadeza, supuse que sería el ingreso al Museo. Pero no entré, esperé a las directoras del Museo, que me estaban esperando. En ese instante, llega Sandra Veinstein, quien es la subdirectora del Museo, y me invita gentilmente a pasar a la otra sala, para ver la Línea del Tiempo, donde se puede ver con total detalle los hechos más relevantes desde la Primera Guerra Mundial hasta después de la Shoá.
Allí pude conectarme con una etapa de la historia que sigue sacudiendo dolorosamente el ánimo de una persona. La sala reunía una serie de fotografías, datos, y copiosa información. En medio del recorrido, se nos suma Rita Vinocur, la directora del Museo. Tanto Sandra como Rita son hijas de sobrevivientes de la Shoá; escucharlas es un gran aprendizaje, son vivos testimonios de ese cruel pasado. Proseguimos a la otra sala, donde se exponen objetos e instrumentos utilizados por los sobrevivientes.
Penetrar en ese espacio espejado, íntimo y calmo fue sublime. Mis emociones se expresaron vivamente. Fui testigo del poder que impregnan los objetos. Allí hay historia, hay dolor, hay sufrimiento, hay resistencia, hay incertidumbre, hay hambre, hay sueños y hay esperanzas.-