Pinkus Frank Z»L
17 agosto, 2015 administrador

Publicado en Semanario Hebreo el 13 de Agosto de 2015.

Otro sobreviviente de la Shoá que se fue
Otro testigo que se fue
Otro espacio vacío

Es difícil pensar que ya no va a estar físicamente.

Pinkus…

Nos tenía acostumbrados hasta hace relativamente poco tiempo -en que fue a vivir al Hogar Israelita- que compartía la mayoría de los actos de la Comunidad judía. Tenía sus limitaciones físicas pero eso no lo limitaba a él, para estar presente y participar porque siempre estaba pronto y de buen humor en diferentes instituciones, sinagogas, una presencia hasta hace poco infalible. Era imposible no notarlo, era muy pintoresco. Un emblema en diferentes instituciones a las que pertenecía como la nuestra. Últimamente necesitaba relatar sus experiencias en la Shoá, ya no podía contenerlas. Decía “yo luché para que tú vivas”.

Muchas veces tuvo el honor de encender una de las velas recordatorias en las ceremonias de Yom Hashoá.

Estuvo en el ejército ruso entrando a Berlín. Vio muchas miserias y noblezas del género humano. Su trompeta le dio esperanzas y ganas de vivir y lo acompañó siempre.

Vio al universo entero desfilar ante sus ojos.

Vio la vida.

Casi nada pudo con él.

Era la prueba viviente de la importancia de la determinación en el ser humano.

Conmovedor es lo que dijo una vez para consolar una pérdida de un ser querido: tú sabes dónde descansan sus restos, dónde poner una flor y eso es un gran consuelo.

La mayoría de los sobrevivientes no sabemos nada de lo que pasó con nuestros seres queridos.

Siempre que se podía se acercaba al micrófono y cantaba sus canciones favoritas.

El Ing. Roberto Cyjón lo homenajeó en su obra: Marcados para siempre.

Hay dos cortos con su nombre: Pinkus realizado por Ari Carretero hace varios años y Pinkus y su trompeta realizado hace un par de años por Milagros Fernández Blanqué en la Biblioteca de Shoá, Simón Wiesenthal los cuales han inmortalizado su expresión.

Vaya en este artículo un nuevo homenaje a Pinkus y en su nombre a las víctimas de la Shoá.

En cada sobreviviente que se va físicamente, se va una parte de nosotros mismos, un testigo irremplazable.

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