En memoria de Silvio Packer (Z”L)

En memoria de Silvio Packer (Z”L)
22 mayo, 2017 administrador

Publicado en Semanario Hebreo el 30 de Marzo de 2017.

Hace ya varias semanas, falleció en Montevideo Silvio Packer, a quien recordaremos como uruguayo sobreviviente de la Shoá, siempre dispuesto a contar su historia para aportar con ello al “no olvidar” y así, enseñar a las nuevas generaciones, en los numerosos encuentros con alumnos organizados por el Centro Recordatorio del Holocausto en Montevideo.

Al cumplirse los “shloshim” de su fallecimiento, es oportuno elevar estas líneas en su memoria, a través de los testimonios de sus tres hijas, dado que su gran orgullo era la familia que había logrado formar tras la salvación, en Uruguay.

Mónica, la hija menor, recordó ante todo que su papá partió en Shabat “como los Tzadikim, los justos”.

Así nos escribió:

“Te fuiste de este Mundo en Paz. Lo sabemos. Logramos trasmitirte esa tranquilidad que tus seres queridos, la familia que te arrebataron hace 72 años, iban a estar ahí, en ese lugar de Luz, esperándote. Tuviste la dicha de irte rodeado de Amor. Y a diferencia de los tuyos asesinados, tendrás una lápida que perpetuará tu memoria… Vivimos nuestra infancia, respetando tu silencio. En los actos de Iom Ha Shoa… solo salía de nuestros labios ´Papá es un sobreviviente´. Respetamos el silencio de los Aparecidos.

Hace tan solo 20 años pudiste empezar a sacar las piedras que enquistaban tu corazón.

Estábamos atentos a cada palabra. Pudimos saber de tu vida en Rumania. Allí fuiste feliz, en ese pequeño pueblo de Nassaud, donde aprendiste el oficio de sastre, que permitió salvar tu vida. Tuviste resilencia, supiste resurgir de las cenizas, con solo 20 años.

Ds te regaló en Uruguay una compañera incondicional de vida. 62 años juntos. Legando sabiduría y amor a la Vida, a tus 3 hijas, 6 nietos y 6 bisnietos.

Nos dejaste enseñanzas invalorables y grandes recuerdos.

Fuiste patriarca, caballero, generoso, refinado, amado por todos los que tuvieron la dicha de compartir contigo.

Al partir nuestra querida Ana Vinocur (z”l), te enfrentaste a la difícil pero muy valorada tarea de trasmitir la historia de la Shoa.

No era una historia lejana, sino tu propia vida”.

Cecilia, la hija del medio, escribió:

“Papá vivió casi toda su vida en un silencio absoluto sin poder contar nunca su historia hasta que un día conoció a un ser muy especial como Rita Vinocur, que lo fue ayudando y animando a hablar. Desde ese momento sintió la necesidad de que todos sepan su historia. Nunca pudo olvidar ni perdonar, aunque no vivía con odio ni rencor”.

Recordó que “nos transmitió el judaísmo como un sentimiento muy profundo, que también abarcaba el amor hacia Israel” y destacó que aunque no pudo estudiar por las circunstancias de su vida “siempre se cultivó mediante la lectura y podía conversar con cualquiera de una gran variedad de temas”.

Y agregó: “A pesar de lo que sufriste en aquellos años de la Shoá, y del enorme dolor que significa tu partida, te recordaremos con una sonrisa porque eras un hombre feliz. Cantabas todo el día “Ose Shalom Bimromav” y aplaudías.

Y así te despedimos en el cementerio, con un gran aplauso y cantando el Hatikva, por el gran amor que tenías por Israel, y Ose Shalom.

Hoy nos sentimos orgullosas y honradas de haberte tenido como papá”.

Beatriz, la hija mayor, lo recuerda con estas palabras:

“Mi adorado papi, así como viviste, así te fuiste con esa dignidad que caracteriza a unos pocos, sin exigir, sin demandar, sin juzgar. Nos dejaste un legado de educación ética, de respeto por el prójimo.

Amaste la vida la libertad y viviste fiel a lo que sentías.

Sentado mirando el mar me decías ´Beatricita, mirá qué lindo está esto…¿quién se va a querer ir?´. Nuestro contrato era que te quedarías con nosotros hasta los 100, pero te fuiste antes, pero peleándola, desafiando a la muerte.

No tuviste la posibilidad, por las circunstancias de tu vida, de terminar tus estudios, pero eso nadie podía notarlo porque te cultivaste de modo que podías participar en cualquier charla, dejando admirados a todos los que te escuchábamos.

Perdiste una familia pero la vida te dio la posibilidad de formar otra de la cual estabas muy orgulloso. Siempre que se incorporaba un nuevo miembro a la familia, decías que querés que el pueblo de Israel crezca.

Hoy no puedo decirte más que Gracias por todo lo que nos diste, por ese Gran Legado que me comprometo a seguir en tu memoria, que permanecerá siempre viva en mí, en las próximas generaciones y todos los que tuvieron la dicha de conocerte”.

Bendita sea su memoria.

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